No es fácil para Pedro Sánchez dar una imagen de moderación, cercanía con la mayoría social del país, y fortalecimiento de un proyecto común. Es conocido que Sánchez siempre ha mostrado su disposición a entenderse con formaciones extremas y separatistas; haciendo así que su partido, el PSOE, haya tenido una fuerte exposición a unas minorías radicales, que no creen en España y que son las que le convirtieron en Presidente. No solo son los compañeros de viaje, sino también sus causas, proyectos y doctrinas, las que hoy abraza el PSOE y de las que hace bandera. Un ejemplo lo tenemos en el proyecto de Ley de Memoria Democrática, pactada entre Sánchez y Bildu, en el que se pretendió llevar el franquismo hasta el año 1983, fecha en la que dictador ya estaba muerto, se habían celebrado en España tres elecciones generales y estaba gobernando el PSOE. Parece que a Sánchez le trae al pairo la historia de España, tanto como su propio partido; aunque esto le garantiza una buena relación con las minorías que le sostienen, que puede ser lo único que le importe. Quizás esto no se corresponda con las preocupaciones cotidianas de esas otras mayorías, cada vez más asfixiadas, me refiero a las clases medias y trabajadoras. Así, en estos días hemos visto cómo se manifestaban nuestros mayores, reivindicando condiciones dignas en sus residencias. Familias pidiendo que sus hijos puedan estudiar en castellano en las escuelas catalanas. Por no hablar del recibo de la luz, que se ha incrementado en España ocho veces más que en Francia y cuatro más que en Alemania; o de la inflación, que está reventando los hogares españoles.

Esta desconexión entre la sociedad y Sánchez, se constató en la última intervención del Presidente en la televisión pública, la entrevista no alcanzó el millón de espectadores, muy lejos de la conseguida el pasado 28 de febrero con 1.806.000. A lo anterior se suma la caída en los sondeos, así como otro dato muy elocuente; y es que las valoraciones de los candidatos autonómicos, sean superiores a las del Presidente del Gobierno. Esto hace pensar, que la campaña “El Gobierno de la Gente”, ideada desde Moncloa (quizás con el único propósito de relanzar su figura), con el PSOE de fondo de pantalla; y en la que la figura central es el propio Sánchez, puede que no tenga el efecto deseado. Si las cosas están como parecen estar, puede que la compañía de Sánchez en las próximas campañas electorales autonómicas, no aporte ningún valor, eso, en el mejor de los casos.

La situación no es mejor en las distintas autonomías; el PSOE no cuenta en Madrid con figuras que le puedan dar opciones; en Castilla y León perdió las elecciones; en Andalucía ha sufrido una derrota histórica, de la que, por cierto, no se ha hecho ninguna autocrítica; en el País Vasco, veremos si su papel se reduce a muleta del PNV o quizás de Bildu; en Galicia no levanta cabeza desde el 2009; y en Cataluña su franquicia el PSC, tiene vida propia a la sombra del nacionalismo. El PSOE ha perdido la bandera de España, porque la ha abandonado sometiéndose de manera dócil al separatismo, algo que no se ha terminado de digerir ni dentro del partido, ni tampoco en la sociedad española, pasará factura. Por otra parte, el nivel de sumisión del Grupo Parlamentario Socialista a cualquier derrotero que Sánchez pueda adoptar, aún a sabiendas de que la respuesta de la sociedad pueda ser el rechazo, hace pensar que eluden cualquier situación que ponga en riesgo su escaño. Ya no podemos saber dónde se sitúan ideológicamente, sus posiciones son volátiles, indefinidas e impredecibles, pues hay que esperar a que el líder se pronuncie, y, aun así, estar atentos por si cambia de postura.

Estos tiempos necesitan ese plan sólido del que carecemos, apoyado por amplias mayorías para hacer frente a estos momentos de crisis, contracción de la actividad económica, escasez y profunda incertidumbre. Y no de improvisadas medidas y ayudas, que no llegan a verse reflejadas en mejora alguna para la gente, y que solo sirven para llenar telediarios, mientras los ministros se contradicen unos a otros. Sánchez vive al día, y si encontró una oportunidad en el 2018 para plantear una moción de censura, en un clima de polarización y agitación, apoyada por partidos radicales, para así conseguir la presidencia del Gobierno, pues la utilizó; y si su Gobierno tiene que ser el único de la UE con ministros de ideología comunista, pues los nombra; y si tiene que mirar para otro lado cuando se censura el uso del castellano en el territorio nacional, vuelve la cabeza. Abrasa todos los recursos a su alcance para mantenerse en el poder, entre los que también se encuentra el PSOE, porque antes que preocuparse por el futuro de su partido, Sánchez se ocupará del suyo propio.