La serie de Carles Porta Crímenes dedicó 4 capítulos a El crimen de la guardia urbana. No era para menos. Quedé literalmente hipnotizado ante esa manera brillante de hacer televisión, marca TV3, donde la no ficción estaba narrada de un modo tan brillante que atrapaba todavía más que la ficción.

Tanto es así, que cuando este verano Movistar compró los derechos y reemitió en castellano la serie volví a ver las 4 horas de El crimen de la guardia urbana, sucedido en 2017. Creyendo que sólo recuperaría el primer capítulo, me fue imposible dejarlo hasta el final.

Entretanto, dentro del sinfín de redifusiones estivales que emiten todas las cadenas para configurar una parrilla a coste cero, me encontré con un Equipo de investigación de Gloria Serra que precisamente trataba de este mismo crimen de la guardia urbana. Pero el tratamiento, la manera de contarlo, los giros de guion, el orden cronológico a la hora de plantear la historia, el color de la fotografía, no tenía absolutamente nada que ver con el empleado con el de la serie de Carles Porta. Además de que todo estaba contado en una hora, con la particularidad de que daba la impresión de que daba tiempo suficiente para hacerlo.

Más de una vez, en mis visionados de los capítulos de Crims o de Crímenes pensé que ahí se escondían películas de ficción. Que cabría la adaptación cinematográfica, aunque evidentemente nada sería igual. Ahora me llega que Netflix va a adaptar El crimen de la guarda urbana como El cuerpo en llamas, con Úrsula Corberó y Quim Gutiérrez a la cabeza del reparto. Recomendaría a los espectadores que viesen previamente las cuatro horas del reportaje documental. Les motivará sobremanera. El resultado de la serie, ya lo veremos.