El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, tenía ayer una cita ineludible en Elche porque la Universidad Miguel Hernández (UMH), que cumple 25 años, acogía el acto de apertura oficial del curso académico de las universidades valencianas. Desde que el 26 de abril anunciara la concesión de Medicina a la Universidad de Alicante (UA), al rector Juanjo Ruiz se le ha visto acudir por protocolo a los actos de la agenda del president en los que daba la sensación de que entre ambos hay ahora mucha más distancia de la que les separaba antes, distancia que no rompe ni una mirada ni el frío saludo que se dispensan. Si del tema han hablado en privado no lo sé, pero Puig no se esperaba ayer que la molla del discurso que tenía preparado el rector estuviera dedicado a argumentar los motivos por los cuales esta decisión no tiene justificación, por lo que la llegó a tachar de despilfarro. Si todo el argumentario que puso sobre la mesa en contra una Facultad de Medicina a diez kilómetros de la suya no tiene ipso facto una respuesta tan lógica y sesuda, sólo nos queda el vacío o el silencio con el que el presidente zanjó el asunto.

Aseguran que Puig, antes de su llegada fue informado y barajó tener una reunión para evitar una confrontación, porque tenía argumentos para explicarlo, pero optó por aguantar el chaparrón que debe ser que en un rectorado y en un acto solemne te digan lo que le dijeron ante el resto de rectores valencianos; entre ellos la de la UA, Amparo Navarro. Ruiz no dijo nada nuevo que no hayamos escuchado en estos meses pero la diferencia fue el altavoz que utilizó y el hecho de que fuera muy consciente de lo que hacía, con palabras muy medidas y en las que, pese a los esfuerzos que realizó para ceñirse estrictamente a la opinión experta de decanos de Medicina, terminó deslizando una puya en toda regla a la que no está acostumbrado el político cuando viene de esta esfera. Así que el anuncio o promesa que siempre le gusta hacer en cada acto a Puig se diluyó. Incluso cuando dijo que mejorará la financiación de las universidades en los presupuestos de la Generalitat de 2023 o que en pocos días se firmará que Elche acoja el Centro de Investigación en Envejecimiento. Eso ya fueron frases sueltas. Nadie movió un músculo de su asiento. El acto estaba acabado cuando él se levantaba a dar su discurso.

Los alcaldes de Elche y Orihuela, miran la llegada de los togados al acto en la UMH de Elche ANTONIO AMORÓS

El president se fue de la UMH una hora después de finalizar, compartió, cosa poco habitual, el tradicional aperitivo con los miembros de la comunidad educativa y se mostró afable y encantador tras haber encajado como un boxeador, y más que las palabras del rector, el largo aplauso que a éste le dedicaron los asistentes. Fue interminable. Ruiz se quitó un peso de encima pero seguramente Puig también porque sabía que este día tenía que llegar. Había llegado y había pasado. Probablemente las hemerotecas lo recordarán no por el 25 aniversario sino porque lejos de ceñirse a los cánones del protocolo, que invitan a la tradicional crítica mesurada por la falta de financiación, el rector invalidó el que la política pueda dirigir el mundo universitario sin escucharlo. ¿Lo que ha pasado con la UA y Medicina solo puede ser un ejemplo?.

Ahora bien, me da que a Puig cada vez que escuche el nombre de Elche va a temblar porque hace mucho tiempo que no conecta aquí. Da igual que anuncie mejoras o inversiones, que diga que va a pagar la deuda histórica o que no pero luego que sí. Y tiene que seguir viniendo y eso se le puede hacer un trago más amargo que el que ayer tuvo en el rectorado de la UMH de Elche.