Mi primer viaje en tren con Alicante como protagonista fue mucho más incómodo que el que se metió entre pecho y espalda -casi siete horas para llegar hasta nuestra ciudad en dos trenes de alta velocidad- la vicealcaldesa de Alicante, Mari Carmen Sánchez, hace diez días tras su visita a Málaga con el objetivo de traerse algún que otro crucero más al puerto alicantino. Mi viaje fue bastante más austero. Volvía con unos amigos desde Benidorm, donde había llegado unos días antes en coche para disfrutar del apartamento de los padres de un compañero de clase tras aprobar la Selectividad: julio de 1981. Entonces -ahora ni existe la línea ferroviaria directa- la única manera de viajar al País Vasco desde Alicante y viceversa era el tren, porque ni había vuelos directos (las compañías low cost no estaban ni en proyecto), ni existían autobuses regulares como ahora con País Vasco, Navarra y Rioja.

La opción era un expreso nocturno, el «Sol de Levante», que partía desde la estación de Alicante a las 19 horas y llegaba a primera hora de la mañana a Bilbao-Abando, tras haber cedido el paso durante toda la noche hasta a los más lentos trenes de mercancías. Viajábamos en segunda clase, es decir, sentados en una butaca. Pues bien, un inoportuno y sorprendente temporal en Burgos a las puertas del verano cortó la vía, paró el tren y provocó que el expreso no llegara a la capital vizcaína hasta las tres de la tarde. Sí, tras 20 horas de viaje, casi como en las novelas de Agatha Christie, pero sin crímenes, que por otro lado lo hubieran hecho más divertido observando a Hércules Poirot.

Me he acordado de aquella aventura tras comprobar las derivadas negativas que ha tenido para los alicantinos -camino de los cuarenta años en la terreta marcan- el cambio de la estación del AVE de Madrid de Puerta de Atocha a Chamartín. Por supuesto que no se acaba la humanidad por tener que prolongar el viaje hasta una hora más -cuando arrancó el AVE había trenes que te dejaban en atocha en 2 horas y 5 minutos, por cierto. Tampoco voy a dudar yo de los gurús económicos que aseguran que el futuro económico de Madrid está en el norte de la capital. Pero, lo que sí sorprende, o ya no tanto, desagraciadamente, es que Alicante sea siempre, o el banco de pruebas, o la provincia en la que las infraestructuras ferroviarias se dejan para el final y no terminan de ejecutarse por mucho que nos vendan que desde este septiembre se pueda viajar en tren a Ourense en cinco horas. ¿Y qué? ¿Dónde está nuestra conexión rápida con Andalucía y el País Vasco? ¿Qué ha sido del Tren de la Costa? ¿Cómo va la conexión con el aeropuerto? ¿La electrificación con la vecina Murcia o la conexión ferroviaria con el puerto? y ¿el recuperado proyecto del corredor Cantábrico-Mediterráneo? sin olvidar el enlace ferroviario con Cataluña.

Adif sostiene que el traslado de las cabeceras de los servicios de Levante a la estación de Madrid-Chamartín Clara Campoamor no es algo nuevo, que la decisión tiene ya tres años. Obedece, según el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias, al diseño de la línea Chamartín-Torrejón de Velasco, en el que se favorece el movimiento de los trenes que, procedentes de Levante, se encaminan hacia Chamartín desde Torrejón de Velasco evitando el cruce con las vías de Andalucía para entrar por un túnel que ha costado 300 millones de euros, pero no incluyó la parada de Atocha. Alicante, por lo tanto, ¿ya estaba sentenciada en 2019 y nadie levantó la voz? 

Pues parece que no, a no ser que alguien, como es habitual, se fiara de Adif cuando anunció también una inversión millonaria para conectar la estación de Atocha con el dichoso túnel. Tras la polvareda producida con el cambio el pasado día 13, la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, se ha apresurado a asegurar que el Ministerio trabaja en ello, aunque faltarán 3 o 4 años. Más de veinte llevamos esperando que el tren conecte Alicante y Elche con el aeropuerto.

Año tras año, y ya van para nueve desde que en 2013 el AVE llegara a Alicante (última gran obra para la provincia, pues el ramal a Elche ya estaba planificado en el proyecto) en esa especie de estación de latón que nos dejó el Gobierno de Rajoy, pero que al menos hasta ahora nos permitía viajar en tren a Madrid en poco más de dos horas y cuarto. Fue un tren que llegó gracias a la entonces todopoderosa ministra Ana Pastor, a la que hay que agradecer que se acabara la obra, o parte de ella - las previsiones eran otras-. Pero es que desde entonces no se ha vuelto a proyectar nada.

Veintitrés años se cumplieron en agosto desde que el aeropuerto de Alicante-Elche pasó de los seis millones de pasajeros al año, cifra a partir de la cual la UE recomienda que los aeródromos estén conectados vía ferrocarril con las ciudades más importantes de su entorno. Una infraestructura clave para distribuir a nuestros turistas con agilidad y rapidez, y también a los que vivimos en esta provincia en la que cerca de 1,4 millones de habitantes viven a menos de 40 kilómetros del aeropuerto. 

El proyecto, sí es que lo hay y no nos han vuelto a mentir, se está redactando tras años en el cajón. Esperemos que vaya en serio, aunque haya coincidido en el tiempo con que el año que viene hay elecciones y el aeropuerto ha recuperado su velocidad de crucero con 8,5 millones de pasajeros hasta el pasado 31 de agosto, cifra que representa solo un 15% menos en el mismo periodo de 2019. Es decir, que vuelve a evidenciar la viabilidad de las inversiones que se le dedican, y la principal es esa conexión ferroviaria directa con Alicante y Elche.

Posdata. Desconozco si la vicealcaldesa de Alicante, Mari Carmen Sánchez, se aburrió en su regreso en AVE desde Málaga a Alicante vía Atocha, cercanías y Chamartín. Casi siete horas de tren, aunque bastante más cómodo que el Sol de Levante de los años ochenta. Renfe sostiene que Talgo le debe hasta 30 trenes de alta velocidad. Llegarán, seguro que llegarán. Será entonces, quizá, cuando ya no quede más remedio que plantear una línea directa Alicante-Sevilla-Málaga. De momento, no obstante, vayamos cumpliendo con las asignaturas pendientes. Corredor Mediterráneo, electrificación a Murcia y Tren de la Costa. ¿Se acuerdan? Pues eso. Ochocientos empresarios volverán a sacar las vergüenzas al Gobierno el próximo 17 de noviembre en el enésimo chequeo al corredor de nunca acabar.