La destitución de Juan José Sellés de la vicepresidencia de CEV Alicante demuestra que estamos muy lejos del pastoril paisaje de paz empresarial que Salvador Navarro había dibujado para el futuro de una provincia siempre levantisca en su aceptación de un poder autonómico centralizado para los empresarios. He señalado a Salvador Navarro porque hay que señalar a quien toma las decisiones realmente. Esta decisión suya es tan equivocada, posiblemente, como su suposición de que respaldar el nombramiento de Joaquín Pérez en la presidencia de la Confederación Empresarial en Alicante iba a resolver lo que no resolvió el mandato de Perfecto Palacio. Sellés siempre fue el revoltoso de la clase, pero eso ya se sabía cuando se le metió en el ajo. Su objetivo siempre fue sacar los colores a la CEV cuando perdiera el pedigrí alicantino que, para sorpresa de propios y extraños, consiguió imprimir a la organización un valenciano de pro como Navarro. Cuando aún venía por Alicante, claro. Era evidente que el nombramiento como vicepresidente de Sellés era una muy frágil medida “integradora” que seguía milimétricamente aquel consejo proverbial de Vito Corleone a su hijo: “Ten cerca a tus amigos, pero más cerca a tus enemigos”.  Tener vigilado a Sellés, en casa y bien alimentado, funcionó una temporada, pero en cuanto la cosa se torciera estaba claro que iba a dejar de funcionar.

La pregunta clave es ¿a quién hay que colgarle la responsabilidad de esta destitución? ¿Quién se ha apartado del camino recto? ¿Sellés, Pérez o Navarro? Sellés estaba esperando su oportunidad, eso está claro. Que aceptara entrar en la CEV fue una rendición a medias. En cuanto la Confederación ha empezado a perder fuelle en su defensa de los intereses alicantinos, como de hecho ha pasado, ha lanzado un ataque sin piedad con todo lo que tenía a mano. Muchos en Alicante le dan la razón. La CEV está a otras cosas, pero poco pendiente de Alicante últimamente. Nadie les representó apoyando la aspiración de convertirse en capital nacional de la Inteligencia Artificial. Joaquín Pérez consideró un tema menor “de unos minutos” la cacicada de ADIF llevando nuestros AVE a Chamartín mientras los de Valencia se quedaban en Atocha. Debe ser que él no viaja mucho a Madrid en tren. Que pregunte a sus amigos empresarios que sí lo hacen, que están que fuman en pipa. A eso se suma que Navarro viene ya poco por aquí, abducido por su agenda valenciano-madrileña. Está a un tris de perder aquella honorífica cátedra de “gran vertebrador” que mereció su innegable esfuerzo por integrar Alicante. Ha cometido un error muy común, que otros cometieron antes que él:  considerar esta tierra de moros, cristianos y pólvora, “tierra quemada” una vez conquistada. Alicante no es gobernable con mandos a distancia. Se ha metido mucho la pata últimamente en CEV Alicante. Se ha perdido sensibilidad y “finezza”. Echar al que denuncia los errores, por muy incómodo que sea el personaje, no es inteligente. Hay muchos empresarios en Alicante que no están con Sellés pero que están de acuerdo con lo que Sellés ha dicho y defiende. Los errores de la CEV aquí le habían armado de razón. Él solo disparó.

Y una cosa más:

Compromís vuelve a cometer el mismo error que ya cometió con Oltra: mantener en sus puestos a sus imputados contra viento y marea, que es exactamente lo contrario que la coalición solía pedir cuando los imputados eran los de enfrente: dimisión inmediata. La mancha de aceite del caso que acabó con la ex vicepresidenta alcanzó ayer al otrora todopoderoso Miquel Real, ex jefe de gabinete de Oltra, y a Francesc Gamero, alto cargo de la ex vicepresidenta y actual secretario autonómico de Hacienda. Sin embargo, Aitana Mas decidió ayer que continúen en sus puestos porque entiende como normal que citen como investigados a dos altísimos cargos que dependían de Oltra. La “normalidad” de Compromís empieza a ser muy poco normal.

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