Más de la mitad de europeos andan preocupados, muy preocupados, con su mirada afligida, sintiendo desdicha en el corazón. La victoria de Meloni pretende dar normalidad al regreso del posfascismo en las instituciones italianas y europeas. Este triunfo electoral es el hito más importante que ha alcanzado el posfascismo en Europa. Quiera Dios que no cunda el ejemplo al ver en esto una oportunidad de extender el fascismo por todo el continente.

Que esta corriente política alcance cotas institucionales de relevancia, nos advierte que las ideologías tradicionales andan de capa caída para los ciudadanos, a quienes no importa votar y aupar este y otros peligrosos movimientos políticos, para mostrar su malestar y desencanto. Puede ser imagen distorsionada, brote de rebeldía, pero en realidad quienes dan voz y presencia a estos locos, no son más que almas que naufragan. Se permiten el lujo de compartir su vida momentáneamente con quienes no tienen futuro, y seguro que a que todos volvamos a despertar de este mal sueño que nos anda llenando el corazón de desdichas, oxigenaremos el pensamiento lógico y libraremos esos sentimientos atrapados de rebeldía y malestar, dejándolos volar al etéreo recuperando la cordura y diciendo: FASCISMOS, NACIONALISMOS Y CUALQUIER CLASE DE DICTADURAS. NO.

Si el cielo se ha roto, remendémoslo; es el de nuestra esperanza, de nuestra vida y existencia, y enfrentarlo a lo malo conocido, no es agradable. Esperemos que los fascistas de Europa no acaben confundiéndonos al resto, acabando con el sueño de una Europa común, fuerte y unida, donde imperen los derechos humanos y los buenos valores que nos han regido hasta hoy. Meloni promete gobernar en Italia para todos los italianos, pero no todos son como Meloni y sus caducados ideales.