El día en el que Ximo Puig acaba protagonizando los tuits de Isabel Díaz Ayuso como ejemplo a seguir ha llegado. Indudablemente, prever algo así no es comparable a la carambola imposible del DART en cálculo de probabilidades: acertar a un objetivo móvil a 11 millones de kilómetros. Pero anda cerca. Es verdad que la lideresa madrileña manipula más que cuando daba voz humana a “Pecas” en sus redes sociales (las del perro) y que no es lo mismo bajarles los impuestos a los ricos que hacerlo a los... ¿pobres? como anunció ayer el president en el debate de política general de la Comunidad. Pero no cabe duda: Ximo se ha echado al bosque de Sherwood, fiscalmente hablando, y ha acertado, como el DART de marras, en la línea de flotación del argumentario de Carlos Mazón y el PPCV para la próxima campaña, aunque los populares aseguren que su proyectada reforma fiscal tiene las rebajas de impuestos más grandes. De paso, Puig ha cabreado a un convaleciente Pedro Sánchez, que no quería darle esa baza a Feijóo, al menos de momento, y también a sus socios del Botànic, algo menos preocupante dado que tanto Compromís como Podemos llevan impostado el cabreo de serie tras cualquier movimiento que haga Puig.

Sin embargo, el gesto de Puig produce sus réditos. De momento ha colocado un titular en la prensa nacional que saca a la Comunidad de su legendario anonimato (“Puig rebaja el IRPF a las rentas de menos de 60.000 euros”) para convertirnos de golpe y porrazo en el paraíso… fiscal (Ayuso dixit) de la izquierda española. Hay que reconocerle la valentía, o la temeridad, de haber abierto este melón que Sánchez no quería ver ni en pintura. No pudiendo afrontar una reforma fiscal en profundidad, que es lo que el sistema está pidiendo a gritos hace tiempo, Ximo ha logrado con un par de pinchacitos y tres retoques devolver la tersura al factor diferencial izquierda-derecha en la Comunidad consolidando el liderazgo de su marca personal, el único activo válido para revalidar la presidencia. Como operación de lifting político, tiene mérito. Me quedo con esas medidas pintureras que tienen más alcance del que parece: el transporte público gratuito para los menores de 30 años y el nuevo test gratis para mujeres embarazadas por los que en la privada se cobran 420 euros. Son dos mensajes inteligentes a colectivos importantes: mujeres y jóvenes. Si los hubiera anunciado después de una subida de impuestos, también me habrían parecido bien. En clave local, los guiños a Alicante también son muy destacables. Es verdad que ahí soy más escéptico, pero se agradece la intención.

  

Y una cosa más:

¿Quién dijo vivir al día? Los alicantinos hemos descubierto las virtudes de nuestros abuelos y nos estamos convirtiendo en unos responsables ahorradores que, como la hormiga del cuento, guardamos para cuando las cosas vengan mal dadas. Los depósitos bancarios de particulares y empresas alicantinas aumentaron 664 millones en el segundo trimestre de este año hasta la friolera de 35.775 millones. Los datos de ahorro durante el trimestre anterior, en el que estábamos aún en modo “felices años 20” gastando a manos llenas tras salir del vía crucis de la pandemia, no admite comparación: 70 millones frente a esos 664. No sabemos aún el alcance de los nubarrones que se advierten en lontananza, aunque es normal que ahorremos porque ya sabemos que las subidas de tipos nos van a costar hasta 400 millones anuales. De momento, entre hormiga y cigarra, ya sabemos qué estamos eligiendo.

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