Parafraseando apócrifamente “Amanece que no es poco”, nunca hay que subestimar lo que ha sido Orwell para esta Comunidad. A nosotros Faulkner, el autor que aparece originalmente en la genial película de José Luis Cuerda, nos huele un poco a rancio. Aquí somos más del “doublethink”. Les explico. Cuando el autor británico escribió “1984”, tuvo que inventar un concepto de “neolengua” que le sirviera para explicar el duro ejercicio mental al que el estalinismo, del que el “big brother” es solo una metáfora, sometía a los sufridos habitantes de la Unión Soviética: el partido tenía razón siempre y cuando no la tenía se aplicaba lo anterior. Pero no es que antes no hubiera tenido razón y la tuviera después. La había tenido siempre porque siempre dijo lo mismo, aunque hubiera dicho cosas diferentes. Este lío era el “doblepensar”: la capacidad para sostener una opinión y la contraria al mismo tiempo. No se dejen engañar por las apariencias porque esto que, en otro orden de cosas, defendía Machín en su bolero (querer a dos mujeres y no estar loco) no se quedó solo como un tic de la izquierda, sino que con el tiempo llegó a afectar a partidos de todo pelaje y condición. Hace poco, sin ir más lejos, le pasó al PPCV a cuenta de la candidatura de la Inteligencia Artificial en Alicante. El partido apoyaba dos sedes: Alicante, para Mazón, y València, para Catalá. Al menos en este caso era pedir lo que aún no te han dado.

Pero bastante peor fue lo que le pasó ayer al PSPV, que aplaudió desde Valencia los Presupuestos de Sánchez calificándolos como “históricos” para la Comunidad Valenciana, mientras que desde Alicante el mismo PSPV matizaba este recital de insolidaridad pidiendo, qué menos, que cambiaran algo en unas cuentas que destinan a Alicante 1,2 euros de cada 10 invertidos por el Gobierno aquí. Para el diputado del PSPV por Valencia Vicent Sarrià,  unos presupuestos que le otorgan a la capital 7,4 euros de cada diez son justos. Pero es que para él, como para una parte del PSPV, la Comunidad se acaba allí donde empieza Alicante. Debe ser eso porque si Sarrià tuviera dos dedos de frente y un mínimo sentido de la decencia política nunca podría aplaudir unos presupuestos que relegan al inframundo a una parte esencial de su propia Comunidad. A Ximo le tocó, una vez más, salir al rescate del desbarajuste y prometió desde Bruselas equilibrar el agravio con 207 millones de los 300 que el Gobierno le da a la Generalitat para inversiones de libre designación. Se agradece, president. Pero como decía Ortega: “No es esto, no es esto”.  Alicante no quiere capotes. Quiere lo que le corresponde.

  

Y una cosa más:

La CEV va a hacer lobby y, ya puestos, “agitprop” y a tomar la calle para protestar por el agravio sangrante del que los Presupuestos han hecho víctima a la provincia de Alicante. Junto a la Cámara y a Ineca se van a manifestar ante la Subdelegación y se irán a Madrid a liarla, como decían los sindicalistas de antes, aunque en este caso dentro de un orden. Quieren reunirse con ministros y gente importante a ver si consiguen cambiar las tornas presupuestarias. Sin desmerecer un ápice este movimiento digno de encomio, que hay que agradecer en lo que vale en una provincia que se mueve muy poco cuando hay que defender sus intereses, la iniciativa peca de oportuna (no es una errata) porque obliga a tirios y troyanos a arrimar el hombro y a definirse. Es tiempo de acción conjunta y de adhesiones inquebrantables, que nadie quede atrás, aunque no podamos ni vernos. Yo aporto el título del “power point” para llevarse a Madrid que he fusilado de una conferencia que nunca llegó a pronunciarse de un reconocido especialista en la materia: “Alicante: qué es y dónde está”. Con algún ministro puede ser interesante empezar por ahí.

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