Ha causado consternación en la opinión pública la publicación de unos videos en los que desde un colegio mayor de chicos insultaban a las chicas de otro colegio mayor que se encontraban enfrente. Casi todos los representantes políticos han condenado severamente estos insultos machistas, salvo alguna excepción conocida de todos, y considerando que se trata de una falta de educación en la que muchos jóvenes están incursos en la cultura de la violación.

La primera reflexión es el porqué de la existencia de colegios concertados o subvencionados, sean colegios mayores o menores, que discriminan por razón de sexo, y separan a los chicos de las chicas en la fase de su educación. Y es que nuestra sociedad está impregnada de una cultura machista o de violencia sexual conforme una ancestral ideología moral sexual judeocristiana, donde el mayor insulto a una mujer es llamarle puta o a un nombre hijo de puta. Cultura judeocristiana donde la mujer no puede tener acceso a un seminario ni ser sacerdote u obispo y un cura no puede tener relación con una mujer ni una monja con un hombre. Donde la madre de Dios tiene que ser una virgen inmaculada, y al Dios se le reza como Señor Padre nuestro. Cultura patriarcal que se recibe en la educación y se continúa en la edad adulta. Desde la ventana del colegio mayor el peor insulto era el de puta ¿por qué se les ha ocurrido ese insulto? Por qué no se gritó: hermosas, guapas, os queremos. Es que eso les daría vergüenza, pues necesitan compartir en grupo su virilidad agresiva, como en los abusos o violaciones en grupo, donde necesitan demostrar su agresividad sexual, no vayan a pensar lo contrario.

Es cuestión de educación, sí, pero debemos partir desde el principio, la mujer es la fuente de la vida y no la causante del pecado original, y es nuestra compañera en todos aspectos de nuestra existencia, la mujer merece respeto sea honrada o prostituta, fiel o adúltera, y respetar cómo se viste o luce su cuerpo, con velo o sin velo. Nuestra compañera no es nuestra mujer, no decid: aquí mi mujer, porque no es tuya. No vale el lema de que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra a la mujer adúltera, aunque estés libre de pecado no tienes derecho a tirar ninguna piedra a una mujer. Resolviendo todos estos problemas parece que no tienen relación con los insultos y la agresividad, pero sí que lo tiene, nos daremos cuenta de dónde provienen esos gritos insultantes, de unos jóvenes aislados en grupo a otras jóvenes aisladas en el edificio de enfrente. Y mientras no cambiemos esa educación y cultura machista, se repetirán los actos de violencia verbal o física.