¿Cómo es posible que la provincia de Alicante, todos los años, ocupe las últimas posiciones en la inversión por habitante de toda España? Y, lo peor, da igual que mande el PSOE o el PP. Nos pasa con Pedro Sánchez, pero también nos pasaba con Mariano Rajoy. ¿Tendremos que formar un «Alicante Existe», al igual que se formó un «Teruel Existe» para que se dé visibilidad a nuestra zona?. Que esto pase en Alicante es, simplemente, increíble. Somos la quinta provincia de España en orden de importancia. Que nos pase algún año será discutible, pero que tengamos adjudicado el farolillo rojo en inversión casi todos los años es inaceptable.

No existimos para los presupuestos del estado

Algo se está haciendo mal y se debe corregir. No se debe pedir más de lo que nos corresponde, pero tampoco debemos aceptar menos de aquello a lo que tenemos derecho y nos hace falta. Debe existir la solidaridad interterritorial, pero entre todos.

En el capítulo de inversión en infraestructuras el Presupuesto del Estado sube un 3,3% sobre 2022 pero, en Alicante, baja el 12,1%. ¿Alguien sabe por qué?. La media de inversión estatal por habitante está en 283,4 euros. Pero en Alicante supone destinar 84,5 euros por habitante, mientras que Madrid recibe 193 euros y, curiosamente, la provincia de Valencia 363 euros. ¿Esto era la descentralización?.

De esta manera perdemos competitividad, empleo, capacidad de crecimiento, etc. y ganamos seguir con problemas que el tiempo va agravando. Después de las recientes inundaciones, en la Vega Baja, se anunciaron grandes promesas para evitarlas en el futuro mediante actuaciones sostenibles en el Segura, barrancos, cauces, litoral, etc.

Ahora, otra riada parece que se ha llevado estas promesas y hasta la siguiente. En el tema ferroviario seguimos igual: la prometida conexión con el aeropuerto sigue en el limbo y la urgente mejora de las cercanías Alicante-Elx-Murcia en vía muerta, nunca mejor dicho aunque, eso sí, ahí tenemos un flamante apeadero en Matola que costó un dineral, y otro que costará mejorarlo, para que vea pasar los AVE ya que su uso, por su inadecuada ubicación, es muy reducido.

Aunque se presupuesta un tercer carril en la A-70 entre Crevillent y Orihuela es esta una vía que, especialmente entre Elx y Alicante, está próxima al colapso y con situaciones de escasa seguridad vial en muchos momentos del día y que requeriría actuaciones. Si la segunda circunvalación se liberara del peaje, ya que está hecha, podría contribuir a algo de mejora. Y si las comunicaciones ferroviarias en la zona pasaran a ser como las del siglo XXI en vez de seguir en el XIX también contribuirían a reducir tráfico de vehículos. Tampoco el río Vinalopó recibe mejoras, seguirá siendo una cloaca a cielo abierto. Parece que aquí sólo se invierte en promesas.

La situación es insostenible. Tal es así que toda la sociedad valenciana se ha indignado. Ahora hace falta que actúe. Hay que conseguir que, en el trámite de enmiendas en su debate parlamentario, se consiga mejorar un capítulo inversor que margina, incomprensiblemente, a este territorio.

La labor ahí de Ximo Puig y la de Alejandro Soler, como responsable provincial del PSOE, será determinante. Ambos arriesgan su credibilidad. Aunque deben ser todos los parlamentarios de la zona y la sociedad civil la que muestre su decepción y su exigencia de cambio. Se acercan unas elecciones en las que este panorama no es, precisamente, muy presentable.

Y, ante todo, lo que se promete invertir hay que desarrollarlo. Nos presupuestan poco y buena parte ni se ejecuta, que esa es otra. Para 2022 nos prometieron 300 millones a la Generalitat para corregir insuficiencias y, entre otras, se anunció la terminación de la Ronda Sur. Ahora, un año después, no se ha hecho nada y nos la vuelven a prometer para 2023. Así no vamos a ningún sitio. Hace falta otra forma de gobernar, con prioridades necesarias a la mayoría social.