Los cinco o The Famous Five, en su versión original en inglés, son un grupo de niños, protagonistas de la famosa serie de novelas infantiles con ese título, que corren las aventuras que a la mayoría de los jóvenes les gustaría vivir, al menos si son ingleses de mediados del siglo XX, en un mundo de cerveza de jengibre y bocadillos de jamón, de York, por supuesto. Los personajes son dos niños, Julián y Dick, un perro, Tim, y dos niñas, Ana y Jorgina, aunque ésta última se hace llamar Jorge, puesto que quiere ser un chico y odia que la llamen por su verdadero nombre.

Las aventuras de los cinco

Las novelas de los cinco fueron escritas entre los años cuarenta y sesenta del siglo pasado por Enid Blyton (1897-1968), una prolífica y celebérrima escritora británica de relatos, poemas, obras de teatro y libros educativos para niños. La mayor parte de la obra de ficción de Blyton está compuesta por historias de misterio y aventuras, como la popular serie de relatos que da título a este artículo.

Su vocabulario y su prosa eran simples y muy accesibles para lectores noveles, lo que facilitaba la lectura para los niños, pero ese estilo también le granjeó algunas críticas por lo estereotipado de sus personajes y sus ingenuos puntos de vista. A pesar de ello, su popularidad entre los pequeños lectores no ha disminuido; se siguen reeditando sus libros y, a principios de este siglo, sus relatos habían sido traducidos a noventa idiomas y vendido más de 400 millones de ejemplares.

Yo también leí de chaval un montón de libros de Los Cinco y me gustaban, aunque ahora me resulten un pelín cargantes y de una moralina un tanto rancia; o eso pensaba yo hasta leer y escuchar ciertos comentarios la semana pasada respecto a los, no sé cómo calificarlos, lo dejaremos en incidentes acaecidos la semana pasada en un colegio mayor de Madrid.

Por qué el vídeo de una absurda «tradición» se hizo público justamente la semana pasada y por qué abrió los telediarios nacionales,

Si me atuviera a lo políticamente correcto, a renglón seguido debería realizar un alegato en defensa de la igualdad entre hombres y mujeres y pedir un castigo ejemplar para los jóvenes que protagonizaron los hechos que todos conocemos. Pero no es esa mi intención. Lo que quiero intentar es analizar los motivos que han llevado a que unos gritos, absolutamente desafortunados e impropios de unos estudiantes universitarios de 2022 (vaya eso por delante), se hayan elevado a una cuestión casi de seguridad nacional, puesto que han requerido de la intervención del Defensor del Pueblo, la Fiscalía de Madrid, varios ministros, el líder de la oposición y hasta el mismísimo presidente del Gobierno.

Quizás en este caso, la cuestión que cabría analizar es por qué el vídeo de una absurda «tradición» se hizo público justamente la semana pasada y por qué abrió los telediarios nacionales, cuando más tarde se ha sabido que existen imágenes similares de muchos años atrás y nunca a nadie se le ha ocurrido hacerlas públicas, al menos con la profusa difusión con que se ha hecho esta vez. Analicemos la semana.

Parece ser que Pedro Sánchez hizo caso a Ximo Puig cuando éste último dijo que se debería penalizar a las comunidades autónomas que rebajaran los impuestos.

En primer lugar, poco antes de que se difundieron las imágenes del Elías Ahuja, se supo que los ministros y el presidente del Gobierno se habían subido el sueldo para el próximo año un 4%, medio punto por encima de lo que va a subir el de los funcionarios y en un porcentaje mucho mayor de lo que lo va a hacer el de la «clasemediatrabajadoradestepaís», como reza el mantra que tan bien se han aprendido todos los cargos y cargas del PSOE. Imagino que, en el actual contexto económico, habrá alguna explicación que dar para este incremento de sus emolumentos, más allá de condenar los ritos iniciáticos de unos púberes.

Claro que lo de la subida de sueldo del Gobierno, reflejado en el anteproyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado (PGE) no es lo peor que aparece en ese documento, especialmente para la provincia de Alicante y, muy especialmente, para Elche. Parece ser que Pedro Sánchez hizo caso a Ximo Puig cuando éste último dijo que se debería penalizar a las comunidades autónomas que rebajaran los impuestos. Dit i fet, Ximo, Pedro ha escuchado e interiorizado tu argumento a la perfección, pero cebándose con Alicante, última provincia de España en asignación de los PGE per cápita.

Esta infrafinanciación de la provincia supondrá que en Elche no se ejecuten proyectos imprescindibles, como la finalización de la Ronda Sur o la conexión del cercanías desde la estación del AVE en Matola hasta el aeropuerto, con conexiones en el Parque Empresarial e IFA. Todo ello unido a que Ximo, aparte de cabrear a Sánchez, nos está tomando el pelo con lo de los 43 millones de los terrenos de la universidad.

Dit i fet, Ximo, Pedro ha escuchado e interiorizado tu argumento a la perfección, pero cebándose con Alicante, última provincia de España en asignación de los PGE per cápita.

Valoren ustedes ahora la prioridad que los medios dan a las noticias, pero si ponemos en una balanza el comportamiento de los jóvenes cabestros del colegio mayor y el trato que nos dispensan desde Madrid y desde Valencia, yo a los primeros los dejaba dos días sin postre y les encargaba una redacción; a los segundos…