Pocas cosas debe haber tan incómodas para un bully de manual que sentarse en el cine y que le pongan ‘Cerdita’, de Carlota Pereda. Sabemos que el género de terror es uno de los más versátiles a la hora de profundizar en las cuestiones mundanas: a través de las miserias de los personajes y las situaciones en las que se los contextualiza descubrimos quiénes son potenciales héroes y heroínas (buena gente) y qué personajes, por otro lado, son un bluff total.

La protagonista de ‘Cerdita’, Sara (Laura Galán), forma parte del grupo de las heroínas de las que no dan su brazo a torcer a pesar del difícil escenario que supone ser una adolescente víctima de acoso: la línea entre no convertirse en ellos y ser fiel a una misma es muy fina y solo las verdaderas heroínas logran mantener el equilibrio sobre ella (vemos a veces en ‘Cerdita’ a una persona equilibrada rodeada de zombies o predadores).

Pereda logra retratar el costumbrismo que nos une como solo ocurre en el mejor cine español: abuelas a la fresca, roles de género, familias trabajadoras, Instagram, la ansiedad en torno al cuerpo femenino a través de los propios ojos, visillos y un cuartel con ese “Todo por la patria” que se distinguirá al fondo de la imagen, justo antes de que Sara empiece su aventura al más puro estilo La matanza de la Vera. Con una banda sonora que mezcla sonidos de la propia película, el ambiente del film recuerda de tanto en tanto a lo más clásico del cine slasher, cuyos ejemplos traspasaban siempre nuestras fronteras y que ahora tenemos la suerte de ver desde dentro. A Galán, que está impecable, la acompaña una terrorífica e impecable Carmen Machi cuya actuación es mejor disfrutar sin spoilers.

Tras la moda del antihéroe al estilo Joker, ver una película donde la protagonista es capaz de ejercitar la madurez y la inteligencia emocional a la vez que hace perfecto uso de una escopeta es toda una delicia. ‘Cerdita’ tiene todos los elementos del género para convertirse en un clásico además de otros muchos que firman su contemporaneidad, como una visión feminista del terror a los cuerpos no normativos, de la adolescencia cuando se crece siendo una mujer, la amistad, la familia... y casi lo más importante, aprender que crecer es tomar decisiones que dirán de nosotras, mejor que ninguna descripción o bio en Twitter, la clase de ‘cerdas’ que elegimos ser.

Una se pregunta, sobre todo al final del metraje, qué habrán sentido los bullies (y los que acompañan a estos sin rechistar, objetar o apoyar a quien sufre) al ver esta película y, sobre todo, si les habrá sorprendido la decisión que toma la protagonista. Estoy segura de que a todas las Saras y ‘Cerditas’ no les ha sorprendido. Ellas habrían hecho lo mismo con idéntica puntería.