La infamia

TEATRE ARNICHES DE ALICANTE

*** ½

De Lydia Cacho. Dirección: José

Martret. Actriz: Marta Nieto

Basándose en su propio libro «Memorias de una infamia», la periodista mexicana Lydia Cacho es la responsable de la dramaturgia que gira en torno al secuestro y a los malos tratos que sufrió en su país en 2005, acusada de difamación. Un papel asumido por Marta Nieto como activista que lucha a favor de los derechos humanos y que denunció una red internacional de pedofilia.

Un gobernador de aquel país y un empresario pagaron a unos policías para que la secuestrasen. Todo a raíz de su anterior volumen «Los demonios del Edén», donde denuncia la explotación sexual de niños y niñas y a un gobierno cómplice de la corrupción y la violencia. La obra acoge estas fuentes reales, aireadas en su momento por medios de comunicación, y censura el abuso de poder y contra las mujeres oprimidas en el mundo.

Esto es «La infamia», un teatro alternativo y de denuncia social con ágil y minuciosa dirección de José Martret. O la defensa de la dignidad en una coproducción entre el Teatro Español y Producciones Come y Calla, vista en el Teatre Arniches de Alicante por un número estimable de espectadores.

El desafío de esta valiente mujer, interpretada por la actriz con una amplia gama expresiva, es un testimonio que involucra al público totalmente con su narrativa teatral y cinematográfica cuando describe cómo fueron el secuestro y las torturas que sufrió. En ese caso, la operadora de cámara merodea con una intensidad que refuerzan Marta Nieto y el perturbador espacio sonoro.

Las imágenes se exhiben en una pantalla y se explora este campo de comunicación (sin ser nuevo) en la línea del teatro multimedia. Algunas fotos proyectadas y el público observa, reflexiona y siente la fuerte experiencia emocional de la protagonista. Cuenta su infancia, los problemas que nos ocupan y cómo llegó a estar amenazada. Han intentado asesinarla varias veces.

Un coche todorreno y una celda son parte del sombrío entorno. La imagen en vídeo de Lydia aparece al final. Y los culpables fueron condenados. ¡Enorme fue la salva de aplausos!