La indiscutible bofetada sin manos que el Gobierno nos ha dado a los alicantinos con el proyecto de Presupuestos del Estado para 2023 no solo condena nuestra competitividad empresarial y el bienestar de toda la sociedad, que ya es decir. Los agricultores recibimos como un jarro de agua fría esta noticia mientras aún estamos digiriendo que el Ministerio para la Transición Ecológica haya aprobado, por segundo mes consecutivo, otro trasvase cero, o lo que es lo mismo, nos haya dejado sin agua para riego del Tajo-Segura a pesar de que los técnicos avalaban una transferencia de hasta 20 hm³. En la provincia de Alicante nos sentimos absolutamente agraviados y discriminados por unos políticos que no se conforman con el desprecio de dejarnos a la cola de España en cuanto a inversión por habitante y desamparados de proyectos para el próximo ejercicio. No contentos con ello, están decididos a enterrar infraestructuras que ya existen y que son básicas e imprescindibles para mantener una actividad esencial como es la producción hortofrutícola, que se desarrolla en unas 41.000 hectáreas de cultivo y que garantiza la seguridad hídrica de un campo que sufre hoy una incertidumbre más extrema que nunca.

Hace una semana el director general del Agua, Teodoro Estrela insistía en los millones de euros que supondrá la ampliación de la capacidad de la desaladora de Torrevieja. Pues bien, desde ASAJA Alicante queremos recordar que los agricultores no hemos pedido agua desalada. No podemos establecer una seguridad hídrica bien fundada bajo la premisa de subvencionar el agua desalinizada, pues eso es pan para hoy y hambre para mañana. Nuestros bolsillos no podrían soportar pagar el agua un 500% más cara si tenemos en cuenta que además estamos haciendo acrobacias para subsistir ante el encarecimiento de suministros, la especulación de las grandes cadenas que inflan el precio en el lineal del supermercado y la competencia desleal de muchos países con los que nos toca competir. ¿Por qué nuestros dirigentes se empeñan en invertir en negocios que nos condenan a una hipoteca ambiental? ¿Por qué nos quitan lo que sí funciona y a cambio nos imponen una alternativa cara y de mala calidad?

Nos venden que el cambio climático justifica estas decisiones. Los trabajadores del sector primario no estamos ciegos; sabemos que el cambio climático es una realidad y que el cuidado del planeta depende del compromiso de toda la sociedad, de la cual obviamente nos sentimos parte. Sin embargo, quienes defendemos a diario el problema del agua en Alicante y los escasos recursos de los que disponemos para mantener la actividad agraria y los cultivos activos, nos enfrentamos a una expresión que se ha convertido en un mantra político que viene a justiciar auténticos disparates como la supresión del Trasvase Tajo-Segura en virtud del incremento de los caudales ecológicos, una decisión que conllevaría la desaparición del 50% de la superficie agraria útil.

La hoja de ruta política ya está trazada, y el trasvase que defiende el Gobierno de España quedará reducido exclusivamente para atender las necesidades de boca. Lo peor es que están preparando el terreno, amparados en la acepción más viciada del cambio climático, para que ni siquiera haya debate, para que lo aceptemos como lo inevitable.

En Alicante contamos con el privilegio de producir frutas y hortalizas en la zona donde más productiva es la radiación solar del país. Sin embargo, los políticos se empeñan en ponernos la zancadilla, dificultando con sus decisiones el desarrollo normal de la Huerta de Europa. Desde ASAJA Alicante exigimos que la rigurosidad que requiere la lucha contra el cambio climático no comprometa los más de 30.000 empleos directos que genera la actividad agrícola en nuestra provincia. Ya lo decía Greta Thunberg el año pasado en una entrevista que concedió en Salvados: “El reto de la lucha contra el cambio climático debe mantener el equilibrio sin excluir a nadie”. Acción climática y puestos de trabajo, o nada. El campo grita auxilio, por favor, no nos dejen atrás.