Como cualquier premio corporativo, los Ondas reconocen sin pudor a los profesionales de la empresa que los concede. En esta edición, para no desmerecer, el de mejor trayectoria profesional es para Carles Francino. Centrándonos en la televisión no queda más remedio que poner en cuestión algunos galardones.

No cabe ninguna duda que Andreu Buenafuente se merece el premio al mejor presentador. Porque lo fue. Pero ya no lo es. Tuvieron cuatro ediciones de los Ondas para darle este trofeo mientras Late Motiv estaba en antena. Ya le dieron en 2019 uno por el espacio radiofónico No pasa nada. ¿A qué viene este premio post-mortem? Muchos de los fieles espectadores a su programa todavía no nos hemos recuperado de su ausencia. Nadie practica el arte de las entrevistas como él. Sólo faltaba el estreno de Culturas 2 para constatarlo. Cualquier parecido entre los doce minutos de entrevista de Paula Sainz-Pardo y el de Andreu son pura coincidencia. El ying y el yang. La noche y el día. De ser cierto que el mejor programa de entretenimiento fuese Saber y ganar se constataría lo aburrida que es la televisión, lo cual afortunadamente no es cierto. Que las mejores series de comedia y de drama sean La que se avecina y Cardo muestra la escasa ficción que ha consumido el jurado. En lo único que puedo estar de acuerdo es en el premio al mejor a Javier Cámara por la trilogía Vota Juan, Vamos Juan y Venga Juan. Primoroso.

Si querían premiar a los informativos de TVE no hacía falta que lo hicieran por la cobertura de la guerra de Ucrania. Hay razones más poderosas que practican en silencio día a día. Alejados de las bombas. Basta compararlos con los de las privadas.