Me ha propuesto el delegado de Información en Elche, Manolo Alarcón, que comience a escribir colaboraciones regulares en estas páginas. He aceptado el reto, y aquí me tienen.

lo que podemos hacer

Conozco a Manolo Alarcón porque me lo presentó mi gran amigo Sergio Rodríguez, pocas semanas antes de su muerte. Él está, pues, en el origen de estas colaboraciones. Deseo que todas y cada una de ellas sean un homenaje a Sergio, y así he querido reflejarlo en el título que he escogido: Y si no es ahora, ¿cuándo? Se trata de una frase de Sergio, que imprimió en las invitaciones a su boda y en las pulseras que nos regaló a los invitados, y que aparecía en muchos de sus posts en Facebook o Instagram. Una frase que me sirve a la vez para subrayar la urgencia de atender las necesidades sociales, que será la temática de estos artículos y que era también una de sus principales preocupaciones.

Se trata de una frase de Sergio, que imprimió en las invitaciones a su boda y en las pulseras que nos regaló a los invitados, y que aparecía en muchos de sus posts en Facebook o Instagram.

La guerra está destruyendo grandes núcleos urbanos en Ucrania ZINEBI

Principales compromisos

Comenzaré por contarles una experiencia personal, que he tenido la oportunidad de vivir en estos últimos meses. Una tarea a la que dedico parte de mi tiempo, desde hace dos años, es la colaboración con Conciénciate, entidad de voluntariado que, desde el pasado mes de marzo, ha asumido como uno de sus principales compromisos la atención a refugiados ucranianos. Son más de 200 las familias que han llegado a Elche desde que comenzó la guerra. Y he tenido ocasión de conocer de cerca la situación de algunas de ellas.

Pensemos por un momento en lo que ha vivido cada una de estas familias. Muchas se subieron en la frontera a un medio de transporte que no sabían dónde les llevaría. Han llegado sin trabajo, sin vivienda, sin recursos, sin conocer el idioma, teniendo que dejar atrás todas sus cosas y empezando una vida nueva muy lejos de su país. Y además, sufriendo constantemente por la situación de sus familiares y amigos que han permanecido en Ucrania.

Se pasaba el día llorando

Pensemos, especialmente, en los niños de esas familias, que han sido arrancados de pronto de su casa y del espacio que conocían. Yo he tenido la oportunidad de atender bastantes días a uno de ellos, un niño de cinco años que cuando llegó a Elche se pasaba el día llorando, y se despertaba siempre a las seis de la mañana esperando la sirena que anunciaba los bombardeos y que escuchaba cada día antes de poder escapar de la guerra. Se me ha quedado especialmente grabada su cara de felicidad cuando me enseñó un video grabado por su madre con el móvil el primer día que salió con una bicicleta que le habíamos regalado.

Gracias a la colaboración de muchas personas, de empresas privadas, de entidades sociales, del Ayuntamiento de Elche, y de tantos voluntarios, estas familias que han llegado a Elche pueden disfrutar de una vida mínimamente digna y se sienten acogidos en nuestra ciudad y en nuestro país. Pero queda un reto pendiente, porque la guerra no va a acabar pronto, y muchos de ellos no podrán regresar a sus hogares: hemos de conseguir que tengan oportunidades de empleo, pues sin ello no serán capaces de construir una vida nueva.

Un soldado mira el cráter que ha generado un misil ruso Celestino Arce Lavin / Zuma Pres

Se me ha quedado especialmente grabada su cara de felicidad cuando me enseñó un video grabado por su madre con el móvil el primer día que salió con una bicicleta que le habíamos regalado.

Solidaridad con todos

Es verdad que no atravesamos una buena situación económica, y que son muchas las personas que tienen dificultad para lograr un puesto de trabajo. Por ello, lo que quiero hacer hoy desde estas páginas es un llamamiento a la solidaridad. A la solidaridad con todos, pero también con los refugiados ucranianos. Y a la solidaridad de todos, pero especialmente de las empresas y de las administraciones públicas. Esa solidaridad que se manifestó cuando tantos ciudadanos y tantas empresas de Elche donaron productos de primera necesidad para enviar a Ucrania y a los campos de refugiados debe continuar. ¿No sería posible, por ejemplo, que las empresas ilicitanas contemplen ahora como una manifestación de su responsabilidad social la contratación de refugiados ucranianos? ¿No sería posible que las Administraciones públicas pongan en marcha planes de empleo extraordinarios y urgentes dirigidos a este colectivo?

Quiero hacer hoy desde estas páginas es un llamamiento a la solidaridad. A la solidaridad con todos, pero también con los refugiados ucranianos.

Tendemos a ver la guerra como una realidad lejana, de la que estamos a 4.000 kilómetros. Pero las consecuencias de la guerra están entre nosotros. No sólo la subida de los precios, sino también el sufrimiento de tantas familias refugiadas que se encuentran aquí, muy cerca, y a las que debemos ayudar. Quizá desde aquí no podemos parar la guerra, pero sí podemos contribuir a paliar el sufrimiento que genera.