«Las cosas empeoran bajo presión».

Ley de Murphy sobre la Termodinámica.

Noche cerrada. Un cielo encapotado, negro y de lo más amenazante se cernía sobre el Palau de la Generalitat, concitando los más horripilantes presagios y convocando maléficas fuerzas divisorias que se creía desterradas a remotos abismos y simas tiempo ha. Los curiosos que se atrevían a aventurarse por la calle con sus disfraces en la noche de Halloween, ignorantes del peligro que corrían, miraban sobrecogidos el cielo valenciano mientras los nubarrones escupían rayos, truenos y centellas. Todo era tétrico tirando a espeluznante. Como en un drama shakespeariano. Dantesco, incluso.

De repente, por entre los apelotonados nimboestratos y cirrocúmulos se coló, como una exhalación seguida de un suspiro, algo que revoloteaba. «¿Será un pájaro?» «¿Será un avión?». No, era nada menos que la Capitana Marvel, personificada por la mismísima vicepresidenta del Consell, Aitana Mas. Tras sobrevolar el palau y vislumbrar con su supervisión a Ximo Puig dando los últimos retoques a su disfraz de Gandalf, con bastón presidencial incluido, la superheroína compromisaria hizo unas cuantas piruetas en el aire sobre la plaza de la Virgen, llevándose calurosos aplausos de los sorprendidos transeúntes.

Todo era tétrico tirando a espeluznante. Como en un drama shakespeariano. Dantesco, incluso.

Wonder Woman

En esas deambulaciones estaba la crevillentina cuando, apartando un nubarrón de un supersoplido, apareció desde lo más alto del firmamento político, también como otra exhalación (o quizás más como una vaharada), nada menos que Wonder Woman, encarnada por otra mismísima, Mireia Mollà. Piruetas aéreas, varios tirabuzones de emergencia climática y nuevos aplausos. En una de sus gráciles evoluciones, la torrellanense muestra un lema en su capa: «Mas es menos / Mas és gens ni mica». Tras lo cual, queda suspendida de empleo y sueldo en el aire, encarando con gesto farruco a su otrora compi transformada ahora en su inclemente verdugo (¿verduga?). Más truenos, relámpagos y chisporroteos, mientras la gente corre a refugiarse donde puede, temiéndose lo peor.

Compromís, en un acto de campaña INFORMACIÓN

«¡Te vas a enterar de lo que le acaece a quien se mete con una Mollà!», espeta la airada consellera ilicitana, lanzando llameantes andanadas con sus manos y rayos gamma trifásicos con los ojos. Ya llevaba tiempo con ganas de soltar sus poderes sobre la advenediza heroína que osaba disputarle su ascendencia y descendencia político-parlamentaria en la coalición de las tres patas (sin rabo, de momento). La vicepresidenta se las ve y desea, pero con su traje anticalentamiento global logra repeler tan mortífera carga, tras lo cual recrimina airadamente a su colega y sin embargo enemiga la cantidad de CO2, CH4 y otros gases de efecto invernadero que acaba de emitir a la atmósfera con su infructuoso ataque: «¡Esto va en contra de los ODS y la sostenibilidad del Pacte del Botànic! ¡Te vas a enterar!».

Balcón del Palau

Wonder Mollà vuela a refugiarse en su conselleria para recapitular sus poderes con menor huella de carbono, mientras Marvel Mas, haciendo gala de sus plusmarcas atléticas y de su control sobre la energía electromagnética de fuente renovable, toma la iniciativa y con las mismas cambia la polaridad del grupo parlamentario de Compromís. A més a més, emplea su impresionante fuerza centrifugadora para expeler violentamente a la última ilicitana superviviente en el Consell hasta su pueblo, passant serres i muntanyes, yendo a caer sobre la mismísima torre de Calendura (lástima de restauración). A todo esto, Ximo se asoma al balcón del palau, pero cuando hace un amago de levantar el bastón mágico, la Meravella volante le dirige una mirada precognitiva que hace desistir al president de intervenir en la batalla de titánides del Botànic. «Vosaltres feu, feu...».

Mireia Mollà, entre Mónica Oltra y Aitana Más, en un acto de Compromís INFORMACIÓN

Cuando Mollà se recupera del tarascazo, a los sones de los cuartos desbaratados, se da cuenta de que los rayos cósmicos que le ha lanzado Mas han transformado su morfología atómica. Ya no es Wonder Woman, se ha convertido en la Mujer Invisible. También con muchos poderes y facultad incorpórea a conveniencia, pero más abajo en la jerarquía de superheroínas. Así que desciende desde la torre hasta la Plaça de Baix, donde se celebra la fiesta de Halloween, pero como ahora es etérea pasa desapercibida. Tras materializarse de nuevo, se le unen el pater familias, Pasqual Mollà, ataviado de Reed Richards, y los concejales correligionarios Esther Díez, que va de Antorcha Humana (se ha dejado la bici en casa para que no chamuscarla), y Felip Sànchez, imbuido de La Cosa (disfraz adquirido en un comercio local, por supuesto, aunque sin bono consumo). Una vez reunidos, Els 4 Fantàstics se sumergen en la jaranera fiesta a ritmo de reguetón, camino de su sede secreta en los túneles de la Calahorra, para pergeñar su próxima aventura.

Así que desciende desde la torre hasta la Plaça de Baix, donde se celebra la fiesta de Halloween, pero como ahora es etérea pasa desapercibida.

Patrulla X

A todo esto, desde el arco del Ayuntamiento, Marian Campello, secretaria autonómica y jefa local de Més (que no es Mas en valenciano, sino por Més, una de las patas de Compromís; Mas es de otra pata, Iniciativa, como Mollà, que según Mas no hace más que meter la pata); desde el arco, como apuntaba, Campello observa atentamente las evoluciones de los F4, caracterizada de Tormenta (de los X-Men, aunque la añeja denominación de Patrulla X quedaba más inclusiva, mira por dónde). Aspira, con sus no menos relevantes poderes meteorológicos, a colocarse en el número 2 de la próxima papeleta electoral, ensartándose como un témpano en el bloque Díez-Sànchez. ¿Serán capaces los 4 Fantásticos de salir victoriosos de la próxima batalla contra Capitana Marvel y Tormenta? Atentos al próximo episodio del serial, Vengadores: Primaries Wars (hay negociaciones con Netflix).

Una imagen de Aitana Mas, entre los concejales de Compromís per Elx, de la pasada Corporación Antonio Amorós

No era solo en la noche de ánimas, sino que llevaba ya varias vigilias con este ritual galáctico, tomando notas sin parar de sus reflexiones cósmicas.

Mientras tanto, en lo alto de la torre del Consell municipal, el alcalde, Carlos González, enfundado en un traje de Buzz Lightyear supervisado por la NASA, mirando al firmamento meditaba sobre lo oscura que es la energía oscura del Universo y cavilaba sobre qué había antes del Bing Bang o por qué la gravedad es muchísimo más débil que el electromagnetismo, aunque no lo parezca a simple vista... No era solo en la noche de ánimas, sino que llevaba ya varias vigilias con este ritual galáctico, tomando notas sin parar de sus reflexiones cósmicas. Todo con el fin de preparar un discurso empírico y epistemológico adecuado para el supuesto momento en que el Gobierno anuncie que la Agencia Espacial Española se instalará en suelo ilicitano. Toda precaución es poca en estos casos, no sea que por los nervios del histórico momento vaya a confundir los anillos de Saturno con la nebulosa del Cangrejo y nos retiren la concesión por ignorantes astrales. Ya lo dijo Séneca: Per aspera ad astra. O lo que viene a ser lo mismo: con esfuerzo se alcanzan las estrellas.

Los máximos responsables de Compromís hace un año, cuando se aprobó el anteproyecto de protección del Palmeral de Elche JULIA RUIZ. VALÈNCIA| BIEL ALIÑO

Todo con el fin de preparar un discurso empírico y epistemológico adecuado para el supuesto momento en que el Gobierno anuncie que la Agencia Espacial Española se instalará en suelo ilicitano.

Calendura

En esas estaba cuando fue interrumpido inopinadamente por el pepinazo de Wonder Mollà contra Calendura. Pensó que había caído un meteorito, y lo interpretó como un buen presagio para la agencia espacial. Hasta que vio surgir de entre los escombros, sacudiéndose el polvo como si nada, a su antigua compañera de gobierno tripartito. «¡Cáspita! Esta viene a hacerme la vida imposible otra vez», exclamó para sus adentros, mientras comenzaban a refulgir todas las lucecitas de su traje espacial. Dicho lo cual, para evitar males mayores, activó los propulsores de vuelo, extendió los brazos al cielo y salió disparado hacia una galaxia vecina, al grito de «¡Hasta el infinito y más allá!».

Ya lo dijo Séneca: Per aspera ad astra. O lo que viene a ser lo mismo: con esfuerzo se alcanzan las estrellas.

«¿Será un pájaro? ¿Será un avión?», preguntó Carlos Mazón a Pablo Ruz al verse sorprendidos por la refulgente ascensión, mientras paseaban por la Glorieta disfrazados de Batman y Robin (aunque no se adivinaba quién era quién), estudiando de incógnito las opciones de la futura sede local de la Diputación. «No, querido presidente. Es una prueba más de como González margina a la oposición y a la Dipu», espetó amargamente. «¡El primer lanzamiento de la agencia espacial y ni siquiera nos ha invitado!». Ad astra.