Como ustedes sabrán y aquí se ha comentado en numerosas ocasiones, la novela, en el sentido que hoy en día le damos, no apareció en el panorama literario hasta finales del siglo XV. Sin embargo, en la Edad Media, tanto los lectores, que eran una escasa minoría de la población, como el público analfabeto que accedía a los textos a través de la tradición oral, como la juglaresca, acogía todas las narraciones interpretando de manera fehaciente que se trataba de ficción, salvo que alguno tuviera alteradas sus facultades mentales, como era el caso del personaje de Alonso Quijano.

En la época medieval los relatos, como regla general, se enmarcaban bajo dos grandes epígrafes: el cuento y la ficción larga, siendo la diferencia entre uno y otro no ya la extensión, sino que el primero narra un episodio y el segundo un argumento algo más complejo. Como ejemplo de ficción larga podríamos citar las novelas de caballerías, mientras que los cuentos podían ser didácticos, como El conde Lucanor, cómicos, como Libro de los engaños, o de entretenimiento, como Los Cuentos de Canterbury.

Ayuso, en el pleno de la asamblea de Madrid Marta Fernández Jara

Hierática princesa

Dentro del género de ficción larga que comentábamos, existía un subgénero conocido como ficción sentimental, que consistía en obras cortas de tema amoroso y desenlace triste. En esta categoría podríamos incluir la obra de Diego de San Pedro, considerada ya una novela, aunque se sitúa a caballo entre la Edad Media y el Renacimiento, Cárcel de amor (publicada en 1492). La trama, resumida de una forma muy sucinta, se centra en un caballero, enamorado de una princesa, que es conducido a la «cárcel de amor» por el deseo; el caballero busca un mediador que persuada a la fría y hierática princesa, antes de que su amor acabe por consumirlo.

La cárcel que alberga al prisionero se encuentra en una montaña, sobre una roca que representa la fidelidad. Las columnas que sustentan la prisión son la memoria, el entendimiento, la voluntad y la razón; en lo alto de la torre que la corona están la tristeza, la congoja y el trabajo, formando unas cadenas que atenazan el corazón. Sobre la cabeza del reo pesa una corona de tortura, forjada con una aleación de ansia y pasión. Toda una teoría metafísica sobre el amor, basada en la tradición escolástica.

El primer ministro Pedro Sánchez, en un acto oficial Gehad Hamdy/dpa

Las columnas que sustentan la prisión son la memoria, el entendimiento, la voluntad y la razón; en lo alto de la torre que la corona están la tristeza, la congoja y el trabajo,

Hipérbole

Claro que cualquier lector de la época, o cualquiera que se aproximara a esta obra en nuestros días, comprendería que la cárcel que se describe es una alegoría o una metáfora rayana en la hipérbole. De la misma manera, cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, comentó durante el transcurso de una entrevista televisiva concedida a Tele 5 el pasado lunes que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quiere blindarse y también a los suyos y «tener a la oposición en la cárcel, como en Nicaragua». «Eso es lo que están pretendiendo: Hay que destrozar a la oposición porque en las dictaduras no puede haber ni oposición. Hay que matar también a la oposición porque yo me he de perpetuar, no sé con qué proyecto porque Sánchez no ha hecho nada bueno por España», estoy convencido de que la cárcel a la que alude Ayuso de amor no es, pero tampoco es una prisión real sino, como decíamos, una metáfora de un modo de hacer las cosas desde el Gobierno de España que no sólo le chirrían a Ayuso -muchos pensamos lo mismo- pero que ella verbaliza con ese desparpajo que la caracteriza y que, sin duda alguna, es parte de la clave de su éxito electoral en Madrid.

Seat y Cupra

En fin, volviendo la mirada hacia nuestra tierra, aunque no me he podido resistir a hablar de Ayuso porque, debo reconocerlo, me gusta su frescura y su falta de complejos a la hora de defender sus ideas, en la Comunidad Valenciana hemos tenido una buena noticia: el anuncio que ha realizado Volkswagen el pasado miércoles, a través de un vídeo difundido por Wayne Griffiths, presidente de SEAT y Cupra, de que finalmente la macro factoría de baterías para coches eléctricos de la multinacional alemana se instalará en Sagunto. Gracias a unas más que generosas ayudas públicas, añado yo sin ánimo de aguar la fiesta.

Ella verbaliza con ese desparpajo que la caracteriza y que, sin duda alguna, es parte de la clave de su éxito electoral en Madrid.

Me alegro sinceramente a que nuestros vecinos valencianos reciban esa inversión que redundará en la creación, directa e indirecta, de miles de puestos de trabajo y en la generación de riqueza para esa provincia. Pero echo de menos que el Consell no ponga el mismo empeño cuando se trata de recabar inversiones para la provincia de Alicante.

Agencia Espacial Española

Ahora mismo, precisamente, nuestras dos principales ciudades, Elche y Alicante, se encuentran inmersas en una competición con otras ciudades de España para intentar conseguir ser sede de la Agencia Espacial Española y de la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial respectivamente. No digo que en este caso la Generalitat no se haya implicado, pero no observo el mismo entusiasmo que si las candidatas fueran Valencia o incluso Castellón.

El Ayuntamiento de Elche está poniendo un gran empeño para que nuestra ciudad logre su objetivo. Espero que lo consiga (y que Alicante también logre el suyo). La competencia es dura, pues se han presentado candidaturas muy potentes en toda España, pero quién sabe, igual conseguimos darle un disgusto a Valencia y liberarnos, por una vez, de la «cárcel de amor» en la que ésta nos mantiene prisioneros.