Este jueves me vacunaron de covid y gripe, así que, como escribo el viernes, me duelen los dos brazos y garabatear en el ordenador con dolor de brazos no me gusta, pues siento menoscabado mi estado de bienestar. Me venzo, acallo mi lamento y me pongo. Y empieza a diluviar. Está bien: me gusta que llueva. Si lloviera mucho más no tendríamos problemas con el trasvase, ni con la tasa turística, ni con los parques fotovoltaicos. Pero nos llueve poco. En mi tierra somos gente poco llovida y eso se nos nota, sobre todo en que no somos dados a considerar que el clima es asunto complicado. Cosa de comunistas que dice aquella. En fin, el caso es que me toca escribir estas letras con dolor de brazos y la tormenta al otro lado de la ventana. Genial para pensar en lo de la manifestación por más inversiones para Alicante con una mejor financiación de esta seca tierra, salvo cuando se moja una barbaridad.

Creo recordar que ya hubo una concentración para protestar justamente por el olvido manifiesto al que el Estado somete al honesto pueblo alicantino, que nunca se queja. La convocó la Cámara de Comercio y el PP. No estoy seguro de que a la Cámara de Comercio le interesara esa compañía. Aunque lo mismo sí, porque cuando ganen ya no habrá comunistas que quieran hablar del cambio climático, y así tendremos un trasvase cada día, o dos, no habrá tasa turística y el AVE desde Alicante parará en cada esquina de Madrid y en casa de los asesores científicos de Ayuso, si no están veraneando en Alicante. Esto lo digo de broma, pero la verdad es que resume las grandes pretensiones de una parte castiza del empresariado de aquí. Con eso es difícil armar una plataforma movilizadora creíble en Madrid, que están a otras coas y que, total, cuando vienen a Alicante tienen lo que hay que tener: sol, playa y paella.

En fin, hubo una concentración indolente. No sé si al PP le interesaba ir de la mano de la Cámara de Comercio. Lo digo porque otras veces van solos y son más. A ver si va a ser que sin bocadillo incluido en la convocatoria no hay masas o es que hay una parte del electorado que se cree lo que dicen Ayuso y Trump de que los nuevos empresarios son comunistas, que podría ser. El tiempo anda muy revuelto. Algunos desean que los relojes caminen hacia atrás. Los viejos tiempos de amor enfermizo entre empresarios y derecha provincial lo mismo ya no se dan. Eso era aquí el bipartidismo: el PP y una clase empresarial que aplaudía con una mano y con la otra pedía subvenciones y recalificaciones. Pero, vale, una pena: “Alicante” salió pelín maltrecha de la fallida concentración. Lo mismo no hubo ni concentración porque las moléculas, con el calor, estaban agitadas y dispersas. En fin, me parece que se están corrigiendo cosas, mejorando un poco los injustificables presupuestos para Alicante. Pero no por esta temible no-concentración, sino porque las fuerzas del Botànic han sido conscientes del desaguisado y van rascando un poco de allá, un poco de más allá.

Y en esas que el viernes que viene -festividad de San Román de Antioquía, a quien cortaron la lengua para que dejara de predicar a los paganos-, se anuncia esta otra manifestación, que parece la segunda vuelta pero que es sutilmente distinta. Yo no sé a qué lumbreras se le ha ocurrido convocarla un viernes a las 11 de la mañana. No indagaré, que lo mismo lo conozco y hasta es amigo. Yo iré. Esto no significa gran cosa. Pero iré. Porque aquí van a estar todos menos la Cámara de Comercio y Vox. Una pena, que ya podrían ser coherentes y venir todos cogidos del brazo. Si viene hasta Ciudadanos, que, como sabemos es marca de deporte de masas. Pero van a estar las fuerzas que gobiernan la Comunidad, la Confederación Empresarial Valenciana y los sindicatos. Lo más cerca que podemos calificar de sociedad civil. Eso no significa quitar tal membresía a otras entidades que, por supuesto, tienen derecho a manifestarse y a ser contados. Pero la representatividad existente es evidente. Luego saldrá lo que saldrá, que ya veremos. Pero, sobre todo, esta concentración lanza el dardo al corazón del problema: la financiación. Me he cansado de decir que debilitar la unidad de discurso de la Comunidad Valenciana en nombre de intereses particulares alicantinos es un error, aunque existan hirientes, sangrantes peculiaridades y olvidos imperdonables. La medida de la potencia en Madrid vendrá dada por la comprensión, consideración y mejora de las justas demandas de la Comunidad en su conjunto. Y hasta que no se entienda eso, la voz de Alicante estará afónica en Valencia. Y en Madrid. Por más que, a quien toque, vocifere en la Noche de la Economía Alicantina.

Porque nuestra Comunidad tiene unos altos niveles de complejidad y de institucionalización. Las redes de conocimiento, de universidades, de sinergias económicas, de asociacionismo empresarial, de fuentes de comunicación y la importancia numérica de la representación política, deberían hacer olvidar a algunos la quimera de un “Alicante también existe”. Pues claro que existe. Pero fuera de la Comunidad existiría mucho, muchísimos menos. Una muestra de esta realidad es que hasta PSOE y UP tienen que retratarse y ponerse al frente de la manifestación que critica al Gobierno de Pedro Sánchez y aliados. ¿Se imaginan a Mazón encabezando una manifestación contra los presupuestos de un hipotético Gobierno de Feijoo y Abascal?

En esas estamos. En el aprendizaje -¡aún!- de que agrupar fuerzas no debilita a nadie. De que en toda negociación alguien pierde un pedacito de su perfil. De que las guerras sostenidas inmemorialmente desde la premisa básica del agravio acaban, contra lo que la intuición sugiere, con la desmovilización. En ese esquema la nostalgia de aquellos tiempos en que nos quejábamos mejor sólo nos recuerda que de aquellas quejas no salieron grandes victorias. En fin, que el viernes que viene habrá que recordar que la raíz última de muchas desventuras es la vergonzosa financiación del Estado a la Comunidad Valenciana, incluida la tierra alicantina, que parece que no, pero sí.