Faltan escasos seis meses para las elecciones autonómicas y municipales. Todas las encuestas constatan que, entre los bloques de derecha e izquierda se dan movimientos dentro de ellos, pero con poco trasvase de votos de uno a otro.

Ello augura un resultado muy ajustado, tal y como ya fue en 2019, tanto a nivel de la Generalitat como de la gran mayoría de los ayuntamientos. La incidencia de la política nacional parece que volverá a ser determinante. Se vive en una especie de crispación permanente, que deja poco margen al debate sosegado y mucho a la descalificación. En momentos como los actuales parecen los peores ingredientes para que nuestra sociedad pueda afrontar, en las mejores condiciones, la salida de la actual crisis.

Feijóo, inaugurando una exposición Javier Lizón

Feijóo

Ni siquiera la llegada de Alberto Núñez Feijóo, como presidente del PP, en sustitución de Pablo Casado, ha servido para moderar la política española. Las evidentes limitaciones del sustituto, unido al marcaje que, con tanto éxito, le hace Isabel Díaz Ayuso, están desdibujando su figura y relativizando su propia capacidad para dirigir su propio partido, lo que crea dudas más que razonables de cómo podría dirigir España una persona así. Con ello, el denominado “efecto Feijóo” asoma sus “defectos”, y las encuestas parecen limitar sus posibilidades sobre las que inicialmente se presumían.

Momentos como los actuales parecen los peores ingredientes para que nuestra sociedad pueda afrontar, en las mejores condiciones, la salida de la actual crisis.

Tercer Botànic

En el País Valenciano todo apunta a que Ximo Puig podría repetir al frente del Consell, siempre y cuando Podemos entre en Les Corts Valencianes y Compromís no baje mucho. Aunque difícil papeleta tienen ambos con sus crisis internas. Un tercer Botànic sólo así será posible, ya que Puig es capaz de atraer votos, con sus decisiones, de todo el espectro político al gozar de una polivalencia inaudita.

El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, relajado ROBER SOLSONA/EUROPA PRESS

A escala local, es evidente que la batalla se dará entre Carlos González y Pablo Ruz, entre un veteranísimo del PSOE y un veterano del PP. Sus posibilidades de triunfar están en que, en un caso, el bipartito que le dio la Alcaldía se mantenga y, en el otro, en que consiga aumentar lo suficiente para dar el vuelco. Y ambas cosas son posibles. Si en 2019 el resultado se decidió por un solo concejal, es posible que en 2023 vuelva a pasar, aunque aún no se sabe en qué sentido.

Espíritu santo

Confirmando esta realidad, ambos partidos son los únicos que ya tienen elegidos sus cabezas de lista. En el caso del PP el candidato era sabido hace años. En el del PSOE ha tenido que intervenir el Espíritu Santo, transformado en Pedro Sánchez, para que así fuera ungido y sin oposición, para más inri. Ni a Fernando VII se las pusieron mejor.

El resto de partidos presentes en el Ayuntamiento no ha tenido tanta prisa, o no ha podido por razones internas. Incluso en el caso de Compromís lo que parecía evidente, habrá que demostrarlo. Cambios en la correlación interna de las “familias” y el deseo de Marián Campello de estar en una lista que, hasta ahora, era una balsa de aceite, ha puesto a hervir el tema y habrá que votar para ver que Esther Díez o ella la encabecen.

En el del PSOE ha tenido que intervenir el Espíritu Santo, transformado en Pedro Sánchez, para que así fuera ungido y sin oposición, para más inri. Ni a Fernando VII se las pusieron mejor.

En Ciudadanos y Vox la situación se presenta difícil. Es posible que el “abrazo del oso”, en forma de PP, les absorba y tengan dificultad para seguir en el Ayuntamiento. El voto útil de la derecha puede castigar tamaña división en su espectro ideológico.

La izquierda

Debería evitarse que algo así también pasara en la izquierda. Por parte de Podemos de Elx ya se ha lanzado oferta de colaboración con Compromís y, se supone, también integraría a Esquerra Unida. Tal vez fuera la única forma de asegurar una alternativa netamente a la izquierda del PSOE. Y hay que decir que, en Elx, hace mucha falta algo así. La experiencia de estos últimos ocho años ha sido muy frustrante en temas importantes.

En Ciudadanos y Vox la situación se presenta difícil. Es posible que el “abrazo del oso”, en forma de PP, les absorba y tengan dificultad para seguir en el Ayuntamiento. El voto útil de la derecha puede castigar tamaña división en su espectro ideológico.

El PSOE ha hecho lo que ha querido, y no siempre bien, y la labor de Compromís ha sido de una pasividad cómplice decepcionante. Otro giro en este ámbito es imprescindible para que Elx avance, se note y no se pierda la Alcaldía.