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Juan R. Gil

ANÁLISIS

Juan R. Gil

Las cuentas y los cuentos

Las dos concentraciones celebradas no han logrado sacar a los alicantinos a la calle, pero la presión ha servido para mejorar las inversiones públicas en la provincia

Vista general de la protesta celebrada este viernes en Alicante. Alex Dominguez

Ya sé que lo saben. Pero, como visto lo visto tampoco es que parezca que a la mayoría de lectores les inquiete demasiado, repito por si no se acuerdan. El proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2023 situaba a la provincia de Alicante, quinta en población y también en aportación al PIB, como la 52 de España (es decir, la última de todas) en inversión por habitante. En puridad, tampoco es que fuera ninguna novedad: Pedro Sánchez no es en ese sentido más perverso que Mariano Rajoy, que ya nos colocó en tan precario lugar alguna vez durante su mandato. Ocurre que, sin salir de esa triste posición, Sánchez esta vez ha batido récords en todos los diferenciales entre lo que percibiría un alicantino de esos presupuestos (84,4 euros), la media nacional (283,7 por cabeza) y lo que recibiría, por poner un ejemplo, un ciudadano de Soria (más de mil). Y que los vasos se van llenando poco a poco, pero se desbordan con la última gota.

El clamoroso maltrato provocó una reacción tan vívida como paradójica. Y me explico. La Cámara de Comercio de Alicante convocó una concentración de protesta que resultó un fracaso: no se puede usar artillería tan gruesa (del «Alicante no se humilla» al inefable «¡Se acabó!» a ritmo de María Jiménez) si el individuo que la dirige, en lugar de buscar alianzas, se dedica a reñir, gritar y amenazar a todo el que se le acerca. Eso fue el día 3, en la plaza de la Montañeta y a la llamada ni siquiera acudieron todos los miembros del propio comité ejecutivo de la entidad, no digamos ya del plenario. Quince días después, el pasado viernes, la Plataforma por una Financiación Justa de la Comunidad Valenciana celebró en el mismo lugar la suya, que también fue un fiasco en cuanto a participación popular. Como comentó un empresario al acabar, «en mi boda había más gente». Cierto.

En definitiva, si la concentración del día 3 -apoyada por el PP, que tendrá que explicar si es esto (gritos, riños, purgas y amenazas con olor a naftalina) lo que nos espera de alcanzar los populares el gobierno de la Generalitat- fue una exhibición trasnochada que en pleno siglo XXI nos intentaba retrotraer a la década de los 90 de la centuria pasada (¿quizá porque fue en ese momento cuando el PP conquistó el poder y alguno no se ha dado cuenta de que aquella sociedad y esta no tienen nada que ver y las formas de ganar elecciones han cambiado?), la del 18 -controlada desde la jefatura del Consell- acabó en un trampantojo, donde, como muy bien subrayó ayer el director de este periódico, por cada indio había diez o más jefes.

Y, sin embargo, y ahí está la paradoja, las dos nos han ido bien. La provincia de Alicante, a pesar de la desidia justificada o no de los alicantinos, está hoy mucho mejor en lo tocante a inversiones, de lo que lo estaba hace un mes. Sumemos:

-Los PGE preveían una inversión de 160,8 millones de euros en Alicante.

-Denunciada la discriminación que esa cantidad suponía respecto a lo invertido en el resto de circunscripciones, el Gobierno de Sánchez respondió corrigiendo al alza en otros 69 millones más en proyectos ferroviarios y otros siete en infraestructuras hídricas, alegando que tales cantidades no se habían contabilizado en el primer documento presentado «por error». Bueno, aceptemos pulpo como animal de compañía.

A la protesta de la Cámara no acudió ni la totalidad de su comité ejecutivo. La de la Plataforma era de cargos públicos y liberados


-A esa primera corrección se sumó otra, anunciada el día de antes de la concentración del viernes: 51 millones de euros más, a partir de enmiendas cuya aceptación ya se ha comprometido.

-El Botànic del PSPV, Compromís y Unidas Podemos, dos de cuyos socios conforman a su vez el Ejecutivo central, reaccionó también de dos maneras. Una, por la vía de transferir a proyectos en Alicante 207 millones de los 300 que la Generalitat recibirá este año del Gobierno central para compensar el déficit de financiación que sufre la Comunidad. Dos, aprobando la mayor inversión de la historia procedente del presupuesto estrictamente autonómico, donde Alicante, con un total de 610 millones de euros, acaparará el 40% de la inversión en infraestructuras.

-De rebote (con independencia de las negociaciones que se hayan desarrollado, el clima de opinión y los diputados en juego es lo que al final siempre acaba inclinando las balanzas), se han conseguido avances en otras parcelas: verbigracia, el trasvase Tajo-Segura. Hace sólo unas semanas, estaba muerto y enterrado. Ahora está garantizado por casi una legislatura más. No es lo que teníamos (en eso tiene razón Mazón, aunque no debería «olvidar» los recortes que hizo cuando era ministra su compañera de partido Isabel García Tejerina) pero es mejor que lo que pretendía imponernos la vicepresidenta Ribera. En esto una guía será la valoración que hagan los agricultores del acuerdo: si lo celebran, aunque sea con matizaciones, es que es positivo.

Así que los alicantinos no se han echado a la calle. Ni el día 3 ni el 18. Ni cuando les llamó a hacerlo la Cámara de Alicante junto con el PP, Cs y Vox, ni cuando lo hizo la Plataforma por la Financiación, que incluye a todos los partidos salvo la ultraderecha, la patronal y los sindicatos. Pero han obtenido rendimiento de la presión ejercida sobre Madrid y Valencia desde todos esos ámbitos y, subrayemos lo que es de justicia subrayar, desde los titulares de INFORMACIÓN, en torno a los que todo ha girado. La actitud del presidente de la Cámara no ayudó en nada el día 3. Pero la concentración que esa entidad convocó -lo dije y lo repito- tenía que celebrarse y contribuyó a espolear los cambios que a la postre se han producido. La estrategia de la Generalitat de mezclar la reivindicación de Alicante con la de toda la Comunidad y «dormir» así la protesta fue tramposa en su origen, pero da igual si, de todos modos, lo que se perseguía (mejorar la financiación de la provincia) se ha conseguido. Nunca había tenido Alicante peor trato en unos presupuestos del Estado. Pero tampoco nunca se había beneficiado de una corrección posterior tan extrema. Falta por ver que todo lo prometido se cumpla. Esa es la próxima batalla.

El Gobierno central ha corregido y el de la Generalitat ha compensado, destinando más dinero a la provincia


Ha habido en todo esto actores cuyo papel exige comentario:

-El presidente del PP. De entre los políticos relevantes, Carlos Mazón es el único que ha estado en las dos concentraciones convocadas para protestar por el agravio a Alicante. Se equivocó en la primera, fiándolo todo a quien no debía. Pero reseteó en la segunda, la del pasado viernes, donde ya no estuvo sólo como presidente de la Diputación de Alicante, sino que ejerció como lo que es, candidato a la presidencia de la Generalitat, y obligó a arroparle a muy significados líderes de su partido en Valencia, además de a todos los pesos pesados del PP de Alicante. En todo caso, el aspirante a gobernar la Comunidad tiene que estar a todas. Y Mazón lo ha entendido y ha acertado obrando en consecuencia.

-El jefe del Consell. Si Mazón ha estado en todas, la del 3 y la del 18, Puig no ha acudido a ninguna. A la primera, la del 3 de noviembre, era de esperar que no viniera, puesto que como hemos dicho quien la convocaba no quería junto a él a nadie que le pudiera hacer sombra e hizo todo lo posible por quedarse solo, creyendo que con eso iba a lucir. Pero para la ausencia en la segunda, Puig no tiene coartada. Si se manifestó en València contra la discriminación de la Comunidad en la financiación del Estado, con más razón ahora donde, porque él mismo lo trazó así, a esa discriminación genérica de toda la autonomía se sumaba la de Alicante, con lo que, si lo hemos entendido bien, el que acudieran cuatro gatos es un pinchazo también de toda la Comunidad. Puig siempre podrá decir que envió a todo su Gobierno y que eso no tiene precedentes. Y es cierto. Y que los presidentes como él no protestan en la calle, sino que gestionan sus presupuestos y negocian los de otras administraciones. También es verdad y ya hemos dicho que en ese terreno ha demostrado tanto interés por Alicante como voluntad por paliar sus déficits. Pero, si damos por bueno eso, no nos queda más que preguntarle por qué sólo un día antes sí estaba manifestándose en Barcelona. Puig tiene una agenda cargada, desde luego. Pero en la del día 18 sobró cálculo y faltó arrojo. En todo caso, a un presidente es a quien más hay que aplicarle el refrán que reza que «obras son amores». Así que, si las cuentas salen, lo demás serán cuentos.

-Los sindicatos. UGT y CC OO no acudieron a la concentración convocada el día 3 por el patrón de la Cámara de Comercio, lo que resulta comprensible dada la consideración que tiene de los trabajadores según se desprende de sus actos y sus discursos. Pero en la del 18 su papel se limitó a poner las banderolas con las que tratar, sin éxito, de aparentar que aquello, convocado un día laborable a las 11 de la mañana, era una protesta de la gente, cuando no era más que una nota en la agenda de unos cuantos cargos públicos políticos y otros tantos liberados sindicales. La cortedad de miras de las centrales en esta Comunidad es cada vez mayor y resulta preocupante para los que pensamos que su papel es realmente fundamental. Si no son capaces de ver otra cosa, ¿tampoco llegan a entender que una menor inversión por habitante acaba redundando en perjuicio para el empleo?

-La patronal autonómica. Pese a los errores cometidos en este proceso por el empresariado es la CEV la que más ha contribuido desde ese lado a que el maltrato a Alicante se corrija. La que ha acabado haciendo una presión más efectiva. La que ha tendido puentes, en lugar de bombardearlos, con la Diputación de Mazón, la Generalitat de Puig y el Ejecutivo de Sánchez. Salvador Navarro apostó desde el primer momento por la manifestación unitaria del día 18. Pero hizo de tripas corazón, y pese a las descalificaciones y las provocaciones, también estuvo en la del 3 de noviembre. En la del 18 había menos de cuatro gatos, en términos cuantitativos. Pero por lo que se refiere al peso de quienes sí estuvieron, hay que reconocer que jamás una protesta en Alicante y por Alicante había conseguido traer a gente tan relevante de València. Eso, al igual que la presión en Madrid a través de la CEOE y del ministro Bolaños, son tantos en su haber.

Mazón hizo bien yendo a las dos pero debería aclarar si las actitudes que estamos viendo son las que se impondrán si gobierna


Esta última es la clave que más valdría que todos aprendiéramos. Alicante va a estar menos perjudicada en inversiones de lo que lo iba a estar, no por comportarse como la aldea de Astérix, sino justamente por lo contrario: porque por primera vez hemos recibido apoyo de fuera y hay quien en València ha entendido que un maltrato a esta provincia implica un daño a toda la Comunidad. Y es bueno apuntar, para no olvidarlo en el futuro, que hay quien ha trabajado en favor de ese entendimiento y quien ha remado en contra. Alicante no necesita mendigar un sitio en la mesa: el 37% de la mesa es suya. Conviene que en el resto de la Comunidad se entienda eso. Pero interesa que aquí también se comprenda que el 37 no es el 100 y que, ni la política de esta autonomía puede alcanzar tan sólo lo que se ve desde las Torres de Serrano, ni puede limitarse a un paseo por La Explanada. Como dijo un día en el Club INFORMACIÓN Esteban González Pons, «si no vamos a ser amigos, por lo menos tengamos la inteligencia de ser cómplices». Porque cómplice no es sólo el que participa de alguna manera en la comisión de un delito, según la definición clásica, sino también el que colabora con otro para ayudarle en el cumplimiento de un objetivo. Para llegar a eso aún queda mucho. Pero este episodio de los presupuestos, más que ninguno, ha servido para empezar a andar. Y sin salir de casa, que es lo que de verdad nos gusta.

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