Cuando el dedo señala la luna, el necio mira la mano. Eso es lo que está haciendo la señora D- lla dice como Frabnco: Haga usted como yo, nose meta en polobrecitas marionetas que han salido a la calle

alificaciíaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid: cuando la mano gigantesca de la manifestación señala el problema de la sanidad pública madrileña, ella mira la mano insidiosa que, a su juicio, convoca, agita y manipula a los manifestantes.

La multitudinaria manifestación celebrada el domingo pasado en Madrid ha merecido una descalificación de la iniciativa por ser, como ella dice, una conspiración de la izquierda.

Como suele suceder, las cifras que dan unos y otros son tan dispares que solo se puede atribuir la diferencia a la subjetividad del recuento. Mi admirado Manuel Alcántara decía con gracia que había un método infalible para saber cuántas personas habían acudido a una manifestación: se cuentan las piernas y se divide por dos. Lo que es indiscutible es que fue una manifestación multitudinaria.

El catálogo de estupideces con las que ha respondido a los manifestantes la señora Ayuso no tiene parangón. Voy a reproducir algunas de las perlas que ha soltado la presidenta:

  • No conozco ni a un solo madrileño que no esté orgulloso de la sanidad pública de su comunidad”. Es decir, que los manifestantes son pobrecitas marionetas que han salido a la calle porque les han engañado los malos. Los malos para ella siempre son los otros. Quienes se quejan de la demora en las citas, de la escasez de profesionales, del número de pacientes desmesurado, del cierre de centros, del despido de médicos, de los sueldos bajos, de las urgencias atendidas por videollamada... están encantados de la sanidad de la comunidad de Madrid, pero dicen lo que dicen porque están manipulados.

- Se trata de una manifestación política. ¿Qué quiere decir al tachar la manifestación de política? Pues lo que quiere decir es que en la sanidad pública madrileña todo es bueno, pero la oposición política es muy mala. La oposición política está rabiosa porque no está en el poder y lo que quiere es desgastar a quien lo tiene. Ella, que se queja de la oposición no tiene el menor reparo en convertirse en la oposición más virulenta contra el gobierno central. Es malo hacer política contra la presidenta, pero no es malo hacer política contra el gobierno de la nación. Ella se ha apropiado de la frase del dictador Francisco Franco, del que pocas veces reniega: “Haga como yo, no se meta en política”.

No sé si la señora Presidenta tiene presente alguna vez que también lo es de quienes no la votaron. Insulta cada día a la mitad de la población de su comunidad, tratándola con desprecio y acusándola de una perversidad que no tiene: ¿cómo van a querer reventar la sanidad pública? Lo que revienta la sanidad pública es su política, señora presidenta.

  • Si la manifestación se hubiera planteado por la sanidad pública hubieran asistido más de dos millones”. Es decir, que esa gigantesca manifestación, no tenía nada que ver con la sanidad. El sindicato médico convocante, los miles de médicos y de médicas, los miles de enfermeros y de enfermeras, los miles de pacientes que acudieron a la manifestación se fueron a pasear esa mañana de domingo para estirar las piernas. Los cientos de pancartas, las innumerables tertulias en radio y en televisión sobre la sanidad madrileña, la huelga que está en marcha y las que se anuncian no son más que un entretenimiento manejado por la izquierda. Me pregunto por lo que piensa la señora presidenta cuando escucha testimonios de pacientes y profesionales de la salud.

El hecho de que falten 34 médicos no merece una huelga y una manifestación”. No, señora presidenta. No se puede simplificar de una manera tan ridícula. Es su modelo lo que se pone en cuestión. Un modelo neoliberal que está arruinando la sanidad pública. Un modelo que privatiza, que castiga a los más desfavorecidos, que desmantela lo público. Es su cicatería al invertir en sanidad, es su poca consideración con los profesionales, es su ceguera y su sordera ante sus reivindicaciones. Para llegar a esta situación han tenido que pasar muchos días de silencio y desprecio de las demandas de los profesionales de la salud.

  • El problema es que no hay suficientes médicos. Otras comunidades tienen los mismos problemas”. La señora presidenta lleva todas las comparaciones a su terreno. Cuando hace algo bueno se considera la mejor y cuando hace algo deficiente o no hace nada, se consuela porque es un mal común. Ella dice que no puede mejorar las condiciones de los médicos porque les robaría profesionales a otras comunidades, pero alardea de que su comunidad es el paraíso fiscal para las empresas y se alegra sobremanera de que todas se vayan a Madrid.

Otro capítulo de estupideces se centra en la oposición que la señora Ayuso plantea de forma obsesiva contra el gobierno central. Venga o no venga a cuento, hay que zurrar al gobierno. La señora Presidenta tiene a gala convertirse en el azote de Sánchez. Sea cual sea el asunto del que se trate (esta misma crisis sanitaria, por ejemplo), aparece su bestia negra. Hasta Espinosa de los Monteros, portavoz de Vox, considera que las declaraciones de la Presidenta contra el gobierno son extemporáneas y excesivas.

  • El gobierno se propone meter en la cárcel a la oposición”. ¿Cómo se puede sostener, sin pudor, este infundio? Porque el exabrupto es tan absurdo como imposible. En una democracia, los políticos no meten a nadie en la cárcel. Meten en la cárcel los jueces. Lo que más me admira es que, cuando se le pregunta, pasado un tiempo, si mantiene sus palabras, no tiene el menor recato de reafirmarse en lo dicho.
  • El presidente Sánchez quiere dividir a los españoles”. Es un tópico tan ridículo que no resiste el más mínimo análisis. ¿Cómo y por qué y para qué los quiere dividir? La división entre vencedores y vencidos no la provoca ni la mantiene la ley de memoria democrática, la división la han disfrutado durante muchos años los vencedores. De lo que se trata es de superar esa división y de conseguir que los vencidos dejen de sentirse como tales. No es que la ley reabra las heridas, es que las heridas no están cerradas. Yo tuve un hermano de mi padre que fue fusilado con 24 años por ser un maestro de la Institución Libre de Enseñanza. Durante cuarenta años vi en la entrada de la Iglesia la lista de los caídos por Dios y por España. Y allí no estaba el nombre de mi tío. ¿Podrían ofrecer los vencedores un poco de consuelo a la familia?

- “El presidente del gobierno solo quiere mantenerse en la Moncloa”. Y la señora Presidenta quiere mantenerse en el cargo y el señor Feijoo aspira a gobernar el país. ¿Qué hay de malo en ello? ¿No es lógico y justo ese propósito? Y lo que tanto le reprocha de pactar con independentistas y filoetarras para mantenerse en el poder le debería hacer pensar que todos pertenecen a partidos bendecidos por la democracia.

  • El presidente del gobierno quiere convertir este país en Venezuela y en Nicaragua. Además del poder ejecutivo, hay en España otros dos poderes a espaldas de los cuales no se puede operar. No hay mucho más que decir.

Hay tres cualidades de las que deberían hacer gala los políticos y que brillan por su ausencia en la señora Ayuso. Una es la humildad. No he oído nunca frases de este tipo en boca de la señora Presidenta, ni en la gestión de la pandemia ni en la gestión de la crisis sanitaria: “Me equivoqué”, “rectificaré”, “me faltaba información”, ”pido disculpas”, “lo siento si he ofendido a alguien”… La humildad no se aviene con el hecho de creerse más que nadie. Otra es el diálogo. Diálogo con la oposición, con la ciudadanía, con el propio partido. Y el diálogo exige una capacidad de escucha que es más difícil de lo que habitualmente se piensa. La tercera es la honestidad. Es decir proceder en acciones y omisiones de forma éticamente impecable. Sin calumniar, sin insultar, sin malinterpretar.

La actitud prepotente de la presidenta se basa, a mi juicio, en dos hechos. El primero: ganar las elecciones le ha llevado a pensar que todo lo ha hecho bien. Y no siempre que se gana es porque se hayan hecho bien las cosas. Los elegidos pueden haber engañado a sus electores (¡socialismo o libertad!) y estos han podido votar por motivos espurios o poco elaborados. Me pregunto cada día cómo es posible que esta señora que insulta sin descanso haya tenido tantos votantes. El segundo: ganar el pulso al presidente de su partido y echarle para siempre del ruedo político. Ella cree que esos dos hechos le dan patente de corso. Y no debería ser así.