«Hay personajes que en lugar de pasar a la Historia merecen pasar a la historieta». Perich (1941-1995), dibujante y humorista.

Y a está bien de engañifas y romansos. El Consell ha ordenado al Ayuntamiento ilicitano que la cruz de los Caídos tiene que estar fuera del paseo de Germanías como mucho en un mes, en aplicación de la Ley de Memoria Democrática y para la Convivencia de la Comunitat Valenciana (LMDCCV) en sus distintos apartados y disposiciones transitorias. No vale esperar a la futura reestructuración de este histórico espacio urbano, si es que se encuentra en un nuevo concurso una empresa dispuesta a asumir tal reto. El bipartito ilicitano tiene que actuar ya o la Conselleria de Participació, Transparència, Cooperació i Qualitat Democràtica (CPTCQD) enviará una retroexcavadora y la derribará en un santiamén. Ah, perdón, nada de referencias religiosas en este asunto, no vayamos a tensar aún más la situación: en un periquete quería decir.

La conselleria que preside Rosa Pérez Garijo no traga con que hubo una supuesta resignificación de la cruz tras la retirada de los símbolos franquistas

La cuestión es que la retirada de la cruz ya no es un asunto de voluntarismo político, sino de un imperativo legal. Así lo recalcó el alcalde, Carlos González, para justificar la retirada de tan controvertido monumento, que comenzó siendo republicano y se transformó tras la guerra en franquista con la cruz añadida (primero de madera; después, de dura piedra). La conselleria que preside Rosa Pérez Garijo (a la sazón coordinadora de EU-PV) no traga con que hubo una supuesta resignificación de la cruz tras la retirada de los símbolos franquistas, ni que, como sostienen PP, Vox y Cs, pasara a representar a los fallecidos de ambos bandos en la guerra civil, reconciliados y hermanados bajo una única cruz (laica para los no creyentes) y pelillos a la mar salá. No consta: ni a efectos administrativos ni visuales con una placa o similar. Por lo tanto, toca retirarla. Vale, pero sin ultimátums, que ya ha explicitado el alcalde que se hará hoy no, mañana. Y si la conselleria envía la retro, la primera autoridad local se planteará, en contra de sus convicciones ideológicas pero en defensa de la autonomía municipal, encadenarse en lo más alto de la la mismísima cruz para evitar su derribo antes de tiempo. Así de seria se está poniendo la cosa.

Preocupa entre poco o nada

Aunque la cruz no es lo más oneroso de este asunto. La eliminación del monumento de la dictadura intuyo que preocupa en estos momentos entre poco y nada a la inmensa mayoría de la ciudadanía, incluidos los vecinos de la zona, que lo que están deseando de verdad es que se arregle de una vez el depauperado paseo. El meollo de la orden de la conselleria reside en que ordena y manda también la eliminación de los 123 nombres de fallecidos del bando franquista que copan el nomenclator de Carrús (de ahí que en sus inicios se pensara en llamarlo Barrio de los Caídos, trance del que se libraron sus humildes moradores a costa del paseo de Germanías). Eso sí que tendría enjundia, porque de llevarse a cabo tal escabechina en la barriada ilicitana más populosa sin duda generaría un nuevo alzamiento (supuestamente pacífico en este caso) de ciudadanos, comerciantes, profesionales, entidades y criaturas de diversa índole y pelaje que dispongan de una dirección postal en cualquiera de esas vías.

Calle José Gómez Monpean que también entra en el listado de viales franquistas del Ayuntamiento ANTONIO AMOROS

De ahí que el alcalde haya decidido declararse en rebeldía con todo su gobierno frente la orden de la conselleria y anunciado que no piensa cambiar ni uno solo de los 123 nombres, por el gravísimo problema social, económico y postal que generaría para sus 80.000 habitantes, 26.000 viviendas y 8.000 comercios. Ahí es nada. Así que la cruz sí que irá fuera cuando toque, pero el callejero no se toca. Y mucho menos a medio año de unas elecciones cuyo próximo gobierno municipal se decidirá en buena parte por los votos de Carrús. Todo el respeto a la memoria democrática y demás, pero hasta un límite. En concreto hasta la avenida de la Libertad.

Gobiernos de izquierda precedentes (todos menos los cuatro años del PP) han sentido en mayor o menor medida la tentación de meterle mano al callejero de Carrús

Sin embargo, los socios compromisarios no comparten el ímpetu rebelde de González. El portavoz adjunto de la coalición, Felip Sànchez, en ausencia de su jefa Esther Díez, ha defendido como ha podido que están de acuerdo con que la cruz se retire cuando toque, pero los 123 nombres hay que cambiarlos. Si no de golpe, poco a poco, y preferiblemente de noche. Gobiernos de izquierda precedentes (todos menos los cuatro años del PP) han sentido en mayor o menor medida la tentación de meterle mano al callejero de Carrús, para acabar dejándolo siempre para otra ocasión, salvo en puntuales actuaciones (Diagonal, Ausiàs March y poco más). Ahora, de nuevo, ha dicho el alcalde que no salga nadie del callejero, porque se trata de personas sin significación política destacada, más allá de tener la mala suerte de morir adscritos a un bando. Y sobre todo por el follón de las direcciones postales.

Callejero

Así que González va a decirle a la consellera Pérez, y consiguientemente también a su secretaria autonómica de Calidad Democràtica, la socialista ilicitana Toñi Serna (tenemos que dar visibilidad a los mandos intermedios, que es lo único que nos queda en el Consell), que se siente (de sentir, no de sentarse, aunque también), pero que con todo el respeto y admiración por la LMDCCV no va a tocar ni a uno de los nombres del callejero de Carrús. Que aunque nadie sabe quiénes son ni qué han hecho por el pueblo, aparte de morir en desafortunadas circunstancias, están bien donde están. A ver si ahora que ha dejado de ser el barrio más pobre de España en ese trucho estadístico que perpetra cada año la Agencia Tributaria (ha escalado al penúltimo puesto, pero algo es algo: ya lo quisiera el Elche C.F.) resulta que sus vecinos van a quedarse sin memoria histórica y sin saber en qué calle viven. Por ahí sí que no, se ponga Compromís como se ponga. Todo lo más, se pueden cambiar tres o cuatro. O incluso cinco. Pero con tranquilidad y sin que se note mucho.

Calle Olegario Domarco Seller de Carrús que entra en el listado que el Ayuntamiento ha remitido a la Conselleria ANTONIO AMOROS

El alcalde que va a exigirle a la consellera y a la secretaria autonómica que saque a Elche del listado de morosos del Catálogo de Vestigios de la Guerra Civil y la Dictadura (CVGCD) y más concretamente esos 123 nombres. Relación, por cierto, enviada por el propio Ayuntamiento a la conselleria el año pasado y para cuyos consignados y familiares hasta tercer grado se ha apresurado el PP (para impedir que Vox utilice el vocablo «guerracivilismo» antes que ellos) a exigir al bipartito una pública reparación por llamarles vestigios franquistas. Aquí, asegura González, se ha retirado ya todo lo que había que retirar de la dictadura, salvo alguna cosilla. Es tal el ansia que hay aquí por aplicar la LMDCCV que incluso se exhuman en el cementerio restos de fusilados del franquismo antes incluso de que se apruebe el contrato. O sea, que lecciones sobre memoria histórica, las justas.

Reflejos atléticos

El alcalde ha demostrado reflejos atléticos en su rápida y fulminante respuesta al embate de la CPTCQD. Pero nada más conocerse el requerimiento de la conselleria, determinada gente (incluso de derechas de toda la vida) se había lanzado a pergeñar propuestas de nuevos nombres para rebautizar las calles de Carrús; eso sí, siguiendo los preceptos de la LMDCCV. Por ejemplo, según ha trascendido, en una tertulia ciudadana (con participación de algún antiguo cargo municipal socialista) en un bar del centro urbano se barajaron los nombres de Pepe Tranca, Manolo Bazoka, l’Agüeleta Engorraora y hasta el del propietario del Elche C.F., Christian Bragarnik, aunque el proponente supeditaba su incorporación al callejero a la permanencia del equipo franjiverde en Primera. Otra sugerencia en el terreno deportivo, Juan Anguix, fue airadamente descartada por los demás asistentes por razones obvias de todos conocidas. De momento parece que no se necesitarán personajes de repuesto para las calles de Carrús, pero no estará de más tener a mano 123 nuevos nombres sin vestigios sospechosos. Por si acaso.