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Jorge Dezcallar

Una semana diplomática intensa

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en rueda de prensa en la víspera de la cumbre del G20 en Nusa Dua, Indonesia Christoph Soeder/dpa

Mientras aquí andamos a bofetadas con la sedición y el Sí es Sí (¡vaya chapuza!), en el mundo han ocurrido estos días cosas importantes: la Cumbre de la Liga Árabe en Argel ha terminado sin nada destacable salvo que el país anfitrión no ha recogido la oferta marroquí (¿sincera?) para mejorar sus gélidas relaciones, en El Cairo se ha celebrado una Cumbre sobre el Clima y en Bali la del G-20 donde se han encontrado Biden y Xi, mientras en los EE UU Donald Trump anuncia que quiere volver a ser presidente. No hay quien dé más.

La COP de Egipto ha sido decepcionante porque no se ha hablado tanto de seguir avanzando como de no retroceder a pesar de la que está cayendo. Los países del sur piden dinero y el norte lo regatea porque la invasión de Ucrania ha provocado una inflación y un retroceso económico muy poco propicios para hacer sacrificios, aunque esté en juego el futuro del planeta. ¡Ahora hasta los alemanes queman más carbón!

En EE UU el partido Demócrata ha aguantado la embestida de los Republicanos en las elecciones de midterm a pesar de la mala situación económica, la inflación y la baja popularidad de Biden. Han mantenido el Senado (pueden incluso ganar un senador) y han perdido la Cámara por muy pocos escaños. Es el mejor resultado obtenido por el partido en el poder desde Kennedy en 1962, y los Republicanos culpan de su fracaso al extremismo de Donald Trump que impuso a candidatos que han asustado a los votantes por su mala preparación y su ultraconservadurismo negacionista. Las consecuencias son dos: los Republicanos podrán bloquear desde la cámara la agenda de Biden durante el próximo bienio mientras muchos se distanciarán del antiguo presidente que, como si no pasara nada, ha anunciado su candidatura a las presidenciales de 2024... quizás para huir de sus problemas procesales. No es seguro que vaya a conseguir la nominación de su partido donde ya algunos piensan que Trump ha pasado de ser una baza a ser un lastre y comienzan a buscar candidatos que provoquen menos rechazo como el gobernador de Florida, Ron DeSantis, y otros que irán apareciendo con el tiempo.

El G-20 (60% de la población y 80% del PIB mundial) se ha reunido en Bali con intención de buscar fórmulas para contener la inflación, reparar las cadenas de suministros y hacer bajar el precio del gas y el petróleo. Y aunque se ha hablado de todo eso, la cita ha estado dominada por la guerra de Ucrania que es la que precisamente impide relanzar la economía mundial, como ha reconocido el presidente indonesio Widodo. Putin ha preferido no constatar personalmente su soledad y ha enviado a su ministro de Exteriores a comerse el marrón. Al final y en contra de las previsiones los reunidos han logrado acordar un comunicado en el que «la mayoría de los miembros» condenan la invasión rusa aunque reconociendo que «también había otros puntos de vista» que muestran que buena parte del mundo no comparte nuestra indignación por esta guerra de agresión colonial más propia del siglo XIX que del actual. También se dijo en Bali que el arma nuclear no tiene cabida en el mundo de hoy. ¡Menos mal! China e India han firmado el comunicado y pedido el fin de la guerra pero sin llegar a criticar abiertamente al Kremlin. Mejor que nada.

La otra noticia de Bali es que Xi y Biden se han visto y se han saludado con cordialidad. Ambos han llegado crecidos a la reunión, el primero con el respaldo del reciente Congreso del Partido Comunista y el segundo con los resultados de las elecciones de mitad de mandato, y han querido proyectar una imagen positiva de su encuentro aunque se mantengan los desacuerdos en asuntos como la competencia tecnológica, las prácticas comerciales, los derechos humanos y en especial Taiwán, donde China se muestra últimamente más agresiva. La impresión es que ninguno desea la confrontación y por eso han dejado claras las respectivas líneas rojas que no se deben cruzar y han abierto canales de comunicación que eviten errores y malentendidos. Otra buena noticia es que hayan recuperado el diálogo sobre el Clima pues son los dos mayores contaminadores mundiales, aunque habrá que esperar unos meses para saber hasta dónde llega esa buena voluntad.

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