Si hay alguien dentro del panorama político español que más me hipnotiza, por fascinante, ese es Francisco Javier López Álvarez, conocido como Patxi López. Es difícil que en su dilatada biografía, de tan solo 63 años, puedan conjugarse más cargos políticos y menos trabajo autónomo o por cuenta ajena. Bien está que se inicie la carrera de Ingeniería Industrial (socorrido eufemismo tan caro a muchos políticos del panorama nacional para licuar que han sido incapaces de esforzarse y estudiar) y la dejes colgada porque la democracia te llama para que la ayudes a nacer, consciente ella (la democracia) de que sin parteros así no sería posible alumbrar a una criatura tan frágil e indefensa (la democracia otra vez). Bien está afiliarse a las JJSS con 16 años y salir de la juventud 13 años después para estrenar condición de diputado en el Congreso, hitos que precedieron a una larguísima y provechosa carrera política inversamente proporcional a la de ingeniero: desde prometido lehendakari bajo el árbol de Guernica con los votos del PP, hasta la presidencia del Congreso de los Diputados. Así se hacen buenos los vientos del pueblo hernandianos “vascos de piedra blindada”. Bien está y bienestar.

Pero no nos traen aquí motivos biográficos, y mucho menos hagiográficos, para eso están los periodistas de cámara, como en tiempos hubo pintores de la Corte, pagados ambos por quien manda, pero estos últimos dotados de más talento (véanse Las Meninas). Lo que mueve la pulsión de este artículo no es otro que conjugar la triunfal imagen retrasmitida este miércoles coincidiendo con el partido de fútbol de España, con el indefenso sentido del decoro. Era la de Patxi López colocándose/colocándole en el Congreso, ante las cámaras de televisión, un brazalete arcoíris, símbolo LGTBI, en figurada protesta contra la FIFA (donde está la Federación Española de Fútbol) por prohibir ese símbolo en las camisetas de los jugadores. En fin, bien está y bienestar, aunque hubiera sido deseable que Patxi luciera ese brazalete en Qatar paseando por allí cualquier día del año. Aquí se puede lucir porque no se corre ningún riesgo.

Esta evidencia multidisciplinar de Patxi, acorde con la multicultural Alianza de Civilizaciones creada por su otrora jefe Zapatero, se encuentra sólidamente arraigada en la más ética tradición de nuestro homérico héroe cuando en enero de 2011 aparecía en las páginas del periódico 20minutos con el siguiente brazalete: “El lehendakari, Patxi López, ha explicado que tanto la jequesa Sheikha Moat Bint Nasser Al Missned como el Príncipe Heredero, Sheikh Tamim Bin Hammad Al Thani, han mostrado sus deseos de colaborar de manera inmediata con el País Vasco, principalmente, en materia de biotecnología, energías renovables, educación, salud y también en materia antiterrorista, con vistas a la organización del Mundial de fútbol 2022. Y ello, dentro de la multicultural noticia de que “El Departamento de Industria del Gobierno vasco y el Ministerio Plenipotenciario de Qatar pondrán en marcha de manera inmediata una comisión de trabajo para analizar los ámbitos de actuación y los "proyectos concretos" en los que Euskadi y Qatar pueden colaborar”. Pero quizá eso se debiera a que entonces, sin que los demás se hubieran enterado, Qatar respetaba los derechos del colectivo LGTBI, los de la mujer (curiosamente silenciados en este Mundial) y los de los trabajadores extranjeros en régimen de semiesclavitud. Quizá sea eso, Patxi.

Qué cómodo para él, y que incómodo para la dignidad, ha resultado el pantomímico reconocimiento que ha hecho el director de Comunicación de la FIFA, Bryan Swanson, admitiendo que es gay. Desde esa situación de absoluta inviolabilidad, sabedor de que nada va a pasarle, la máscara escenifica un simulacro de redención a sabiendas de que cuando el espectáculo termine y él vuelva a su privilegiado paraíso, el infierno seguirá allí, como el dinosaurio de Monterroso. ¿No sabía la FIFA que en Qatar se persigue y castiga con años de cárcel la homosexualidad? ¿No sabía la FIFA que en Qatar no se respetan los derechos de la mujer? ¿No sabía la FIFA que en Qatar los trabajadores extranjeros venidos de países pobres carecen de derechos? ¿Cómo explica el jefe de prensa de la FIFA -sí, la suya- que la propia FIFA prohíba a los jugadores ponerse un brazalete arcoíris? ¿Cómo se permitió el ministro de Asuntos Exteriores británico pedir a los homosexuales que mostraran respeto en Qatar? ¿Qué pintaba Morgan Freeman, esforzado activista y defensor de los derechos humanos -pero en USA-, en la ceremonia de inauguración del Mundial?

El insoportable y cínico olor que desprende este Mundial de Qatar no hace sino confirmar descaradamente que el mundo que nos domina, sus gobernantes y las élites de los grupos de presión que orbitan a su alrededor, no se creen ni sus propios dictados; no respetan -porque los desprecian- ninguno de los derechos que con impostada vehemencia dicen proteger; castigan con la toga de la estética lo que toleran y fomentan en su caverna de la ética; imponen una censura de la corrección política a sabiendas de que son ellos quienes vulneran con total impunidad los valores más elementales; adoctrinan al pueblo narcotizándolo de prescripciones identitarias, mientras sienten un aprensivo y epidérmico desprecio por él. De ahí que resulte tan cómodo, incluso hasta fotogénico, enarbolar en la distancia el brazalete de capitán de las nobles causas, aún a sabiendas de que cuando se apaguen las últimas luces del espectáculo, el telón de la siniestra oscuridad volverá a caer sobre la noche de esos países, en los cuerpos perseguidos de esas gentes sin brazalete. A más ver.

(Spoiler de la ignominia) El ciudadano Otegui, sí, el de Bildu, se jactaba de que “No hay Gobierno de progreso en España si los que nos queremos marchar de España, y además somos de izquierdas, no lo sostenemos». No hace mucho tiempo hubo un árbol criminal movido por la banda terrorista ETA que dejó cerca de mil asesinatos, 379 de los cuales siguen sin resolverse. El Parlamento Europeo ha recomendado calificar los asesinatos de ETA como crímenes contra la humanidad. Ahora, para que se sostenga el Gobierno de progreso, Sánchez concede a Bildu su exigencia de que la Guardia Civil salga de Navarra. ¿Qué te parece, Patxi, nos vamos a setas o de España?