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Jorge Dezcallar

El mundial de Qatar

Resumen, goles y highlights del Argentina 2 - 0 México de la fase de grupos del Mundial de Qatar 2022 AFP

De entrada hay que reconocer que Catar, el primer país árabe anfitrión de un Mundial, es un país sumamente improbable como sede. No tiene tradición futbolística como demostró en el partido inaugural; sufre un calor de muerte que obliga a jugar en noviembre y encima prohíbe la cerveza; su elección frente a los Estados Unidos fue objeto de sospechas que costaron el puesto al presidente de la FIFA; finalmente, su respeto por los derechos humanos es perfectamente descriptible.

Por eso no es fácil de explicar que la Copa del Mundo se juegue este año en el pequeño emirato del Golfo Pérsico. El tamaño en este caso no importa pues Uruguay, que también tiene tres millones de habitantes, acogió la primera Copa en 1930 y además la ganó. Lo que más escuece es su flagrante falta de respeto por los derechos de las mujeres y del colectivo LGTBI, igual que ocurre en los demás países musulmanes. La FIFA ha prohibido a los jugadores ponerse brazaletes arcoíris de protesta, aunque no ha podido impedir que los futbolistas iraníes se negaran a cantar su himno y que los ingleses se arrodillaran en solidaridad con las maltratadas mujeres iraníes. También es malo el trato que Catar dispensa a los trabajadores inmigrantes (90% de la población pues solo hay 300.000 cataríes) y en eso tampoco difiere de las demás petromonarquías del Golfo, aunque no sea excusa y haya que lamentar muchas muertes durante la construcción de los estadios por las duras condiciones de trabajo bajo un sol implacable. Todo eso es cierto, lamentable y condenable y por eso hay quienes piden el boicot de este campeonato.

Pero me pregunto si no le pedimos al fútbol lo que no corresponde al fútbol resolver, al fin y al cabo el emir de Catar ha visitado recientemente España donde ha anunciado inversiones millonarias y ha sido recibido a cuerpo de rey por Felipe VI, Pedro Sánchez y los grandes empresarios del IBEX. El Barça y el París Saint Germain han lucido en sus camisetas el logo de Qatar Airways, se han celebrado campeonatos del mundo en países que tampoco respetaban los derechos humanos como Argentina (1978) y Rusia (2018), y la Supercopa de España se volverá a jugar en Riad en 2023. Igual sucede con los Juegos Olímpicos. ¿O es que China es un modelo en su forma de tratar a los uygures y a los tibetanos? Al fin y al cabo los países democráticos no abundan, por desgracia. El mismo emir de Catar es el propietario del París Saint-Germain con la plantilla más cara de Europa, y otros jeques del Oriente Medio son dueños de clubs ingleses como el Newcastle (Arabia Saudita) y el Manchester City (Emiratos Árabes Unidos, cuya línea aérea también es patrocinadora del Arsenal londinense).

El campeonato de fútbol, cada cuatro años, es la competición más seguida y que suscita más pasiones en el mundo, al tiempo que demuestra la vitalidad del Estado-Nación a través de la identificación con un himno y una bandera, probablemente porque la abstracción de la patria se concreta con facilidad en la visualización de once atletas que visten la misma camiseta y que proceden de todas las clases la geografía patria. Muchos llevan los colores de la bandera en el mismo equipamiento. También las Olimpiadas contabilizan las medallas que gana cada país.

Este Mundial incide en una complicada situación política regional: Catar ha estado desde 2017 a 2021 enemistado con Arabia Saudita y con los Emiratos Árabes Unidos por su política independiente, por su apoyo a los Hermanos Musulmanes y por las críticas que les hace la cadena televisiva al-Yazira, con sede en Doha. El boicot diplomático y económico que entonces le hicieron llevó a Catar a acercarse a Irán con el que comparte una inmensa bolsa de gas, su principal fuente de riqueza. Y ahora, sin embargo, en la ceremonia inaugural se veía a Mohamed bin Salman junto al emir de Catar, que también celebró con júbilo la insólita victoria saudí sobre Argentina. Quizás este campeonato ayude a cerrar heridas. El próximo miércoles Irán jugará contra EE UU, un partido que por razones obvias despierta mucho morbo político.

Así que disfruten del fútbol y esperemos que el equipo de nuestra tribu siga haciendo un buen papel en la competición que tan bien ha empezado.

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