Esperando a Godot

Saberes básicos

Los padres no la entienden y los profesores la critican por la farragosa y absurda carga burocrática que encierra y porque va a suponer, de manera indefectible, una rebaja de los niveles y un menoscabo de la calidad de enseñanza.

Un alumno, frente a un exámen

Un alumno, frente a un exámen / SERGIO BARRENECHEA

Daniel McEvoy

Daniel McEvoy

Desde tiempos inmemoriales se ha sostenido que los pilares fundamentales sobre los que se asienta el conocimiento humano han sido los que en la Edad Media se conocían como el “Trívium” (gramática, lógica y retórica) y el “Quadrivium” (geometría, aritmética, astronomía y música). La gramática suponía el dominio de las estructuras del lenguaje; la lógica la mecánica del pensamiento y el análisis; la retórica el uso del lenguaje para instruir y persuadir a los demás. Estas tres disciplinas se consideraban preparatorias para que los discentes accedieran al quadrivium, que a su vez impartía los contenidos propedéuticos necesarios para los estudios superiores de filosofía y teología.

Esta división medieval del corpus del saber se remonta, como tantos otros aspectos de nuestra cultura, a la Antigua Grecia. Platón fue el primero en presentar la idea de un currículum escolar reglado, basándose en una iniciativa que ya había sido presentada por Pitágoras. La idea se extendió gracias a la obra “De nuptiis Philologiae et Mercurii”, de Martianus Capella, un escritor, enciclopédico y retórico romano en lengua latina del siglo V. En su libro, Marciano esboza lo que deben ser la siete artes y ciencias liberales mediante un texto cuajado de alegorías y poesía: cada arte o ciencia se explica con gran profusión de detalles con las figuras de siete doncellas que actúan como siervas de la Filología en su matrimonio con Mercurio.

A pesar de que hayan transcurrido miles de años desde que se implantó la taxonomía del trívium y el quadrivium, cualquiera puede entender hoy en día en qué consisten las materias que engloba y la importancia de dominarlas en mayor o menor medida para considerarse lo que antes se decía una persona de provecho. En cambio, la última, por ahora, ley educativa implantada en España, y su normativa de desarrollo, establece cuestiones como las que voy a intentar explicarles a continuación.

Siguen existiendo unas áreas con sus respectivos currículums, pero ahora los conceptos importantes han pasado a ser las competencias clave, las competencias específicas y el perfil de salida. Para que se hagan una idea de todo este galimatías, en educación primaria las competencias clave son la competencia en comunicación lingüística; la competencia plurilingüe; la competencia matemática y competencia en ciencia, tecnología e ingeniería; la competencia digital; la competencia personal, social y de aprender a aprender; la competencia ciudadana; la competencia emprendedora; y la competencia en conciencia y expresión culturales. Según el Decreto de currículum de la Comunidad Valenciana, “Para la adquisición y desarrollo, tanto de las competencias clave como de las competencias específicas, mencionadas anteriormente, el equipo docente tiene que diseñar situaciones de aprendizaje, de acuerdo con los principios que, con carácter orientativo, se establecen en las diversas áreas”; y que El perfil de salida del alumnado al final de la enseñanza básica constituye la concreción de los principios y fines del sistema educativo referidos a la educación básica que fundamenta el resto de decisiones curriculares.” Si a todo esto sumamos que los centros de primaria deben otorgar en cada evaluación una nota cualitativa, es decir, explicar en un informe el grado de consecución de las competencias en las diferentes áreas para cada alumno, el caos está servido: los colegios están agobiados por la burocracia y los padres no van a entender, en la mayoría de los casos, esos informes.

Seguramente no habrán entendido ni una palabra del larguísimo párrafo anterior. No se preocupen, yo trabajo de Inspector de Educación y me cuesta, me cuesta y me sonroja cuando una amiga me pregunta si es verdad que ahora en secundaria el uno es la mejor nota y el cinco es la peor, o su hija le toma el pelo; y yo tengo que decirle que así es, que ahora los profesores asignarán un uno (sobresaliente), un dos (notable), un tres (bien), un cuatro (suficiente) o un cinco (insuficiente); y entonces me pregunta que por qué mareamos tanto… Y yo me tengo que callar y ladear la cabeza, levantando las palmas de las manos hacia arriba, como señal de resignación, más o menos igual que cuando los directores de los centros adscritos a mi zona de actuación me hacen alguna pregunta sobre la evaluación en la LOMLOE y yo les respondo que preferiría explicarles qué significa que Dios es Uno y Trino.

Un estudiante de Primaria, en clase

Un estudiante de Primaria, en clase / DANNY CAMINAL

La suerte que tienen los políticos es que los funcionarios (salvo los independentistas), incluidos los docentes, somos obedientes. Sabemos que tenemos que cumplir la ley (en mi caso cumplirla y hacerla cumplir), aunque no nos guste. El caso es que esta ley no gusta a casi nadie. Los padres no la entienden y los profesores la critican por la farragosa y absurda carga burocrática que encierra y porque va a suponer, de manera indefectible, una rebaja de los niveles y un menoscabo de la calidad de enseñanza.

¿Por qué ahora la mayoría de los sindicatos, otrora beligerantes contra otras normas educativas que, con sus luces y sus sombras, eran mejor que ésta, no alzan ahora la voz? ¿Acaso porque gobiernan “los suyos”? Espero que cuando los liberados vayan por colegios e institutos les hagan estas preguntas. Deseando estoy de escuchar las respuestas.