ANÁLISIS

A ver si cae la breva

Puig resiste las presiones de Sánchez para adelantar elecciones mientras Mazón sigue basando su futuro en los errores del rival

Ximo Puig y Carlos Mazón, en el acto celebrado el viernes con motivo del relevo en la presidencia de la patronal hotelera.

Ximo Puig y Carlos Mazón, en el acto celebrado el viernes con motivo del relevo en la presidencia de la patronal hotelera. / David Revenga

Juan R. Gil

Juan R. Gil

¿Le interesa a Ximo Puig ceder a las presiones de Pedro Sánchez y adelantar las elecciones autonómicas? ¿Tiene el PP otro plan que no sea esperar que los errores de sus rivales le lleven primero al Palau y luego a la Moncloa? ¿Cuántos tiros en la sien es capaz de aguantar Compromís en el juego de la ruleta rusa en que se ha embarcado? ¿Cómo va a conseguir Podemos llegar al 5% de los votos necesarios para tener representación en las Cortes Valencianas en medio de la guerra civil entre Pablo Iglesias y Yolanda Díaz? Perdida toda posibilidad de seguir en el Parlamento autonómico o ser relevante en los ayuntamientos más importantes, ¿tendrá lo que quede de Ciudadanos tras el penúltimo enfrentamiento entre Inés Arrimadas y Edmundo Bal ni siquiera los recursos suficientes para afrontar la campaña? La práctica desaparición de la escena pública de Vox en este territorio, ya sea por incapacidad o por estrategia, ¿está rindiendo frutos a la ultraderecha?

El pasado lunes comenzó la cuenta atrás de los últimos seis meses antes de las elecciones municipales, las únicas con fecha fija en el calendario. Y las preguntas más arriba reseñadas son las que han marcado una semana que estrenó la prensa madrileña especulando con una supuesta convocatoria anticipada de las autonómicas en la Comunidad Valenciana, el mismo día en que Carlos Mazón tenía que presentar sus credenciales en la capital del Reino arropado por Feijóo. Continuó con la reaparición de Mónica Oltra para lanzar el aviso a su propio partido de que quien piense que está fuera de juego se equivoca y demostrar que puede utilizar a la vicepresidenta Aitana Mas al mismo tiempo como rehén y como verdugo de sus enemigos. Y concluyó el viernes con la exhibición de Pablo Iglesias, en el acto que protagonizó en el Club INFORMACIÓN junto al exministro y eurodiputado del PP José Manuel García Margallo, del control que mantiene sobre Podemos en la Comunidad Valenciana: con el aforo completo, por cada simpatizante del PP que acudió a escuchar a Margallo en la circunscripción por la que fue cabeza de lista había dos seguidores del líder morado, venidos de toda la Comunidad y atentos, tanto o más que a sus palabras, a su hipnotizante juego de manos, con las que levantaba o serenaba la sala a discreción.

¿Podría Ximo Puig adelantar las elecciones, en lugar de hacerlas coincidir con las municipales del último domingo de mayo? Desde el Palau aseguran que disolver anticipadamente las Cortes no está sobre la mesa. Aunque no todos los que rodean al president piensan lo mismo. Quienes sí creen que es una opción que tiene que valorarse esgrimen que, puesto que todas las posibilidades de obtener un buen resultado se ciñen a que las elecciones sean poco menos que un plebiscito en torno a la figura de Puig, cuanto antes se celebren mejor. Pongamos, vienen a decir, todo el foco en el president, yendo por primera vez en la historia a unas elecciones exclusivamente para decidir el gobierno de la Generalitat, sin ninguna otra urna al lado. La situación económica, lejos de mejorar, no va a dejar de empeorar en los próximos meses, señalan. Y la de los posibles socios, Compromís y Podemos, enredados en sus luchas internas, va a ser también cada día que pase más delicada. Así que mejor antes que después. Es un análisis en el que coinciden los asesores de Pedro Sánchez, que saben que el resultado de las elecciones municipales en toda España marcará su futuro al frente del Gobierno de la nación y acarician la idea de que, si se celebraran antes las elecciones en la Comunidad Valenciana y Puig lograra un buen resultado las perspectivas para esas municipales cambiarían notablemente a mejor para el PSOE.

Mónica Oltra ha vuelto a demostrar que no va a apartarse y que puede utilizar como rehén a su sucesora

En la presidencia de la Generalitat, sin embargo, piensan hoy por hoy que sería un grave error promover ese adelanto. En primer lugar, porque unas elecciones autonómicas en solitario, sin coincidencia con ninguna otra, abocaría a una bajada notable de la participación en un momento en el que la abstención perjudica a la izquierda dada la gran movilización que se detecta en el votante de derechas. Pero también porque Puig ha apostado por la baza de la estabilidad y la preocupación por las necesidades de los ciudadanos antes que por las de su partido y sus socios, y esa imagen se rompería si llama a votar en tiempos de crisis pese a tener incluso los presupuestos aprobados. Que la Comunidad Valenciana celebrara en solitario elecciones, por otra parte, provocaría que los líderes nacionales se centraran en ella, desvirtuaría el mensaje autonómico y haría más presente la sombra de Pedro Sánchez, algo que aquí se quiere evitar a toda costa. Y en la izquierda a la izquierda del PSOE (Compromís y Podemos) ese adelanto podría tener un efecto devastador: sencillamente, no están preparados en estos momentos para ir a unos comicios. Si una posible debacle de los nacionalistas y los podemitas fuera en beneficio del PSOE, los socialistas aún podrían pensárselo. Pero todo indica que, de producirse ese hundimiento, Puig sencillamente no podría alcanzar la suma de escaños suficiente para mantenerse al frente del Consell. Así que por todo ello, cuando se pregunta, contestan que no. Aunque hoy por hoy nadie se fía de nadie y todo el mundo, a derecha e izquierda, intenta prepararse para que ningún escenario le pille desprevenido.

El hundimiento de Cs llega a cuestionar sus recursos para hacer campaña mientras a Vox le renta permanecer agazapado

Mientras un artículo del director de El Confidencial, Nacho Cardero, se leía el lunes en clave de presión directa de La Moncloa al Palau para que las elecciones se adelantasen, Carlos Mazón intervenía en un foro en Madrid escoltado por Feijóo, los presidentes de Murcia, López Miras, y Castilla-León, Mañueco, y con Ayuso dejándose ver a la entrada para que pudiera componerse la foto de «unidad» que Feijóo pretendía. Pero fue un acto extraño, por la frialdad de la presentación de Feijóo a Mazón y, sobre todo, por un formato en el que el candidato a presidir la Generalitat Valenciana no intervino para exponer su proyecto, sino que se limitó a responder un cuestionario previamente pactado con el presentador del evento. Durante los primeros minutos, si algo predominó, sobre todo entre el nutrido grupo de periodistas de Madrid que había acudido al hotel donde se celebraba el encuentro, fue el desconcierto. El resultado, por todo ello, en términos mediáticos, ha sido flor de un día: no es colocando en Madrid el titular de que en la Comunidad Valenciana se vive un procès de la misma intensidad que el catalán, aunque «silencioso», como Mazón va a ganar en Valencia. Pero también es cierto que al líder regional del PP le hicieron un regalo de muchos quilates cuando el moderador le dio la palabra al presidente del lobby AVE, Vicente Boluda, y este dio a entender públicamente su apoyo a Mazón para que sea el próximo presidente de la Generalitat. Y digo que es un regalo de muchos quilates porque a Mazón hasta aquí le había perseguido la sospecha de no ser capaz de movilizar en su favor a la gran patronal valenciana. Así que a la postre volvió de Madrid con las alforjas cargadas.

Pablo Iglesias exhibió en Alicante el control que tiene sobre Podemos en la Comunidad Valenciana

Pese a ello, persiste la impresión de que el PP se limita a ponerse debajo de la higuera. Confiar en el crecimiento vegetativo que la liquidación de Ciudadanos le aporte. Resignarse a gobernar con Vox, a los que las últimas encuestas les mantienen en un nivel de voto más alto del que era previsible tras el fracaso de Andalucía y la ruptura con Macarena Olona, lo que quiere decir que a la ultraderecha en esta Comunidad le renta permanecer agazapada. Y aguardar a que la breva caiga, ya sea porque Podemos no llegue, porque Compromís se rompa o porque decisiones inexplicables de Puig como la abstención sobre el recorte al Tajo-Segura en el Consejo del Agua, desgasten por demás su imagen en una circunscripción como Alicante, decisiva para el marcador final. No sé qué timing se han marcado los estrategas del PP. Pero, como buen alicantino, Mazón, que sigue desgranando por partes su programa sin llegar a enseñarlo nunca completo, sabe que las brevas se recogen en junio. En mayo, la mayoría de las veces siguen sin estar maduras.

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La patronal hotelera Hosbec dio un ejemplo el viernes de cómo hacer un relevo en su presidencia de una forma ejemplar, cómo defender con toda contundencia sus posiciones sin perder por ello el respeto a las instituciones y a quienes las representan y cómo celebrar un acto multitudinario sin hacer ostentación alguna del poder que realmente tiene quien es capaz de reunir a todo el nomenklator político y económico de la Comunidad. El legado del presidente saliente, Toni Mayor, después de catorce años en el cargo, es formidable: sin perder ni un ápice de su identidad, la asociación empresarial que nació hace cuatro décadas en Benidorm es ya una de las más relevantes de España, con más de 300 asociados y cien mil plazas, tiene un funcionamiento absolutamente profesionalizado del que es pieza clave su secretaria general, Nuria Montes, y constituye un importante elemento vertebrador con cada vez más afiliados en las tres provincias de la Comunidad. Mayor es un tipo irrepetible, que ha utilizado la humildad, el diálogo y el humor con la misma habilidad con la que ha sido capaz de mantener la firmeza en la defensa de un sector que es el primero de la economía valenciana. Y su sucesor, Fede Fuster, demostró en su primera intervención como presidente que tiene la preparación y las tablas para hacer aún más solvente la nave que a partir de ahora pilotará, con otro estilo, pero los mismos principios: la lealtad institucional, el conocimiento y la puesta en valor del sitio que cada uno ocupa sin pretender invadir el que no le corresponde y la rotundidad, sin embargo, a la hora de la crítica o la reivindicación. Dijo una cosa muy inteligente el presidente de la Diputación, Carlos Mazón, en su intervención en el acto: que Fede Fuster será mejor presidente que Toni Mayor, porque podrá contar con el consejo y la experiencia de Toni; igual que Toni Mayor fue mejor presidente que Pere Joan Devesa porque pudo contar con el consejo y la experiencia de Pere Joan. Y Ximo Puig, en su discurso, también advirtió, tras felicitar a Hosbec, sobre los riesgos del adanismo y el egocentrismo en los que con frecuencia otros caen y que, tarde o temprano, acaban sumiéndolos en la irrelevancia.

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