LA PLUMA Y EL DIVÁN

Avatares

La inmensa mayoría de las personas han conseguido vivir muchos siglos representándose a sí mismos tal y como realmente son, sin necesidad de recurrir a disfraces o transformaciones.

La representación de otros roles se ha llevado a cabo desde una construcción del imaginario cultural de los pueblos. El teatro, la música, la pintura, la literatura han sido los baluartes de la sociedad de cada época, para reflejar o sustituir realidades.

El mundo del espionaje, del teatro, de la política o de la delincuencia de guante blanco, entre otros muchos, han sabido utilizar de forma magistral la capacidad camaleónica de fingir lo que no se es, buscando un beneficio final ventajoso.

La tradición de los carnavales en España es un indicador histórico de la necesidad de jugar papeles alternativos al cotidiano para poder liberar demonios y festejar la vida detrás de una máscara que oculta la identidad.

La conformidad con el papel que encarna cada persona en su vida cotidiana, nunca había sido tan controvertida. Las tecnologías han conseguido cuestionar la autoimagen, el autoconcepto y llevar a las personas a plantearse alternativas a su imagen personal y social.

El auge de las redes sociales virtuales es un exponente del cambio que está experimentando la sociedad en su conjunto. Se puede acceder al mundo con la propia identidad o con identidades simuladas. Todo vale en el mundo virtual y ese hecho puede alterar el curso normal de la vida de una persona.

La simulación de la identidad personal se ha hecho un hueco en la realidad social. El alter ego se convierte en una función más a la hora de interactuar con los demás, de forma que se amplían las posibilidades de expresar cuestiones espinosas, disparatadas o incorrectas socialmente que desde la identidad real no se llevarían a cabo.

Los avatares permiten a las personas sustituirse a sí mismos y ocultarse si así lo requieren. Este posicionamiento identitario hace que puedan aumentar exponencialmente las mentiras, las falsedades, las injurias y cualquier otro acontecimiento que se quiera tapar por salirse de la norma.

El aumento de la posverdad está unido a este flujo de falsas identidades. Ocultar la identidad real conlleva la posibilidad de manipular fehacientemente las posiciones ideológicas, las creencias, los valores y todo el imaginario colectivo de sociedades enteras.

Intentamos educar a los más jóvenes en creencias y valores ajustados a las normas sociales que se consideran más positivas para ellos y la sociedad en la que viven, pero quizás se pasan por alto los efectos secundarios de la utilización de avatares que a priori pueden parecer inofensivos, pero que pueden convertirse en monstruos.