La plaza y el palacio

Elogio de Natxo Bellido

El portavoz municipal de Compromís Natxo Bellido

El portavoz municipal de Compromís Natxo Bellido / INFORMACIÓN

Manuel Alcaraz

Manuel Alcaraz

Este es uno de esos artículos que uno desearía no escribir, porque tiene una parte de despedida, y de despedida injusta, por más que yo siempre haya considerado que la renovación en política es un valor importante. Viene esto a cuento de que Natxo Bellido, portavoz municipal de Compromis, no repite como cabeza de lista. Me consta que él era consciente de la necesidad del cambio o, como se dice últimamente, del “paso al lado”, un malabarismo lingüístico evitable. Pero como suele suceder en política, las cosas no pueden ser en blanco y negro.

Esta decisión ha venido enmarcada en un truculento episodio denominado de selección de candidaturas que vive su partido y el mío, y que ha acabado por convertirse en un simulacro democrático manifiestamente eludible. Mire cómo en un pueblo se aprueba un candidato/a por unanimidad y todos dicen que eso es la mayor muestra de democracia -¡lo que hay que escuchar!-. Y en el de al lado, se desangra la coalición por mil heridas por hacer un proceso abierto hasta el infinito y más allá, y los supervivientes dicen que han dado la mayor muestra de democracia. Si a eso sumamos la extrema fragmentación –que ya no es pluralidad- entre partidos, género, edad… pues la distorsión entre lo que se vota y la lista es una locura. Pero, en fin, qué le vamos a hacer. Estoy seguro de que son cosas de la edad. De la mía, digo. Y, desde luego, no quita un gramo a la legitimidad de los elegidos que, mal que bien, se atienen a unas normas espectrales que cada cual interpreta a su aire. Luego vendrá conocer los programas. Pero en tiempos de imágenes rutilantes, selfies y retóricas de almíbar, eso es lo de menos.

Sea como fuera, Natxo no será concejal en el próximo consistorio. Pierde mucho Compromis y pierde mucho Alicante. Por supuesto que en la enumeración de razones que ahora haré influye que sea mi amigo, que hayamos recorrido este camino, casi siempre, juntos, que conozca de su inmenso valor humano. Pero es que estas cosas están para decirlas en las ocasiones y no para la prédica de los que se golpean el pecho cada día con refinada hipocresía. Y nadie sabe como él, que en ocasiones he discrepado de sus decisiones y opiniones, y que, más de una vez, mi lado homérico le haya lanzado improperios de los que debo arrepentirme y por los que ahora he de pedirle perdón –pero que no se confíe-.

Natxo condujo a Compromis al Ayuntamiento de Alicante en 2015. Antes, tuvo que pasar muchos meses trabando cabos, tejiendo complicidades, tomándose cafés con gentes que no sabían que su lugar, en ese momento “del cambio”, estaba en Compromis. En Compromis, digo, porque dirigente con lealtad eterna del Bloc, supo entender una ciudad, que no era la suya –Bea, Julia, María: gracias por atarle aquí-, para no resbalar en ideologías estrecha ni en sectarismos estériles. Que Compromis tuviera 3 concejales en Alicante era más difícil que obtener la alcaldía de València, y era una pieza política esencial para desterrar a una derecha infectada de corrupción y nepotismo. Y Natxo fue el gozne sobre el que pivotaron muchas cosas para que eso fuera posible, con su hacer pausado, tranquilo, amable. Y volvió a cumplir ese papel en los interminables días en que negociamos el gobierno de la ciudad. Y nadie como él luchó para que el pacto de las izquierdas pudiera seguir adelante y, desde luego, nadie osará decir que aquella alianza se rompió por su culpa: sastre hasta última hora para buscar remiendos, para recoser lo que, lamentablemente, era ya una tela rota de llevarse demasiados tirones. Creo que este ha sido el mayor disgusto político y hasta vital de Natxo: no haber podido seguir manteniendo los equilibrios para completar proyectos que, en ese difícil andar, eran casi inaplazables sueños.

Pero, pese a todo, volvió a mostrar que conoce Alicante mucho mejor que cientos de alicantinos con carnet, convirtiéndose en el único interlocutor posible. Como me repitió alguien muy significativo en la vida social alicantina en aquellos años: “A l’Ajuntamente jo no puc parlar més que amb el senyor Bellido”. Eso lo hacía pisando la calle, recorriendo rincones y tomando más cafés, a veces demasiados. ¡Natxo, a tu despacho!, le dijimos muchas veces… sobre todo su fiel Pere, su cara oculta, su timón y ancla en las tormentas. Fue muy difícil aguantar luego en la oposición, viendo cómo aquellos proyectos se evaporaban o cómo avanzaban bajo las siglas de otros. Pero Natxo, en lo que quedó de mandato y tras las elecciones de 2019, aguantó. En estas elecciones Compromis perdió un concejal. Pero también podríamos decir que perdio sólo uno, cuando las circunstancias eran muy adversas. Natxo era ya una cara reconocida y estimada y sirvió para que aguantara la coalición. Natxo siempre ha estado más orgulloso de esta derrota que de aquella victoria. No estoy de acuerdo –no me gustan las derrotas-, pero le entiendo perfectamente.

Y comprendió que eran tiempos para la oposición tranquila. Cuando llegó la pandemia hizo todos los esfuerzos imaginables para asumir la responsabilidad que pudiera, oyendo, mirando, elaborando, on line o presencialmente. Cada día hablábamos y me consta la desesperación ante la imposibilidad de hacer más que lo que se podía hacer.

Ahora no encabezará la lista. Intentará ser diputado autonómico. Ojalá las primarias le permitan serlo, porque la pérdida de su imagen, su bonhomía y su experiencia, es un lujo que ni Compromis, ni la izquierda, ni esta tierra y sus gentes, se pueden permitir. De todas formas yo sigo queriendo poder votarle en Alicante, su pueblo y el mío. Creo que debe cerrar la lista. Es ruego que formulo humildemente a los amos de las primarias, si es que me leen, que no estoy seguro. Natxo sí me lee, mientras se toma un café.