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Emigrante

El cronista recuerda a los oriolanos desplazados por motivos políticos o de trabajo a otros países y la peripecia de un emigrante asturiano propietario de un hotel en Ciudad de México

EmigranteÓscar González Azuela

En la Historia de la Humanidad, la emigración ha sido una constante relacionada con el trabajo. Pero, a veces, se ha vivido otra forma de dispersión de grupos humanos por motivos distintos para tener que abandonar su lugar de origen. En este último caso nos encontraríamos con la diáspora, cuyo término localizamos su origen referido al pueblo judío, condenado de alguna manera al exilio después de la destrucción del reino de Israel.

Republicanos

Al igual que aquellos republicanos españoles que buscaron el camino hacia otros países después de la Guerra Civil, entre los que encontramos algunos ejemplos de oriolanos o personas vinculadas con Orihuela que cruzaron el Atlántico para ser acogidos en Bolivia y Chile, como Augusto Pescador Sarget, o en México, para después regresar, como José Escudero Bernicola y Jesús Poveda Mellado, amigo de Miguel Hernández, u otros que se afincaron en esa tierra, como los hermanos Ángel y Alejandro Gaos González-Pola, nacidos en Orihuela cuando su padre era notario en Albatera, en la primera década del pasado siglo. 

Trabajo

Sin embargo, si hablamos de emigración, nos estamos refiriendo cuando el traslado desde el país de origen tiene como objetivo la búsqueda de trabajo, ya sea temporal o estable. Con lo que se nos produce la duda de que si esa migración es debida al desplazamiento por el trabajo que se desempeña en ese momento, pudiera considerarse como tal emigración. Tal podría ser el caso del militar oriolano Juan Orbegozo Maseres, que pertenecía al Ejército Realista y es destinado a México, donde se incorpora al Ejército Trigarante, y es uno de los firmantes de la Independencia de aquel país, creando allí familia y ocupando cargos de responsabilidad.

Pero, la emigración a la que nos queremos referir es aquella de los españoles que todos los años viajaban o se desplazan a la vendimia a Francia o en los años sesenta y setenta del pasado siglo buscaban un medio de vida en Alemania y Suiza tal y como quedaban reflejados en la película «Vente a Alemania, Pepe», interpretada por Alfredo Landa y José Sacristán en 1971.

Cuatro años después, en 1975, desde un lugar asturiano llamado Los Callejos del Concejo de Llanes, ubicado a los pies del Pico de Jorcada, a la entrada del Valle de Ardinasa, un joven de 18 años, trabajador de la tierra y en la ganadería, emigraba a México: Francisco Santoveña Gómez. Como para muchos emigrantes españoles los principios en México debieron de ser difíciles, pero comenzó a trabajar como «chico del Lobby» en el Hotel Catedral ubicado en la calle Donceles, en el que acostumbro a alojarme cuando viajo a Ciudad de México. Con los años, y con su trabajo, Francisco Santoveña pasó a ser uno de los propietarios del hotel.

Patrimonio

Precisamente, en mi último viaje pude conocerlo. Gracias a una petición de mi amigo Óscar González Azuela tuvo la amabilidad de mostrarnos las excavaciones arqueológicas que se estaban llevando a cabo para la ampliación del citado hotel en la calle Guatemala, paralela a Donceles. Pero lo realmente singular es que al comenzar las excavaciones en 2009 y efectuar los sondeos se descubrió los restos arqueológico del templo dedicado a Ehécatl-Quetzalcóatl, «Dios Mexica del Viento», construido durante el mandato de Ahuízotl, gobernador de Tenochtitlan, aproximadamente en el último tercio del siglo XV.

Tras ello, años después se descubrió los vestigios del Juego de Pelota. De hecho el Hotel Catedral se ubica a espaldas de la Catedral Metropolitana de México y próximo a las ruinas del Templo Mayor, en el corazón de la ciudad, cuyo director del proyecto de excavaciones fue Eduardo Matos Moctezuma, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, en este año.

Francisco Santoveña veía la necesidad de efectuar una ampliación del hotel. Para ello se adquirió un edificio después de los terremotos de 1985 en la calle paralela. En principio se pensaba destinar el sótano a aparcamiento para dar servicio a la ampliación del hotel, pero tras la petición de los oportunos permisos, se efectuaron los sondeos y primeras excavaciones. Para ello hubo que extraer toneladas de tierra y cieno y comenzó una labor conjunta entre los ingenieros, arquitectos, arqueólogos y restauradores, teniendo que modificar el sistema de cimentación y acondicionar la estructura para que todo el patrimonio arqueológico pudiera quedar con un diseño museístico visitable (ventanas arqueológicas) y que pudiera ser visible desde el «lobby» y las habitaciones del nuevo hotel de siete plantas. Los hallazgos fueron protegidos por arena y «geotextil» por el equipo de restauración del Museo del Templo Mayor, para que no fuesen dañados durante la construcción del edificio.

Excavaciones

Ahora bien, todo ello ha sido realizado gracias al apoyo económico de los propietarios del hotel, cuya edificación el 8 de septiembre del presente año aún estaba en marcha. Sin embargo, durante los fines de semana se podía visitar gratuitamente las excavaciones. No obstante, poco después de nuestra visita, el día 22 de ese mes, el Instituto Nacional de Antropología e Historia comunicaba que estaría cerrado al público hasta nuevo aviso al estar llevándose a cabo labores de mantenimiento y construcción.

Antes de esta decisión, tuvimos fortuna y pudimos recorrer las excavaciones guiados por Francisco Santoveña Gómez: un emigrante asturiano que, a cambio del trabajo que se le dio en México, ha sabido devolver con creces y con generosidad la acogida que se le dio, facilitando la recuperación del patrimonio arqueológico que deja el recuerdo del mundo prehispánico. Francisco Santoveña es todo un ejemplo para la cultura.

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