Las crónicas de Don Florentino

Nuevas cenas de Navidad

Juan Carlos Padilla Estrada

Juan Carlos Padilla Estrada

Llega el mes de diciembre inevitablemente, y tras más de dos años de pandemia, comienzan a celebrarse cenas navideñas de empresa. Lo que sin duda es motivo de ilusión para la inmensa mayoría de ciudadanos, se puede convertir en una pesadilla para las empresas.

La razón es la nueva Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual, también conocida como ley del solo sí es sí. Esta norma incorpora cambios relevantes para las empresas, ya que introduce nuevos delitos en el catálogo de infracciones por el que pueden ser condenadas las compañías. Se trata del acoso sexual y del delito contra la integridad moral en el ámbito laboral. Así, la compañía podría enfrentarse a responsabilidad penal por las infracciones que comentan sus empleados, salvo que puedan demostrar que contaba con un sistema eficaz de prevención.

Las cenas navideñas suponen una prueba de fuego para las entidades, que deberán diseñar medidas de sensibilización para evitar que se produzcan este tipo de casos. Una persona que se sienta acosada podría demandar a la compañía, en el caso de que esta no tenga los adecuados protocolos de prevención de violencia sexual adaptados a la nueva normativa.

Y eso a pesar de que se trata de eventos fuera de la empresa y del horario laboral, pero según esta ley las obligaciones empresariales siguen vigentes, ya que se extienden a otros contextos vinculados con el trabajo, como parecen las cenas navideñas.

Por todo ello las empresas se pueden enfrentar multas de hasta 225.000 euros. Al fin y al cabo, la ausencia de medidas de prevención supone una vulneración de la famosa ley, lo que se considera una infracción muy grave.

Por tanto, estamos ante una nueva situación de riesgo para empresas y organizadores de eventos en general. Ante tal situación existen algunas alternativas creativas para evitar que caiga el peso de la ley sobre los infames infractores.

Se me ocurre la opción de que en vez del tradicional chica-chico en el orden de sentado en la mesa pasemos a otra opción, desde luego, mucho más segura: chica-guardia-chico-guardia-chica. (Perdón por la utilización tan antigua y deplorable de terminaciones sustantivas y la ausencia de creativos neologismos tipo chique o chicu). Como quizá esto no sea suficiente para convencer a los redactores de la mentada ley, propongo que todos los asistentes a la cena tengan junto al menú un consentimiento informado que deberán rubricar antes del comienzo de la cena, donde expresen el conocimiento de sus derechos de privacidad y pongan por escrito su disposición a: 

  1. Coqueteo. 
  2. Baile con roce. 
  3. Piropos subidos de tono. 
  4. Propuestas carnales susurradas al oído. 

Y finalmente exoneren a la empresa de cualquier vulneración de sus derechos sexuales, en caso de que llegara a producirse, a pesar de la permanente presencia de un guardia al lado de cada asistente vulnerable.

La empresa deberá facilitar además cinturones de castidad para aquellos empleados cuya prestancia y lozanía los convierta de objetivos de insinuaciones, acosos e intromisiones y lo soliciten en tiempo y forma y, opcionalmente, matasuegras para los ebrios de medianoche, estos sí, a cargo del Ministerio de Igualdad, por lo que pasarán a denominarse «Matasuegres».

Y con todo eso nada más que añadir.

Ah, sí… ¡¡¡¡Feliz Navidad!!!!