Alto y claro

Propósitos para el 2023: “els bons desitjos”

Carles Cortés

Carles Cortés

¿Quién no ha hecho en los últimos días una previsión de deseos y de acciones para el año nuevo que tiene pendiente desde hace tiempo? ¿Quién no ha pensado en algún momento de su vida, cuando un año empieza su andadura, que retomará el gimnasio o esas clases de inglés? Por extraño que parezca, nunca ha sido mi caso. Soy un poco escéptico hacia una consideración que unas fechas determinadas sirvan como acicate o punto de inflexión de mis actividades futuras. Porque, ¿qué cambia en nuestra vida cuando los calendarios cambian su cifra? ¿Qué diferencia el 2 de enero del 28 de septiembre?

Si pudiéramos leer las mentes de nuestro entorno, observaríamos que todas las proyecciones de futuro que se hacen en estos días van plagadas de optimismo y de buenos deseos. Tal vez por eso, la escritora Isabel-Clara Simó publicó el año 2008 en estas mismas fechas un libro con este título: “Bons desitjos”. Un libro construido a partir de 47 aforismos –proposiciones en forma de máxima que enuncian un pensamiento o aserción reflexiva– que era el regalo de una autora para sus lectores en el inicio de un nuevo año. Así empieza su primer texto: “Aquest any no et sentis culpable: al capdavall les teves culpes són molt poques. Aquest any no et sentis virtuós: al cap davall les teves virtuts tampoc no són tantes”. Una incitación a la reflexión interna que nos debe motivar a encontrar nuestros puntos débiles y su propósito de enmienda. Una voluntad por relativizar la tendencia de nuestro ego a considerar que tenemos la verdad absoluta y que, si queremos aprender y superarnos en un futuro próximo, debemos mantener al margen.

Por este motivo, a pesar de mi prevención apuntada inicialmente a darle una importancia mayor al cambio de los dígitos de nuestras agendas y aparatos electrónicos, me he decidido a concretar mis propósitos para el año nuevo. Quiero compartiros unos buenos deseos que me sirvan para entender el aprendizaje continuado al que estamos destinados por las necesidades de adaptarnos a los cambios de nuestro entorno. Así, en primer lugar, tengo previsión de revisar mis defectos y mis virtudes. Ser consciente de quien soy y cómo soy para entender que no debo renunciar a ellos ni sentirme culpable. Siempre he pensado que debemos asumir nuestras capacidades reales y no asumir retos para los cuales no estamos preparados. La sinceridad empieza por uno mismo, conociéndonos internamente para resolver positivamente nuestras faltas y nuestros puntos fuertes. Ser coherente con uno mismo y ofrecer al exterior todo aquello que pueda ayudar en la mejora de nuestro día a día.

En segundo lugar, quiero mejorar mi comunicación con mi entorno. Saber transferir mis pensamientos, mis proyectos, para que pueda fortalecer la ilusión de todas aquellas personas que se sientan tristes y desmotivadas. Cierto es que siempre he intentado transmitir mi optimismo, pero es el momento de que las personas que me preocupan lo generen por sí mismo. La realidad es que vivimos en colectivo, de manera que cuando una pieza de la red decae, el resto nos resentimos. Deseo una cotidianeidad marcada por un sentido horizontal de la vida, donde no hay superiores ni inferiores, donde no hay elitismos absurdos que marcan distancias entre las personas por motivo de estudios, de poder adquisitivo o de posición social. Una igualdad real entre piezas de un puzle donde cada una de ellas es fundamental para el equilibrio del resto.

En tercer lugar, quiero aprender a escuchar a las personas. No tomar el ejemplo de aquellas que hacen oídos sordos frente a las peticiones de otras o que no se atreven a escuchar para no ver la realidad. Debo afrontar con valentía las verdades, aunque duelan, para aprender en mi camino. Al mismo tiempo, si son halagos, debo asumirlos como méritos míos, aunque sienta rubor al escucharlos. Un cuarto deseo es el de conseguir vivir en equilibrio, es decir, en una situación en la cual cada aspecto de mi vida no supere los anteriores. Aunque tenemos tendencia a decir que la vida es corta, sé que hay tiempo suficiente para los grandes bloques de mi existencia: mi yo, mi entorno afectivo, mi trabajo, mis aficiones. En el momento que uno de estos se descompensa extrae al resto parte de mi dedicación. Hay que dejar fluir su evolución sin que tenga que tomar respiros para resituarlos ni obviamente necesitar ayuda externa para ello. Quiero ser libre y autónomo, para no sentirme parte de un rebaño que actúa por inercia.

Mi lista seguiría creciendo, sin ninguna duda, si revisara cada uno de estos aspectos en relación con el mundo exterior. No pretendo aleccionar ni tener ninguna intención redentora con las personas que me lean y puedan sentirse identificadas con alguno de mis propósitos. Ya lo sabéis, son buenos propósitos, mis mejores deseos para un cambio de fecha que será la confirmación de que seguimos adelante, un año más, con nuestros defectos y virtudes, pero con la consciencia de que formamos parte de una humanidad que ha tenido que afrontar nuevos retos en los años anteriores. ¡Feliz 2023!