360 grados

La guerra de Ucrania y el estado de confusión mental de los europeos

Bajmut el epicentro de la guerra de Ucrania.

Bajmut el epicentro de la guerra de Ucrania.

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

El conocido historiador y demógrafo francés Emmanuel Todd, que predijo en un libro ya en 1976 el desmoronamiento de la URSS, confiesa no entender lo que les pasa a los europeos con la actual guerra de Ucrania.

Todd se niega a aceptar “la pérdida del sentido de la realidad sufren los europeos frente a rusos y estadounidenses, que tienen, por el contrario, una idea muy clara del poder”, afirma Todd (1).

Los europeos “alardean de paz y de difusión de los valores humanistas”, pero han perdido el sentido de la geopolítica, explica el politólogo, que trabaja en el Instituto Nacional de Estudios Demográficos de París.

“Entre la estrategia ofensiva de los norteamericanos y la defensiva de los rusos, los europeos se hallan en un estado de total confusión mental, y esto es aplicable de modo especial a los alemanes”, sostiene.

“Francia no tiene papel destacable en esta guerra. Carece de peso político. (El presidente) Macron habla y viaja. Otros se ríen. Pero no es el peor, no es con mucho el más rusófobo”, reconoce.

“Alemania es un país que no ha querido saber nada de guerra, un país prácticamente sin Ejército, que trae pocos niños al mundo y cuya única preocupación es importar mano de obra para mantener funcionando su industria” mientras se benefician del escudo protector norteamericano.

Alemania “se encontraba en la misma situación que Japón”, el otro país que perdió la Segunda Guerra Mundial, explica Todd, autor de más de una veintena de libros de política, antropología y demografía y buen conocedor tanto del Japón como de EEUU.

Pero Japón no quería inmigrantes: quiso seguir siendo Japón y optó por externalizar su industria a China mientras que Alemania ha mantenido la suya: le interesa sólo la economía y conseguir gas barato de Rusia, país del que es complementario.

De tales “reflexiones racionales” surgió el proyecto Nord Stream – el gasoducto rusogermano del Báltico- que servía para evitar las tarifas que tiene que pagar a Ucrania y Polonia por el tránsito del gas a través de sus territorios.

Estados Unidos, por su parte, busca defender su hegemonía frente a Alemania, en la que ve sobre todo a un peligroso rival económico, siguiendo en ello la doctrina que lleva el nombre de Zbigniew Brzezinski, el que fue asesor de seguridad nacional del presidente Jimmy Carter.

Según esa doctrina, para mantener su hegemonía actual global, EEUU debe impedir la unidad del continente euroasiático. Se trata, esto es, de separar a Europa occidental, y muy concretamente a Alemania, tanto de Rusia, su principal proveedor de recursos naturales, como del gran mercado chino.

A Emmanuel Todd no le cabe por ello la mínima duda de que Washington, con la complicidad de los británicos, a los que algunos acusan directamente, estuvo detrás de la misteriosa voladura de los dos gasoductos Nord Stream.

Pero lo importante no es quién llevó a cabo ese sabotaje, explica, sino “cómo puede creer toda una sociedad que pudieron ser los rusos”. Como parece creer que es Rusia la que dispara contra una central nuclear que ya ocupan sus tropas.

“Es la realidad invertida, lo cual es aún peor. El estudio de esa sociedad es fascinante, y a esto dedico el libro que estoy ahora escribiendo y que quiero que sea el último”, anuncia Todd.

Para el pensador francés, la ampliación de la OTAN a los países del Este de Europa, no iba tanto contra Rusia sino que el objetivo de Washington era bajarle los humos a Alemania. Con el resultado de un nuevo eje: Washington, Londres, Varsovia Kiev, en detrimento del París-Berlín anterior.

Resulta difícil resumir en el espacio limitado de esta columna las declaraciones de Todd, que se muestra al mismo tiempo en desacuerdo con las tesis del conocido politólogo estadounidense John Mearsheimer según el cual Washington podría un día “dejar caer” a Ucrania.

Esta guerra no es sólo “una amenaza existencial” para Rusia, sino también para Estados Unidos, pues si gana Rusia, sostiene Todd, se derrumbará su “sistema imperial”: su actual endeudamiento es fenomenal y para mantener su Estado de bienestar, cada vez más en peligro, necesita el “tributo” de sus aliados. Tenemos, pues, guerra para rato.

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