El ocaso de los dioses

El polvo bueno y el malo

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez / Alejandro Martínez Vélez - Eur

Rafael Simón Gil

Rafael Simón Gil

Podemos (perdón) interpretarlo de otra forma, pero yo lo veo de la manera que les narraré a continuación, como si fuera uno de los cuentos de miedo de Guy de Maupassant, tan cercano a mi admirado Edgar Allan Poe. Y si la palabra miedo les resulta aterradora, ontológicamente hablando, digamos al menos turbación, o recelo, o desasosiego, porque no otra cosa produce el examen del Tribunal Constitucional y alguno de sus miembros y miembras (le he pedido permiso a Bibiana Aído y he vuelto con el tácito consentimiento de la corrección lingüística). Para suavizar la tensión me he procurado un vaso de absenta, junto a Toulouse-Lautrec y la pipa de Magritte, mientras escucho la Novena de Mahler, en este caso, dirigida por Bruno Walter con la Filarmónica de Viena (1938).

Andante comodo. Érase una vez en España un partido político socialmarxista que en septiembre de 1979 celebró en Madrid un Congreso Extraordinario para dejar de ser marxista. Lo consiguió su joven Secretario General, Felipe González, junto a la sombra táctica de su alter ego, Alfonso Guerra, hoy en guerra con los que ahora vuelven a las andadas en nombre de aquel mismo partido. Han pasado más de 40 años de nada y nada sigue igual, está todo mucho peor. Y fue precisamente al sagaz Guerra a quien se atribuyó –él lo niega con sonrisa guerrista- en 1985 la frase “Montesquieu ha muerto”, a raíz de que el PSOE aprovechara su mayoría parlamentaria para reformar la Ley del Poder Judicial. De aquellos blancos polvos, esta negra chimenea de lodo. En lo que respecta a la independencia judicial, todo ha ido peor. Y en esas estamos.

In Tempo eines gemächlichen Ländlers. Maupassant suma y sigue. Esta semana se producía la toma de posesión de los y las cuatro nuevos y nuevas magistrados y magistradas del Constitucional (resulta farragoso de leer, lo sé, lo sé, pero hay que adaptarse a la nueva normalidad de género), y hete aquí que el Gobierno @sanchezcastejon nombraba, por respeto a Montesquieu, a Juan Carlos Campo y a Laura Díez. Un magistrado y una magistrada (lo sé, lo sé) neutrales, estéricamente independientes y sin vínculos con el Gobierno que gobierna. En efecto, sigue contándonos Maupassant, Juan Carlos Campo fue secretario de Justicia con Zapatero -conocido de Pedro Sánchez-, diputado del PSOE por Cádiz y, luego, ministro de Justicia del Gobierno del mismo Sánchez de antes. Por tanto, estéticamente irreprochable y fuera de toda duda su no vinculación con el Gobierno que gobierna. Y aunque Maupassant pasa, no pasa desapercibido que Campo es pareja sentimental de la presidenta del Congreso de los Diputados y Diputadas, Meritxell Batet, del PSC-PSOE. De otro lado, narra Maupassant, Laura Díez, la nueva magistrada del TC, fue asesora del Gobierno de la Generalidad para la reforma del Estatuto de Cataluña, directora de gabinete del secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, y, después, directora general de Asuntos Constitucionales y Coordinación Jurídica del Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática (un largo apellido) del Gobierno que gobierna Sánchez. ¿Se puede pedir más transparencia? ¿Se puede exigir más pulcritud? ¿Le es permisible al secular agnóstico dudar de la duda? No, todo está consumado. Los malos en el infierno, de donde no deben salir jamás, y los buenos y las buenas en el cielo democrático constitucional.

Rondo-Burleske. La narración del joven Maupassant sigue como sigue. Resulta que en ese Tribunal Constitucional donde ya están, sin el más mínimo atisbo de polvo estético en el camino, Campo y Díez, ya estaban Conde-Pumpido y María Luisa Balaguer, magistrado y magistrada, ambos y ambas (lo sé, lo sé) disputándose la presidencia del TC. De Cándido Conde-Pumpido nada se puede decir que Maupassant y ustedes dos no sepan, habida cuenta de que siendo fiscal general del Estado con Zapatero esculpió el estratégico brocardo “El vuelo de las togas de los fiscales no eludirán el contacto con el polvo del camino”. Ahora ya es presidente del TC. Su compañera y aspirante para presidirlo, María Luisa Balaguer, se reconoce expresamente “muy de izquierdas” y se declaró también “marxista”: “sigo siendo marxista, no banalicemos la ideología” (8/10/22, The Objetive). C´est-à-dir, Maupassant, una magistrada del TC en el cargo se declara en dos entrevistas muy de izquierdas y marxista. Para que la estética del camino no se manche con el polvo de la duda, la nueva vicepresidenta del TC Encarnación Roca también es progresista, es decir, progresa adecuadamente. “Pulvis es et in pulverem reverteris.

Adagio. Y vuelvo al inicio. En 1979 el PSOE de González se limpiaba el polvo del marxismo y, 43 años más tarde, el PSOE de Sánchez se acuesta con los lodos marxistas del camino sin ensuciarse. Para mí tengo que si Poe y Maupassant levantaran la cabeza de sus tumbas (Westminster Hall de Baltimore y Cementerio Montparnasse de París), sentirían un lúgubre temblor recorriéndole las venas. Los malos canónicos arden en el averno rechinando como el cuervo de Poe: “nevermore, nunca más, nunca más”, mientras los buenos, como en “Un golpe de estado” de Maupassant, proclaman: “Tirano, tirano, hete ahí caído, caído en el lodo, caído en el fango”. A más ver.

(Spoiler del camino sin polvo) Ángela Rodríguez, pim, Pam, pum del ministerio de Desigualdad en su calidad de secretaria de Estado, frivolizaba, entre carcajadas, sobre la excarcelación de violadores por la ley del solosí, acusando a la extrema derecha de crear alarma. Alarmadas algunas ministras del PSOE, se han alarmado, e incluso Adriana Lastra, desde su obligada clausura, le pide que se retracte. Pam se niega. Son ya 165 beneficiados por esa ley y 165 víctimas perjudicadas. ¿Es para frivolizar? ¿No sienten un cierto escalofrío, un ligero temblor espeluznante? ¡Ufff…, qué miedo, en qué manos estamos, Sánchez! Vuelvo a Maupassant (“Sueños”): “Señoras y señores, ¿qué les dice su corazón al respecto?”.