ENCALAO EN EL TERRAO

Réquiem por un mercado

El cronista recoge los orígenes y trayectoria del recordado Mercado de Abastos demolido en 1994

Publicidad de del centro comercial «La Plasa» en el año 1994.

Publicidad de del centro comercial «La Plasa» en el año 1994.

Francisco Sala Aniorte

Francisco Sala Aniorte

Tras numerosos intentos de que «La Plasa» -como así se conoce al mercado municipal de Torrevieja- funcionara como centro comercial, el Ayuntamiento de Torrevieja va a rescatar por 4,3 millones de euros el derecho del suelo público de tres plantas -4.200 metros cuadrados-, dado a una concesionaria en 1994 para la puesta en marcha de un centro comercial que nunca funcionó.

Fue en 1946 cuando se procedió a la renovación de la Plaza de Abastos; fue una necesidad sentida por la población por las deficientes condiciones en que se encontraba el anterior viejo edificio levantado en 1872. El nuevo mercado fue proyectado por Félix de Azúa Gruart, hijo y nieto de los arquitectos catalanes Azúa de Pastors y Azúa Gasque. Entre las edificaciones de Félix Azúa Gruart cabe destacar la Estación Central de Autobuses de Alicante, proyectada en 1943 y en la actualidad convertida en un espacio multifuncional para usos culturales y sociales, una vez acondicionados los accesos, escaleras, ascensores, fachadas y entorno; el antiguo hall de la estación de autobuses de Alicante se convirtió en una gran plaza pública cubierta a disposición de todos ciudadanos.

Dispuso la nueva «Plaza de Bastos» de Torrevieja de un espacio central donde quedó instalada la pescadería, estando a frente a estas los puestos de frutas y verduras, así como a los lados los de ultramarinos y cárnicos. Instalaciones que estuvieron en funcionamiento durante 47 años (1947-1994) y los ciudadanos se encontraban estrechamente unidos a él, formaba parte de la identidad del lugar.

Cuando se desconoce el valor patrimonial de aquel mercado, suceden pérdidas muy lamentables para la identidad de la ciudad. En Torrevieja, en 1994, aquella «Plaza de Abastos», de escasa calidad arquitectónica según técnicos municipales –por desidia venía arrastrando problemas de conservación desde hacía décadas-, con la promesa o la realidad de un nuevo mercado: «La Plasa». Aunque, si bien un nuevo mercado era algo muy necesario para los comerciantes y para la imagen de la ciudad que se proyectaba al exterior en el mercado municipal en ningún momento se planteó la posibilidad de mantenerlo. Se ignoró lo invisible en la trama y se argumentó que el mercado no tenía valor. Muchas veces, el protagonismo del edificio eclipsa los sentidos que esconden las «tramas urbanas», y es triste reconocer que los técnicos de patrimonio o expertos en la materia no se hayan encargado de difundir el valor patrimonial tachando la arquitectura de la «Plaza de Abastos» y su antigüedad, como si fueran catedrales pobres o templos de rango menor: una interpretación que se utiliza para bien o para mal, dependiendo de la sensibilidad que exista en la población y la educación patrimonial de sus gobernantes.

Publicidad del nuevo edificio de La Plasa en 1994

Publicidad del nuevo edificio de La Plasa en 1994

Con la desaparición de aquel edificio sintió la población un sentimiento de pérdida. Donde había un edificio vivo que dinamizaba el centro de Torrevieja, se inauguró en 1995 un edificio que irradiaba tristeza y hermetismo. En su publicidad rezaba: «En esta manzana estaba el pecado… pero en esta ‘manzana’ está su nuevo negocio. Centro Comercial ‘La Plasa’, una oportunidad para montar su negocio en el centro comercial mas nuevo y moderno de Torrevieja». Bien pronto fue apodado por las gentes de este pueblo como «Alcatraz», nombre motivado por las cuatro torres que se alzaban en su esquinas, que insinuaban la apariencia de las garitas de vigilancia de una prisión.

Bien pronto fue apodado por las gentes de este pueblo como «Alcatraz», nombre motivado por las cuatro torres que se alzaban en su esquinas, que insinuaban la apariencia de las garitas de vigilancia de una prisión

Francisco Sala Aniorte

— Cronista Oficial de Torrevieja

«La Plasa», obra del arquitecto Alberto Pérez Guerras, autor del alzado de altos rascacielos -sobre todo en Benidorm-, en donde destaca el edificio «In Tempo», de 202 metros de altura y 47 plantas. Languidece una parte del antiguo centro comercial de la población y existe la necesidad de activar una zona que sufre la pérdida de la vida que aportó el antiguo edificio del Mercado de Abastos.

Aún nos queda en la memoria el antiguo mercado de Félix de Azúa, con concepción racionalista que pudiera haber sido flexible y adaptable a diferentes usos; se pudo rescatar y potenciar, esta dicotomía arquitectónica, reflejo de un momento único de nuestra historia, haciendo que pudiera haber seguido siendo reconocible por los ciudadanos, respetándose la memoria identitaria de la ciudad. Poseía un indudable valor patrimonial hoy día cosa indiscutible; que no era tanto en su arquitectura ni por lo que representaba para la economía local –argumento con los que se pudo justificar el interés patrimonialista para rehabilitarlo y conservarlo, sino por algo más inmaterial que forma parte de nuestra cultura y que se expresa en las relaciones vecinales: el hecho de que sean lugares de intercambio y sociabilidad excepcionales.

Quizá, para algunos torrevejenses, sea «La Plasa» un paisaje urbano novedoso, pero a costa de la pérdida de un paisaje histórico. Hay que comprender cuál era el sentido y la importancia patrimonial de aquel mercado, porque hubiera sido preciso restaurarlo, adaptarlo o hacerlo accesible, y lo que a menudo nos preocupa, cómo hacer que se mantuvieran desempeñando su función comercial en un nuevo contexto. En otras ciudades, han sabido mantenerse a flote se han transformado. En algunos lugares se ha pensado que la mejor manera de salvar- los de la piqueta es convertirlos en renovados centros comerciales y otro tipo de espacios multifuncionales que supongan un foco de atracción en el emplazamiento donde se hallan, así se ha hecho con el Mercado Principal de Alicante, con el Mercado de Callosa de Segura y con tantos otros de la provincia haciendo velar por los intereses del pequeño y mediano comerciante, los vendedores locales o el fermento que da la vida alrededor.

Hay gentes que todavía lo recuerdan y lo añoran: «Qué recuerdos,un mercado precioso. Entraba el sol por todas partes y luz y ahora se ve todo abarrotado con el edificio para tener más espacios y negocios ya no es una plaza es ‘una jaula’ […], se perdió el sol y las plantas bajas el progreso con el negocio».