Baño de sangre simbólico en “Elektra.25”

Marc Llorente

Marc Llorente

Elektra.25

TEATRO PRINCIPAL DE ALICANTE

*** ½

Dramaturgia y dirección: Ricardo Iniesta. Compañía: Atalaya

Hace casi un año vimos a la compañía andaluza en el Paraninfo de la Universidad con su versión de «El avaro», de Molière. Es Atalaya contra los poderosos (Premio Nacional de Teatro 2008), que atesora casi cuatro décadas con sus simbólicas formas, como centro de investigación teatral. El vitalismo popular en la línea del teatro épico de Bertolt Brecht.

El premiado montaje de «Elektra.25» tiene la adaptación de Ricardo Iniesta, el director, y Carlos Iniesta a partir de los textos de Sófocles, Heiner Müller y Hoffmansthal, cuya primera versión recorrió los cinco continentes hace 25 años. Retoman la mitología de esta tragedia griega con ciertos cambios que refuerzan su importancia.

La intensidad y las intrigas del juego escénico las asumen Silvia Garzón, María Sanz, Raúl Vera o Enmanuel García. Coreutas y diversos coros con especial protagonismo y esa función tradicional y comentadora que imprime ritmo y tono emocional. Los comediantes ejercen las técnicas vocales y físicas para mostrar los personajes, no para vivirlos, y que predomine la razón, no el sentimiento en el espacio escénico de Ricardo Iniesta. Los caracteres poéticos y la belleza visual y sonora definen las maneras de la compañía. Cantos étnicos y coreografía de Juana Casado y Lucía You.

Pudimos ver otra libre adaptación en la que unas cucharas tenían diferentes usos con los portugueses de la Companhia do Chapitô en el 3 Festival Intencional de Teatro Clásico de Alicante, en febrero de 2019. Aquí la puesta en escena y el énfasis expresivo de Atalaya pretenden destacar los aspectos esenciales de un baño de sangre en este clásico contemporáneo.

La protagonista desea el asesinato de su madre Klitemestra y del amante de ella, Egisto, con la ayuda de su hermano Orestes y a fin de vengar a su padre. El rey Agamenón. En psicología, el complejo de Electra es la obsesión amorosa de una hija por su padre, dándose entre los 4 y 6 años de edad. Y esto se resuelve cuando la niña tiene miedo a perder el amor maternal.