Víctimas de la injusticia en “¡Ay, Carmela!”

¡Ay, Carmela!

¡Ay, Carmela! / ¡Ay, Carmela!

Marc Llorente

Marc Llorente

¡Ay, Carmela!

TEATRO PRINCIPAL DE ALICANTE

** ½

De José Sanchis Sinisterra. Dirección: José Carlos Plaza

La exitosa pieza del autor valenciano José Sanchis Sinisterra se estrenó en 1987 y se llevó al cine. «¡Ay, Carmela!», esa elegía de una guerra civil, defiende al artista en la sociedad y denuncia las hazañas bélicas. Distintos montajes se han realizado de este texto que se representa continuamente con su búsqueda de la supervivencia en ambiente sórdido.

Los personajes, dos republicanos en la otra acera, se transforman para actuar. Cantan y bailan. María Adánez y Pepón Nieto no necesitan ser virtuosos de la canción y del baile, ya que su trabajo les exige ser algo toscos, aunque no desprovistos de cierto encanto a la vez. En función del carisma o de la gracia escénica de cada intérprete, se atrapa más o menos al público.

Ambos sostienen un doble papel con entrega. El de los comediantes y el del teatro dentro del teatro que acoge los simples números de «Carmela y Paulino, variedades a lo fino», eslogan de la pareja de cómicos que, como tantos otros fueron, son víctimas de la injusticia. En zona franquista se ven obligados a intervenir en un espectáculo para la tropa y a burlarse de la bandera republicana si quieren salvar sus vidas.

¿Conmueven y divierten en esta historia de hace tiempo? La verdad emocional es una de esas cuestiones básicas. ¿Puede cantarse un poco mejor «Suspiros de España»? Sí. ¿Es posible evocar en mejores condiciones la zarzuela «La del manojo de rosas»? También. Y una reflexión importante. Existen muchas formas de estar vivo y de estar muerto.

Desde el principio, los numerosos espectadores saben una de las cosas que van a ocurrir. El fantasma de ella se pone delante de él en la tragicomedia dirigida por el veterano José Carlos Plaza. El primer acto se estira más de la cuenta. El segundo y el epílogo requieren una mayor brevedad en beneficio del interés de la obra. Y Carmela muestra su coraje con trágicos efectos.

Las guerras siguen, y el espíritu del guerracivilismo, los talantes antidemocráticos y la identidad totalitaria se exteriorizan en ciertas realidades políticas y cotidianas.