El teleadicto

Gustavo Jiménez Vera

Antonio Sempere

Antonio Sempere

Desde que Gustavo Jiménez Vera se ocupa de la realización de Historia de nuestro cine parece como si el programa hubiese dado un salto de la tele de la transición a la del siglo XXI. Sea dicho con todos los respetos para Javier Jado, su predecesor, que abandonó por jubilación. Pero es que resulta fundamental que el lenguaje televisivo navegue parejo a los tiempos que corren. No tiene ningún sentido estar viendo en pleno 2023 espacios más propios de décadas pasadas.

Para quien no le conozca, hay que aclarar que Gustavo Jiménez Vera, otro veterano de la casa, hizo tándem con Santiago Tabernero, y fue el renovador que se atrevió con aquellas fórmulas que tantas alegrías nos dieron. ¿Recuerdan? Alaska y Coronas y todas sus variantes. Aquello era televisión adaptada a los tiempos, un tipo de formato por el que se debía haber apostado fuerte, y que se dejó morir.

No fue la pandemia el que lo tumbó, aunque bien es verdad que la última de las entregas emitidas tuvo lugar un día antes de que nos encerrasen a todos en nuestras casas. Ahí estaba Gustavo Jiménez Vera, disfrutando como un niño desde la sala de máquinas. Y ahí ha continuado, en TVE, siempre atento a las propuestas más atrevidas, dentro de lo que se permite innovar en una televisión como la pública, y ya no hablemos en un canal como La 1, tan esclavo de las audiencias.

Sólo reclamamos desde aquí, aunque no nos hagan ningún caso, que el coloquio de Historia de nuestro cine dure una hora. Es un desperdicio llevar a los invitados para tan poco tiempo. Que Gustavo, el disfrutón, se pelee editando porque no cabe todo lo interesante que se graba. Lanzado queda.