La apicultura ingresa en la UCI

Un apicultor cuidando de sus abejas.

Un apicultor cuidando de sus abejas.

Guillermo Rosell

Guillermo Rosell

Si una cosa he aprendido a lo largo de los años, es que cuando el sector agrícola entra en consulta médica, el ganadero y el apícola ingresan directamente en la UCI. Especialmente estos últimos doce meses la agricultura ha vivido sus momentos más crudos, derivados de la amenaza constante por la inseguridad hídrica que ha instaurado el Gobierno, por los incrementos del 80% en el precio del gasóleo, del 200% en la tarifa eléctrica, por una guerra de Ucrania que disparó el precio de los piensos un 90%..., en definitiva, un aumento de costes de producción sin precedentes que ha puesto al sector agroganadero contra las cuerdas.

Pero, sin duda, si algo caracteriza a los apicultores de la Comunidad Valenciana es su capacidad de resiliencia ante las adversidades. Su dinámica de trabajo siempre ha combinado a partes iguales estas tres variantes: producir miel de calidad, sobrellevar las diversas crisis que han afectado al sector y luchar contra las injusticias que la Administración ha cometido con ellos durante años.

Para denunciar la situación públicamente y pedir medidas de apoyo, los apicultores protestamos esta mañana ante las Cortes Valencianas con el fin de hacer ver nuestro malestar y el peligro real de desaparición al que nos enfrentamos. Entre los problemas que llevamos en nuestro manifiesto y que consideramos de urgente mediación y solución destacamos los siguientes: 2022 fue el año en el que más miel de terceros países se importó, provocando que el precio de nuestro producto quedase por los suelos y no encontrase salida comercial; tenemos una mortandad excesiva de abejas, bien por motivos sanitarios (varroa) o por los efectos de las altas temperaturas y la falta de lluvias de los últimos meses, ante lo que necesitamos inversión e investigación y medidas que ayuden a paliar el escalofriante índice de muerte; el aumento de los costes de producción nos ahoga, especialmente el del gasóleo, insumo imprescindible para la apicultura trashumante valenciana. Resulta incomprensible que hayamos quedado excluidos de las bonificaciones del gasóleo profesional.

Todo ello, sumado a un Consell que lleva años dándonos la espalda con la presión anual derivada de la publicación del acuerdo de “la Pinyolà”, la ausencia de ayudas agroambientales que ponen en peligro el mantenimiento de la biodiversidad floral de la Comunidad, unas ayudas en compensación por la guerra de Ucrania que no llegan ni siquiera para sufragar un kilogramo de alimento por colmena, poniéndonos en inferioridad de condiciones con respecto al resto de apicultores españoles y obligando a nuestros profesionales a huir a otras partes de España para producir miel… conforman la tormenta perfecta, compuesta por una simbiosis entre factores externos y dejadez de nuestros gobernantes, que ha provocado esta crisis histórica que está a un paso de fulminar el sector apícola valenciano, ese que hace menos de diez años tenía una cabaña apícola con el mayor número de colmenas de España, encabezando la producción nacional de las mejores mieles de azahar, naranjo, tomillo….

Los apicultores nos sentimos maltratados por una Administración que mira hacia otro lado, como lleva haciendo 15 años, que nos miente, no se compromete y no concede ayudas válidas para mantener esta actividad tan importante para el medio ambiente, haciendo patente su incompetencia y desidia para solucionar este grave problema que está provocando que la mayoría se plantee abandonar la actividad. La radiografía oficial de la situación es escalofriante: en 2022 se registró una merma del 70% en la cosecha de miel de la Comunidad Valenciana; de 2010 al 2022 ha bajado en número de colmenas en la Comunidad Valenciana un 18%; actualmente, el 60% de las colmenas están en riesgo real de desaparecer; el año pasado fue el que más miel se importó de terceros países; y ya sabemos que las cifras que nos vienen del 2022 serán todavía peores.

Desde ASAJA Alicante entendemos que la única solución es poner en marcha de manera inmediata medidas urgentes que palien esta gravísima crisis a través de ayudas directas y, por otro lado, la publicación de un PDR al que se le asigne un presupuesto decente, que venga acompañado de unas obligaciones para el apicultor asumibles y similares al resto de comunidades autónomas, contribuyendo a que podamos salir de esta precaria situación.

Estos son los motivos que nos llevan hoy a concentrarnos a las puertas de las Cortes Valencianas, donde vamos a exigir una actuación inmediata antes de que el sector muera por asfixia, antes de que solo queden colmenas vacías dispersadas por los campos, cajas de madera sin vida en su interior cual ataúdes… en recuerdo de lo que alguna vez fue una próspera y sana actividad ganadera, puntera y pionera en toda España, en recuerdo a unos apicultores que vivían de un trabajo milenario que tanta ayuda ha prestado a la sociedad, colaborando en hacer más rentable la agricultura y favoreciendo al medio ambiente con la polinización de sus abejas.