La literatura frente al horror

Fernando Ull Barbat

Fernando Ull Barbat

Hace unos días se celebró el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto así como el 78 aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz por el ejército soviético, liberación que hizo descubrir a la comunidad internacional uno de los secretos mejor guardados por el régimen de Hitler. La maquinaria de la muerte que pusieron en marcha los nazis poco después de llegar al poder en Alemania y que se intensificó con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial hasta llegar a la llamada solución final supuso un antes y un después en la historia de la humanidad. Escribir poesía después de Auschwitz era un acto de barbarie, se dijo. Primo Levi luchó toda su vida contra el recuerdo de su paso por este campo de exterminio hasta que no pudo más y se suicidó con 67 años, cuarenta años después de abandonar Auschwitz.

Después de la guerra los alemanes trataron de justificar la llegada al poder de los nazis por una supuesta ignorancia sobre los planes de Hitler. Falso. Desde sus primeros pasos en política Hitler dejó bien claro cuales eran sus intenciones. El pueblo alemán le votó sabiendo lo que iba a hacer. La derecha alemana permitió a los nazis entrar en gobiernos de coalición conociendo su programa político y el pueblo alemán miró para otro lado al comenzar las persecuciones contra los judíos, gitanos, intelectuales y socialistas. Cuando se descubrieron los campos de exterminio tras la derrota nazi, los alemanes afirmaron que no sabían a qué se dedicaban estos campos de la muerte ya que se encontraban alejados de las ciudades. Falso también. Los campos de exterminio y concentración que se descubrieron fueron aquellos que no les dio tiempo a destruir. Casi en cada pueblo de Alemania hubo barracones de trabajadores judíos que en régimen de esclavitud generaban riqueza para la población donde estaban situados. Y por supuesto no hay que olvidar a todas las empresas alemanas, empresas muy conocidas hoy en día, que apoyaron económicamente al partido nazi en su ascenso al poder en los años 30 y que luego hicieron grandes fortunas durante los años de preguerra aprovechándose del pueblo judío.

Especial referencia hay que hacer, siempre que se recuerda el Holocausto, a todos los españoles, hombres y mujeres, que formaron parte de las víctimas del genocidio llevado a cabo por Alemania. Españoles que huyendo de una dictadura y del fascismo en España se encontraron con otro régimen fascista que los encarceló en campos de exterminio muriendo la gran mayoría. Personas que representaron la dignidad y la defensa de la libertad y la democracia allí donde estuvieran. Después de luchar en España contra la imposición de una dictadura fascista y criminal dirigida por el golpista Franco, que llegó al poder sin importarle lo más mínimo el número de muertos que supondría un golpe de Estado y una guerra civil, los españoles que huyeron de una muerte segura por los Pirineos se encontraron con un país, Francia, que los trató como apestados. Otra vez la derecha inclinando la testuz ante la extrema derecha para no molestarla.

Son muchos los testimonios individuales de españoles que en medio de la muerte y del horror de los campos de concentración y exterminio nazis implantados en media Europa, mantuvieron viva la lucha por la libertad y la democracia porque, recordando el poema de Miguel Hernández, aunque sus vidas habían quedado destrozadas fueron como el árbol talado y retoñaron porque aún tenían la vida. Ejemplos de ello hay muchos pero quiero traer hoy aquí el documental emitido hace unos días por el segundo canal de RTVE que se encuentra en disponible en su página web. Me refiero a Joan Tarragó: el bibliotecario de Mauthausen en el que se relata la vida del español Joan Tarragó, uno de los 7.500 españoles republicanos internados en Mauthausen que poniendo su vida en riesgo, si cabe aún más, reunió una pequeña colección de libros sustraídos a los alemanes que sirvió para los que presos que los leían escapasen, durante unos minutos, del horror de la maquinaria de muerte en la que mal vivían. Algo tan sencillo como la lectura se convirtió, para los españoles en este campo, en el mayor acto de rebeldía que se podía hacer frente a los alemanes. La lectura significaba lo opuesto a la barbarie nazi, cuyas ideas fueron seguidas a pies juntillas por los franquistas en España.

Han pasado muchos años desde la liberación de los campos nazis. Pero a pesar del tiempo transcurrido, y aunque lo implacable del anonimato se impusiera en las vidas de los republicanos que lucharon contra el fascismo en España y después contra el nazismo en Europa, su recuerdo permanece. Y permanece porque ellos y ellas representaron en sí mismas el hecho de estar vivo, la esencia que convierte al ser humano en lo mejor de la vida en el universo. Nuestras vidas terminan diluyéndose en la nada pero queda la justicia y la libertad porque son eternas. Al menos es lo que yo pienso.