La sinrazón de algunos en “El sueño de la razón”
El sueño de la razón
TEATRO PRINCIPAL DE ALICANTE
** ½
De Buero Vallejo. Adaptación y dirección: José Carlos Plaza
Fundamentalmente, «Historia de una escalera», sobre la frustrante realidad, es la obra que más se suele reponer de Buero Vallejo, autor muy poco representado hoy en día y una de las figuras básicas del teatro posterior a la guerra civil. En septiembre de 2021, «El sueño de la razón» (1970) se vio aquí con la ilicitana Compañía Ferroviaria.
El título se refiere al grabado «El sueño de la razón produce monstruos», uno de los aguafuertes de Goya al que el dramaturgo recurrió en este drama de los sufrimientos y alucinaciones del pintor antes de su exilio en Burdeos, en diciembre de 1823, durante los últimos años de su vida. Fernando VII rechaza a Francisco de Goya por su rebeldía ante el absolutismo y el crimen en una de las épocas más oscuras de nuestra historia.
Vive refugiado, sordo, con su joven amante Leocadia, y pinta como reflejo de un país donde se apalea y ejecuta. El visual protagonismo de las pinturas negras, la luz y el sonido revelan el mundo interno del pintor. Y se entremezclan datos reales con otros de la inventiva de Buero. A Goya le torturan por «injuriar» al rey y ella es violada.
La interiorización y la exteriorización de los conflictos quedan asumidas por Fernando Sansegundo y Ana Fernández, la pareja protagonista que se ve acompañada por Jorge Torres, Carlos Martínez-Abarca y otros en esta adaptación del veterano José Carlos Plaza que él ha dirigido. Uno más de sus numerosos montajes. Un alegato contra el poder absoluto y la alienación humana.
Sansegundo es un pintor con turbulento carácter. Ana Fernández es una mujer vivaz que maneja el lenguaje de signos al dirigirse a él. La pieza resulta algo fría pese a la generalizada corrección, y el desarrollo textual y visual nos atrapa más en ciertas ocasiones. El teatro existencial de Buero, realista y simbólico, busca un reflexivo distanciamiento y la participación emotiva del público, que el director y los actores deben ofrecer.
Se usa el ayer como espejo de la intolerancia. Y luce el elogio al espíritu creativo, cultural y de libertad.
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