Palabras gruesas

Cuando la posibilidad de cambio inquieta

Melias replantadas en el parque de Sergio Melgares desde su ubicación en la avenida Constitución

Melias replantadas en el parque de Sergio Melgares desde su ubicación en la avenida Constitución / PILAR CORTÉS

Carlos Gómez Gil

Carlos Gómez Gil

Mientras en calles de Alicante y en los parabrisas de coches aparecían octavillas de Carlos Mazón en las que pedía sonreír porque viene el cambio, la Policía Municipal escoltaba a los operarios que en la avenida de la Constitución podaban sin miramientos las melias que desde hace décadas flanquean sus aceras, evitando que se acercaran quienes protestaban durante los preparativos para el traslado de estos árboles a no se sabe dónde pero que, a todas luces, significará su muerte. Al mismo tiempo, mientras atravesamos una importante ola de frío, con temperaturas nocturnas cercanas a los cero grados, los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Alicante decidían desmantelar el dispositivo de emergencia que alojaba a personas sin hogar que dormían en las calles, para volverles a mandar a dormir al raso porque, como vino a explicar el portavoz del equipo de gobierno municipal, Antonio Manresa, consideraban que ya no hacía frío por las noches y a la intemperie se estaba la mar de bien.

Un concejal del Ayuntamiento de Alicante, presidente de la Diputación y candidato del PP a la Generalitat valenciana, que respalda como edil el traslado de estos árboles en contra de las peticiones y movilizaciones de los vecinos, utilizando a la Policía para proteger las operaciones de poda y traslado, apoyando, a su vez, una política social municipal que a lo largo de todos estos años, y siendo piadosos, viene siendo tan negligente como irresponsable contra las personas más vulnerables, difunde al mismo tiempo propaganda política por las calles de la ciudad en la que pide que nos partamos de risa ante el posible cambio que representa su llegada.

Pero si este cambio se hace como él mismo impulsa desde el Ayuntamiento de Alicante como concejal del Partido Popular que es, en lugar de risa lo que deberíamos tener es una profunda preocupación. Porque utilizar a las fuerzas de seguridad para evitar que un grupo de vecinos protesten pacíficamente es un acto represivo que creíamos ya del pasado, de la misma forma que dejar a la intemperie, sacando de un albergue de urgencia ante la emergencia meteorológica, a las personas sin hogar que tienen como único dormitorio las calles y parques de la ciudad, es un acto de crueldad, además de un incumplimiento de obligaciones sociales y morales. De hecho, otros muchos ayuntamientos, desde Elche hasta Dénia, han mantenido estos dispositivos de emergencia hasta que pasara la ola de frío, mientras que en Alicante toda excusa es buena para añadir más sufrimiento a los desdichados y de paso, ahorrarse un dinerillo. El mismo equipo de gobierno que aprobó una ordenanza de la vergüenza contra mendigos y personas sin hogar.

Y es que uno de los problemas del candidato Carlos Mazón es que no quiere asumir que, además de ser presidente de la Diputación de Alicante, es también concejal del equipo de gobierno del Ayuntamiento de la capital. El mismo equipo de gobierno que, con su apoyo, viene impulsando un auténtico desmantelamiento de la política social municipal contra las personas más vulnerables. El mismo equipo de gobierno que desprecia cualquier atisbo de participación social, que elimina las políticas de cooperación y solidaridad internacional, que ha reducido los programas de Igualdad a la mínima expresión, que ha boicoteado el Plan Edificant, promovido por la Generalitat Valenciana, para que no se pudieran construir nuevos centros educativos en la ciudad, a la que mantiene abandonada y sin vigilancia de la Policía Municipal. El mismo equipo de gobierno que tiene los centros de mayores en el olvido, que rechaza las políticas de apoyo a los colectivos LGTBI, que mantiene los barrios desamparados, los parques y jardines descuidados, las calles sucias.

De manera que, para muchos, con esta tarjeta de visita, en lugar de risa hay una profunda inquietud por el hecho de que quien ha apoyado, respaldado e impulsado como concejal del equipo de gobierno en el Ayuntamiento de Alicante estas políticas regresivas pueda llegar a la Presidencia de la Generalitat Valenciana, tal y como pretende. Y es que el candidato Carlos Mazón no reconoce que también forma parte de un equipo de gobierno que en Alicante viene maltratando a la ciudad y a muchos de sus ciudadanos, generando un malestar creciente que no da para muchas sonrisas.

Pero, además, repartir estas octavillas en las calles y en los limpiaparabrisas de los coches denota nervios y hasta desesperación, poca educación y escaso respeto por una legalidad que alguien como él debería cuidar de manera escrupulosa. Nervios porque demuestra que Carlos Mazón no es conocido, recurriendo a imágenes cuestionables del presidente Pedro Sánchez (con quien no compite electoralmente) y de Mónica Oltra (quien dimitió de sus cargos y no tiene responsabilidades políticas). Mala educación porque un concejal y presidente de la Diputación debería ayudar a la limpieza de nuestra ciudad, que falta hace, en lugar de contribuir a ensuciarla. Y poco respeto por la legalidad porque con este reparto de octavillas, un concejal del equipo de gobierno en Alicante vulnera la Ordenanza municipal de limpieza vigente, que en su artículo 43 recoge con claridad que se prohíbe la colocación de octavillas en los vehículos estacionados en las calles, así como la suciedad en la vía pública como consecuencia del reparto de hojas publicitarias.

Mala pedagogía hace quien incumple normas que debería respetar para promocionarse en su camino, nada sencillo, hacia la Generalitat.