La Newsletter del director

El miedo en los ojos de una mujer con cáncer de mama

Una paciente se somete a una mamografía.

Una paciente se somete a una mamografía.

Tomás Mayoral

Tomás Mayoral

A veces, la vida te trae el titular antes que el periódico. Para hablar del tema con el que hoy abrimos la primera página y que muchos de ustedes ya pudieron leer ayer por la noche y en la portada de nuestra web tengo que hacer un ejercicio heterodoxo y antiperiodístico, tengo que hablar de una experiencia personal. Sucedió a principios de semana. Yo esperaba a un compañero en la terraza de una cafetería de Alicante cuando llegó un grupo de cuatro mujeres de diferentes edades, que se sentó en la mesa de al lado. Hablaban con nerviosismo dirigiéndose siempre a una de ellas, justo la que se había sentado enfrente de mí. Era una mujer de cuarenta y tantos años. Algo en su expresión despertaba inquietud mientras miraba a las que parecían amigas o familiares como si no entendiera lo que le estaban diciendo. Tenía la mirada perdida, pero sus ojos decían algo más: había miedo en ellos. Las demás parecían intentar animarla. La escasa distancia entre las mesas hacía inevitable no escuchar retazos de su conversación. Poco a poco fui entendiendo qué sucedía. Venían del médico y las noticias que le habían dado a la más afectada no eran buenas. Una mamografía rutinaria había revelado algo y ahora le habían confirmado que tenía un tumor en el pecho.  Al parecer, el médico la había tranquilizado hablando de un buen pronóstico y de una intervención quirúrgica inmediata. En ese momento llegó mi compañero y nos marchamos de la cafetería. Mentalmente le desee suerte a esa mujer que pensé que olvidaría enseguida. Pero su mirada de angustia y miedo no se me ha ido aún de la cabeza. Esa mirada es la que tengo presente cuando intento analizar un titular que dice “Sanidad tarda hasta tres meses entre la detección y el tratamiento de cáncer de mama”. Aclaremos, para ser periodísticamente ecuánimes, que la Conselleria niega esto y que asegura que el protocolo se activa de inmediato ante una detección. Pero otras fuentes hospitalarias nos aseguran, sin embargo, que se considera como “admisible” un periodo de ocho semanas para realizar todas las pruebas que preceden a la intervención o la decisión sobre el tratamiento a aplicar tras la detección. Sigue siendo demasiado tiempo. La denuncia de esta situación parte de organizaciones de tanto prestigio y peso como APAMM, Amacmec y Anémona. Sinceramente, no creo que sea una denuncia infundada: son organizaciones de mujeres y para mujeres que ven el dolor, el miedo y la muerte cara a cara todos los días. Pero no lo denuncian solo asociaciones. Josefa Coloma cuenta su caso en primera persona hoy en INFORMACIÓN: “Me diagnosticaron el cáncer el 16 de junio y me operaron el 16 de septiembre. La espera fue traumática”. Está comprobado que el retraso en el tratamiento del cáncer de mama disminuye la supervivencia en un 12%. Todo esta situación surge pocos días después de que supiéramos que, por razones no muy bien explicadas por la Conselleria, se había decidido eliminar lo que se llamaba el “doble cribado”: las mamografías las analizaba no un especialista, sino dos, para precisar aún más el diagnóstico. Ese doble control había sido anulado. APAMM señaló, sin paños calientes, que esa decisión, detrás de la que había un recorte de recursos humanos, ponía en peligro a las mujeres.  Es muy necesario poner esta denuncia en primer plano, aunque solo sea porque están muy recientes los mensajes de hace 9 días cuando celebramos el Día de la Mujer. Si nos creemos lo que dijimos entonces, sería conveniente que se pusieran a trabajar esas toneladas de buenas intenciones hacia la mujer en este asunto de inmediato. Nuestros responsables sanitarios deben analizar qué está pasando para que muchas mujeres enfermas de cáncer de pecho tengan que sufrir un olvido que es casi otra forma de maltrato. Yo vi el miedo en los ojos de una mujer enferma durante dos minutos y no puedo olvidar el sufrimiento que había detrás. Imaginemos lo que deben ser tres meses de tortura.  

Y una cosa más:

De repente, proyectos olvidados salen de los cajones y les observamos teniendo que decir algo sobre cuestiones que, a veces, han dejado en segundo plano durante años. Son las promesas preelectorales de siempre. No suele quedar mucho de ellas, como ya sabemos.

Te dejo nuestros titulares destacados: