Esperando a Godot

Rema, rema, marinero

Este año vamos a acabar todos hasta la coronilla de eslóganes y campañas políticas

Una votación electoral

Una votación electoral / Enric Fontcuberta

Daniel McEvoy

Daniel McEvoy

A veces rememoro con agrado y nostalgia mis tiempos de estudiante en la Facultad de Filología de la Universidad de Alicante. También me acuerdo de algunos de mis profesores, sólo de los buenos, puesto que la mente tiene un mecanismo, imprescindible para la salud mental del individuo, consistente en obliterar los malos recuerdos. Uno de esos buenos profesores me dio clase en primero de carrera de la asignatura de Lingüística General.

El docente en cuestión era Agustín Vera Luján. El profesor Vera Luján, además de ser un gran conocedor de su materia y un magnífico comunicador, tenía un fino sentido del humor cargado de ironía y sarcasmo; en una ocasión, ante la propuesta de una compañera de celebrar un examen el sábado por la mañana, le espetó una frase que provocó la hilaridad de los cerca de doscientos estudiantes que abarrotábamos el aula: “Mire usted, señorita, yo el sábado por la mañana lo dedico a mi pasatiempo favorito… Tomar cañas con anchoas”.

Es obvio que un buen sentido del humor y realizar el trabajo con alegría no está reñido con un currículum brillante. D. Agustín es Doctor en Filología Románica por la Universidad de Bolonia, ha sido investigador asociado en el Departamento de Lingüística de la Universidad de California-Berkeley y profesor en las universidades de Málaga, Alicante y Murcia. Desde 2007 es Catedrático de Lengua Española en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, en Madrid. De 1996 a 1999 fue Director Académico del Instituto Cervantes. Ha dirigido, con posterioridad, los centros del Instituto Cervantes de París y de Manchester-Leeds. Desde enero de 2009 es Director Académico y de Investigación de la Fundación Comillas.

Pero si bien la frase “de las cañas con anchoas” fue graciosa, a mí la que más me gustó de ese año que tuve la suerte de ser alumno de Agustín Vera Luján, fue la que pronunció al hilo de una explicación de su materia en clase. Acababa de introducir los conceptos de “tópico o tema” y “comentario o rema” cuando otra compañera repitió en voz alta y entonación interrogante “¿Remaaaa?”. La ignorancia de la alumna movió al profesor a responder, con su habitual guasa, “Sí, señorita, ¿no sabe usted aquello de rema, rema, marinero?”

Claro que mi compañera de estudios, a esas alturas, debería haber estado más familiarizada con esos conceptos y haber leído los estudios de V. Mathesius de 1939 y los posteriores, en la segunda mitad del siglo XX, de la Escuela de Praga, con especial atención a los del lingüista checoslovaco F. Danes. Esos estudios introdujeron la noción de tema y rema para describir la estructura del enunciado desde un punto de vista informativo, partiendo del supuesto de que en los enunciados puede distinguirse entre estos dos componentes. El tema corresponde a lo que intuitivamente se puede expresar como aquello de lo que se habla, mientras que rema es lo que se dice del tema.

Elecciones a la vuelta de la esquina

Elecciones a la vuelta de la esquina / INFORMACIÓN

En consecuencia, se asocia el tema con la información conocida en un enunciado y rema con la información nueva que se aporta. La aplicación de esta dicotomía a nivel textual ha sido ampliamente explotada por diversos autores, entre los que destacan el ya mencionado F. Danes y B. Combettes, quienes se interesan por el modo en que la información textual va avanzando a partir de la articulación tema-rema, mediante el mecanismo que denominan progresión temática.

Lejanos ya en el tiempo aquellos tiempos universitarios, el otro día, paseando por Elche, me topé con un cartel de enormes dimensiones con una foto de nuestro alcalde, Carlos González, y un lema de “precampaña” (la que el PSOE aseguró que no se iba a producir) que rezaba “Salimos a ganar”, junto al logotipo y las siglas del partido en la esquina inferior derecha, esto último con un tamaño de letra muchísimo más pequeño que lo anterior.

Como imagino que este año vamos a acabar todos hasta la coronilla de eslóganes y campañas políticas, si es que no lo estamos ya a estas alturas, deberíamos empezar a analizar estos lemas desde un punto de vista pragmático textual o incluso desde uno sociolingüístico. ¿Quiénes son los protagonistas del sujeto elíptico de “salimos”? ¿Qué van “a ganar” con ello los implícitos e invisibles actantes?

No tengo respuesta para esas preguntas, pero las puedo responder por antítesis. Sí sé, como también lo saben ustedes, quiénes no son. No son los trabajadores por cuenta ajena que no llegan a fin de mes. No son los autónomos que algunos meses trabajan a pérdidas tras pagar abusivos impuestos. No son los empresarios a los que tanto les cuesta generar empleo en un paradigma de inseguridad jurídica cada vez mayor. No son los parados ni los “fijos discontinuos”. No son los pensionistas a los que engañan subiendo las pensiones en un contexto de inflación galopante. No son los ciudadanos. Son “ellos”.