Entre acordes y cadenas

Rosalía, la mejor artista de la historia de España

Rosalía, en una imagen promocional.

Rosalía, en una imagen promocional.

José María Asencio Gallego

José María Asencio Gallego

 La pasada noche recibí un email. Uno de esos que, por regla general, entran automáticamente en la carpeta de “no deseado” pero que, por alguna razón que desconozco, esta vez lo hizo por la puerta grande, directo al buzón principal. El remitente era una empresa (o al menos eso parecía) dedicada a las encuestas y el asunto, adornado con emoticonos de diversa índole, contenía una pregunta que rápidamente llamó mi atención. Entre un corazón rojo atravesado con una flecha, que servía de signo de apertura de interrogación, y otro de cierre, al más puro estilo anglosajón, habían escrito: es Rosalía la mejor artista de la historia de España?

No podía creerlo. Cerré los ojos, los volví a abrir y contemplé de nuevo la pantalla. La pregunta seguía ahí. Era real. No había sido una pesadilla. Esta empresa, cuyo nombre prefiero omitir, deseaba saber si, en verdad, para la sociedad española, Rosalía era la más grande representante del arte y la cultura hispánica, no sólo de este infecundo siglo XXI, sino de toda la historia de nuestro país, desde el Siglo de Oro hasta la generación del 27.

El mero hecho de formular esta pregunta me causó una terrible desazón, sobre todo porque el emisor del mensaje, por su contenido y su aparente seriedad, no lo hacía en el marco de un programa humorístico. No se trataba de una broma ni de ningún sistema de cámara oculta. Simplemente deseaban confirmar una hipótesis que, desde hacía un tiempo, rondaba por sus cabezas.

Pues bien, como lo primero que hice fue borrar este diabólico comunicado y, por tanto, no contesté a la citada encuesta, con el permiso de todos ustedes, queridos lectores, me permito hacerlo en estas páginas. Y para ello he decidido emplear un sistema comparativo. Es decir, analizaré los versos de otros artistas patrios y los situaré junto a los de, para muchos, la mejor de todas, la más laureada y reconocida, orgullo del país y espejo de foráneos, empleando las palabras de Camilo José Cela en su “Insólita y gloriosa hazaña del cipote de Archidona”.

Era una tarde lluviosa. El sol había caído y el poeta creía habitar entre dos mundos. El diurno, que tocaba a su fin, y el nocturno, mucho más impredecible, que asomaba la cabeza. Se llamaba Gustavo Adolfo Bécquer. Y, en cierto momento, cogió su libreta y escribió “Asomaba a sus ojos una lágrima. Y a mi labio una frase de perdón. Habló el orgullo y se enjugó su llanto. Y la frase en mis labios expiró”. Fue entonces cuando Rosalía, muchos años después, trató de responder al poeta y, rebuscando en su novísima recopilación de frases de mercadillo y discotecas, alzó su rostro al viento y le dijo “Okay, motomami. Pesa mi tatami. Hit a lo tsunami. Oh! Okay, motomami. Fina, un origami. Cruda a lo sashimi. Oh!”. Sublime. Leo y releo y la emoción me embarga.

Miguel Hernández. “Tristes guerras si no es amor la empresa. Tristes, tristes. Tristes armas si no son las palabras. Tristes, tristes. Tristes hombres si no mueren de amores. Tristes, tristes”. Un himno a la paz, su repulsión por la muerte innecesaria y estúpida de los seres humanos. Ha pasado casi un siglo y ninguna de esas palabras ha perdido vigencia. Pero Rosalía tiene algo que añadir. No podía ser de otra forma. De modo que, micrófono en mano, grita “Yo no soy y ni voy a ser tu bizcochito. Pero tengo to’ lo que tiene delito. Que me pongan en el sol, que me derrito. El mal de ojo que me manden me lo quito”. Y continúa “ta-ra-rá, ta-ra-rá, ta-tá (disculpen si me he saltado algún , sería imperdonable), me lo quito”. Fíjense en el espléndido uso de las conjunciones copulativas “y” y “ni”, situadas una tras otra. Crea lenguaje, sienta doctrina. Es grandioso. Aunque la cópula, según parece, nada tiene que ver con conjunciones.

Y concluyo con una explosión, Lope de Vega, “La dama boba” y Rosalía, “Despechá”, feat. “¡Amor, divina invención de conservar la belleza de nuestra naturaleza, o accidente o elección!”… “Y ando despechá’, oah, alocá’, bajé con un flow nuevo de caja, baby, hackeá’”… “Estraños efetos son los que de tu ciencia nacen, pues las tinieblas deshacen, pues hacen hablar los mudos; pues los ingenios más rudos sabios y discretos hacen”… “Lo muevo de la'o a la'o, y a otro la'o, hoy salgo con mi baby de la disco coroná'”.

Como verán ustedes, no hay color. Rosalía se alza por encima de todos los demás. Su poesía, su arte, su modo de eso que hace parecido a hablar. Ella es, sin duda, la mejor artista española de la historia. Al igual que Manolo el del bombo es el mejor percusionista desde el barroco hasta el romanticismo y Belén Esteban, en Torrente, la mejor actriz del cine clásico de Hollywood.

Así nos va…