Opinión | EL TELEADICTO

Ay, las galas

TVE se casó con el Festival de Málaga, tras 25 años de noviazgo, y para celebrarlo decidieron transmitir en directo a toda España su boda oficial, que tuvo lugar en la gala inaugural su 26 edición. A diferencia de cualquier otra de las celebradas en el Teatro Cervantes, que se iniciaban con más de media hora de retraso y eternizaban en su desarrollo con parlamentos y presentaciones de secciones, la de este año no pudo ser más corta. De los 60 minutos asignados, todavía sobraron 10. En sólo 50 estuvo todo resuelto.  

Las anfitrionas de la fiesta, como no podía ser menos, fueron Elena S. Sánchez, rostro reconocible de los programas de cine de TVE, y Marta Hazas, actriz de una de las películas participadas por la casa. Hubo música de la buena con Miguel Poveda y Diana Navarro, aunque sin excederse en tiempo. También se incluyó un homenaje muy especial, la Biznaga para Raphael, que milagrosamente no se extendió en su discurso.  

Pero faltó cine en un festival que tiene por fin presentar el catálogo de títulos que veremos en nuestras carteleras desde este fin de semana hasta mediados de verano. Ni siquiera se emitió un vídeo indicando los títulos de los largometrajes que competirían por las Biznagas de este año. Todo un desliz. 

Pese a tantas prisas, y a aligerar tanto la gala, los números fueron tozudos: la siguió un 1% de la audiencia, menos que Un país para leerlo, el programa que le precedía, y menos que Días de cine, el programa que se emitió después. Dos espacios que tampoco es que cuenten con una hinchada superlativa. Llegados a este punto, la pregunta es obligada: ¿pero qué pasa con las galas? ¿Por qué al público no le interesan nada? 

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