El ojo crítico

Moción a la contra

El candidato de la moción de censura, profesor y economista Ramón Tamames pide la palabra durante la segunda sesión de la moción de censura, en el Congreso de los Diputados

El candidato de la moción de censura, profesor y economista Ramón Tamames pide la palabra durante la segunda sesión de la moción de censura, en el Congreso de los Diputados / Eduardo Parra - Europa Press

Fernando Ull Barbat

Fernando Ull Barbat

La única conclusión que se puede obtener después de haber escuchado la mayor parte de la moción de censura celebrada esta semana es la de que el Gobierno objeto de la moción ha salido fortalecido mientras que el partido que la presentaba ha disminuido sus expectativas electorales para las próximas elecciones generales. Resulta imposible tratar de hallar algún aspecto positivo en esta moción para el partido ultraconservador VOX. Su líder, Santiago Abascal, ha quedado retratado como un político que más allá de los eslóganes que ya ha repetido mil veces en realidad no sabe de nada. Ni de economía, ni de derecho, ni de funcionamiento de la Administración, ni de relaciones internacionales. De nada. Sin embargo, el presidente del Gobierno pudo hacer gala de todos los aspectos positivos de su mandato tanto en el ámbito interno como en el internacional. VOX se lo puso a tiro hecho. Por otra parte, la intervención de Yolanda Díaz, vicepresidenta del Gobierno, le supuso la posibilidad de presentarse ante la sociedad como una líder de izquierdas honesta y coherente que si logra llegar a un acuerdo con Unidas Podemos supondría su asentamiento definitivo como la líder del grupo de partidos a la izquierda del PSOE.

El discurso de Ramón Tamames resultó una gran decepción. Dado su historial político y su bagaje cultural como profesor de economía se esperaba mucho más de su intervención que a la postre resultó tediosa y sin aportar elementos dignos de ser recordados. La moción de censura se conceptúa en la Constitución como una acción proactiva que pretende cambiar al Gobierno por otro distinto. Y para ello es imprescindible presentar un programa de gobierno que pueda ser aplicado de manera inmediata en caso de que la moción de censura prospere. Lo mejor de las intervenciones de Tamames en los dos días que estuvo sentado en el Congreso de los Diputados fueron las charlas paternales que dio a los diferentes grupos políticos. Más allá de sus varias extrañas ideas desgranadas en su discurso, como la creación de un grupo de voluntarios ecológicos para que “los urbanitas conozcan el campo”, el tono de Ramón Tamames fue lo único bueno de la moción presentada por VOX. Para Santiago Abascal fue un intento inútil de querer ganar protagonismo frente al paulatino ascenso de la intención de voto del Partido Popular que poco a poco va absorbiendo a los votantes de Ciudadanos. Su discurso fue más de lo mismo, una mezcla de matonismo y deseo de revancha no sé sabe para qué.

Tamames trató de crear un ambiente proclive al diálogo que, aunque resultó muy forzado sentado al lado de la plana mayor de VOX, un partido que ha hecho de la crispación y el enfrentamiento su modo de hacer política, recordó a otras épocas. De las pocas ideas interesantes que dijo Tamames fue su petición de que el Congreso sirviera más para el diálogo y menos para el insulto y la confrontación. Aunque en estos últimos años se ha tratado de caricaturizar la política de los años 80 como un tiempo anticuado en el que señoros vestidos de gris se repartían el poder, los que conocimos aquella época, a pesar de nuestra juventud, recordamos elementos muy positivos de la política de aquellos años. En los años 80 el periodista Luis Carandell hacía unas crónicas parlamentarias para el telediario de la noche que obligaba al que las escuchaba a estar al día de los nombres protagonistas del Congreso. En el telediario del sábado , que desarrollaba un tipo de noticias más apropiado para el descanso del fin de semana, Carandell realizaba un resumen de la semana utilizando, a modo de entradilla, una anécdota de algún parlamentario del pasado, como Cánovas, Sagasta o Silvela, que tuviera relación con algún tema tratado en la Cámara. Aunque la España de hoy día es infinitamente mejor que la España de hace treinta años, yo por lo menos echo en falta esas maneras a veces tediosas y tranquilas, pero siempre dialogantes, en la manera de hacer política que Tamames reivindicó frente a la inmediatez de las redes sociales, la frase corta y el enfrentamiento visceral de hoy día.

La política en España cambió de manera definitiva con la llegada de José María Aznar y sus ayudante Miguel Ángel Rodríguez. Se instaló la rabia y el todo vale. Pareció calmarse el mal ambiente cunado Aznarse instaló en la Moncloa gracias a las buenas formas de hacer política de los socialistas, pero con la victoria inesperada de José Luis Rodríguez Zapatero en 2004 la convivencia pacífica en España desapareció de manera definitiva. Aparecieron extremistas en la derecha y en la izquierda, en esta última rebotados excomunistas y nacionalistas despistados, que han estrechado los márgenes para la concordia y el diálogo. En la moción de censura pudimos ver a un presidente que, con todos sus defectos, representa el legado de los mejores políticos que ha dado España.