CINE CRÍTICA

¿El amor no duele?

¿El amor no duele?

¿El amor no duele? / ANTONIOSEMPERE

Antonio Sempere

Antonio Sempere

A Emmanuel Mouret, guionista y director de esta edulcorada historia, no parecen interesarle nada los boleros. Ni el amor duele, ni el amor mata, ni los amores imposibles son capaces de causar esas cicatrices en el alma que nunca se curan. El cineasta galo opta por contarnos una historia idílica en la que dos amantes mantienen encuentros esporádicos en los que todo va como la seda. La otra parte, la de sus vidas cotidianas, se nos oculta. En la película sólo interesa, como indica el título, la crónica de ese amor clandestino al margen de la familia. El título original es «Crónica de una relación pasajera’»

Quien lleva la voz cantante en esta pareja, y de qué manera, es ella. Que marca los tiempos, dirige, agita, anima, divierte, empuja y alienta a un personaje masculino un tanto taciturno, al que poco a poco va insuflando vitalidad. Ella es Sandrine Kiberlain y él Vincent Macaigne. Sobre ambos recae todo el peso de la función. Los diálogos son inteligentes y cultos, y el tono predominante festivo y resultón, salpimentado por temas de la chanson francesa y algunas notas elegantes a la par que optimistas de Mozart y Haendel.

Muchos cronistas han emparentado esta película como un cruce entre el cine de Woody Allen con el de Eric Rohmer. A mí, sin embargo, me parece mucho más certero definir al personaje vividor de Sandrine Kiberlain como la cara B de aquella Francesca Johnson que interpretó Meryl Streep en «Los puentes de Madison». En la medida en que vivía un amor a contrarreloj, clandestino y con fecha de caducidad, el de Francesca fue un amor para toda la vida, como descubrieron sus hijos al encontrar su diario, una vez fallecida.

Quienes nos hemos bañado en lágrimas tras una despedida anunciada, y somos amantes del bolero, comprendemos mucho más las reacciones de aquella Meryl Streep que la de esta Sandrine Kiberlain tan de vuelta de todo, que ni siente ni padece.