Consolidar lo conseguido desde la Generalitat

El próximo 28 de mayo los ciudadanos tendremos que elegir a nuestros representantes en las Cortes Valencianas, de cuya composición saldrá el gobierno de la Generalitat, y en nuestros pueblos, de donde se derivará nuestro alcalde o alcaldesa y la mayoría municipal en que se sustente. Es hora, pues, de reflexionar para buscar, con nuestro voto, la que juzguemos la mejor opción para el conjunto de nuestros conciudadanos. Estas son mis reflexiones en el caso de las elecciones autonómicas. Para ello habrá que valorar lo realizado y cómo, al igual que las propuestas de futuro.

En mi opinión, el balance del gobierno de la Comunidad Valenciana, con el presidente Puig encabezando un gobierno tripartito, el conocido como Botanic II, ha sido muy positivo sobre todo sabiendo de donde se partía, la situación de la Comunidad Valenciana hace ocho años, y las dificultades que ha debido afrontar.

El Botanic I, un bipartito de PSOE y Compromís, tuvo un reto muy grande dada la grave situación heredada de los años de gobiernos del PP. Con una fórmula nueva, el primer gobierno de coalición de nuestra historia autonómica nacida en 1983, se afrontó con decisión y acierto los dos retos más necesarios: cerrar los años del descrédito reputacional de nuestra Comunidad por la sucesión de escándalos de corrupción y nepotismo de los gobiernos encabezados por Eduardo Zaplana, José Luis Olivas y Francisco Camps, y volver a una senda de normalidad en la gobernanza pública. Simplificando el análisis, personalizaría en dos viejos amigos, desde los tiempos de la Transición Democrática española, los éxitos de aquellos primeros gobiernos del President Ximo Puig: en el conseller de Transparencia, Manuel Alcaraz, y en el de Hacienda, Vicent Soler, el primero de Compromís y el segundo del PSPV-PSOE. La Consellería de Transparencia, una novedad en la España democrática, fijó las pautas de un buen gobierno para no seguir por la senda de la opacidad y la corrupción, además de revertir uno de los muchos escándalos de los gobiernos anteriores del PP, el enriquecimiento personal con los fondos para la Cooperación Internacional. La de Hacienda consiguió recuperar en los sectores económicos y sindicales la confianza en una buena administración de los recursos financieros y el apoyo social a la justa demanda de una financiación justa de nuestra Comunidad, que persiste, pese a los paliativos de los últimos cuatro años, por la gran dificultad para conseguir un gran pacto nacional PSOE-PP y la insolidaridad de otras comunidades para resolver con un nuevo sistema de financiación el mayor cuello de botella de la España de las autonomías, sin el que no pueden entenderse procesos disgregadores como el del “procés”, que ha dejado heridas tan profundas que harán falta años para cicatrizarlas.

Si todos salen a ganar, ¿quién puede perder en las elecciones municipales del 28M?

El Botanic II -PSOE + Compromís + Podemos-EU -se encontró con problemas sobrevenidos: el Covid, la mayor pandemia en nuestra historia moderna, y el retorno de las calamidades de la guerra en suelo europeo, tras la invasión de un país soberano, Ucrania, por su vecina y gran potencia Rusia. Ambas situaciones aumentaron las incertidumbres propias de un mundo globalizado, han afectado a nuestra economía y colocado en situación de máxima tensión pilares del Estado de Bienestar europeo como el de la salud, la educación normalizada y la concertación social, agravando los problemas de desigualdad que veníamos arrastrando desde la gran crisis económica de 2008. El éxito del segundo pacto del Botanic ha sido, desde un gobierno ahora tripartito, hacer frente a estos dos nuevos problemas desde una posición solidaria, junto al Gobierno de España y dentro de las pautas acordadas en el conjunto de la Unión Europea. Una manera de hacer frente a una situación tan difícil como inadvertida con el objetivo de que toda la población se sintiese protegida, cualquiera fuera su lugar de nacimiento o situación económica, No ha sido así en todas partes, recuerdese lo sucedido en la Comunidad de Madrid. Pero es que, además, las dicultades sobrevenidas no han impedido proyectar el futuro como ponen de manifiesto realidades como Alicante Digital o la gigafactoría en Sagunt, recuperando en este segundo caso la voluntad de reindustrialización que estuvo presente en las políticas de la Generalitat presidida por Joan Lerma a mediados de los ochenta, en los años de la gran reconversión industrial española. Cuando el PP accedió en 1995 al gobierno valenciano abandonó la reindustrialización, recuerdese lo que fueron el IMPIVA y la red de Institutos Tecnológicos y en qué quedaron, por la apuesta en exclusiva por el ladrillo expresada por Zaplana en la evocación por ser Florida (construcción residencial) en lugar de California (potente agricultura, grandes universidades volcadas en la investigación, cuna de las nuevas industrias tecnológicas, y destino turístico atrayente).

En el caso de la provincia de Alicante hubo un tercer problema sobrevenido al gobierno del Botanic II, el de las grave inundación en la Vega Baja del Segura, que aunque recurrentes en el tiempo han exigido ahora de la Generalitat un nuevo y gran esfuerzo y un proyecto específico, el Plan Vega Baja, para evitar que se repitan con la misma gravedad que en la última ocasión causaron graves daños a infraestructuras, explotaciones agrícolas, viviendas y habitantes.

Ximo Puig, al frente de los gobiernos del Botanic I y II, ha sabido gobernar para la mayoría social, sumando la diversidad política de sus componentes, y lo ha hecho desde el conocimiento de la realidad, eligiendo y dirigiendo equipos transversales, y poniendo en marcha proyectos de futuro. Por eso creo que se han ganado mi confianza para consolidar lo ya conseguido y ampliarlo en los próximos años. Tiempo habrá, de aquí a la fecha de las elecciones de finales de mayo, de hablar de lo que queda por hacer, de las ambiciones que nos pueden unir. Hoy, viendo de donde veníamos y qué y cómo se ha hecho, mi opción está clara.